JP Dubois y Angel Cruz hacen cruising en el bosque cerca del lago, follan sin condón y se meten unos faciales lecheros | Himeros TV

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La zona del lago era perfecta para hacer cruising a última hora de la tarde. El reflejo de los últimos rayos del sol sobre el agua confería al lugar una magia especial que, unica al calentón, te sumergía en un estado de letargo como en un sueño húmedo y la espesura del bosque actuaba como una pared invisible que preservaba la intimidad de pajas, mamadas y folladas entre desconocidos a la vez que se convertía en un velo por el que espiar sin ser visto.

JP Dubois y Angel Cruz se buscaron las miradas entre esa espesura y cuanto más la aguantaban, más claro tenían que se molaban. El pelirrojo tenía una mirada decidida y llena de vicio. Se notaba a la legua que tenía los cojones bien cargados y estaba deseando descerrajar pollazos y lefa sobre un tio bueno. Y al tio bueno lo tenía ahí enfrente, jugando con él al pilla pilla entre los árboles, con el torso musculado enfundado en un jersey blanco que le sentaba de perlas, remarcando el morenito de su tez. Pantalones de algodón como los de los jugadores de béisbol, a rayas, que no podían ocultar la erección que el rojito le estaba provocando.

Todo fue como debía ser, sencillo y sin artificios, sin pretender nada, dando rienda suelta al calentón que llevaban dentro. Empezaron conociéndose más de la cuenta a besos y pasaron a magrearse los paquetes para comprobar lo mucho que se gustaban. Ambos la tenían bien dura. JP cedió terreno y fue el primero en hincar las rodillas en la arena. Angel se fue bajando los pantalones. No llevaba calzones. Deslizó la goma de los pantalones sobre su larguísimo pollón que parecía no tener fin. JP plantó los morros encima de la verga aspirando su olor a rabo y cuando se la sacó entera se la zampó de un bocado.

Todavía estaba blandita y algo flácida, pero eso le encantaba, porque así podría darse el gusto de sentir cómo crecía dentro de su boca. Y cuanto más crecía, más cabeceaba, notando cómo el rabo se le sumergía más allá de la garganta. Angel empezó a gemir en alto sin control y JP tuvo que subir a taparle la boca. Lo que menos necesitaba en ese momento era que hiciera de reclamo para mirones impertinentes, aunque se dedicaran a mirar y pajearse a costa de ellos. Lo quería para él solito, allí y ahora.

Se sacó la polla de los vaqueros y cedió su turno a Angel para tomar tierra a sus pies. Así al menos le tendría un rato calladito, convirtiendo esos gemidos en una suculenta mamada a su gordísimo rabo decorado con unos exquisitos pelos rojizos y abundantes en la base de la polla que destacaban a la luz del ocaso. Se la comió a trangullones el puto tragón y ahora era él el que tenía que ponerse la mordaza en la boca para no gritar más de la cuenta, pero tenóia unas ganas de darle biberón que no podía aguantarse.

Le puso de espaldas, mirando hacia el tronco de un árbol. Se ve que los pantalones que se había puesto estaban un poco viejos, porque pudo apreciar un agujerito justo por donde debía estar el ojete de su precioso culo. Metió los dedos por dentro y se lo rasgó a lo bruto, dejándole todo el culazo al descubierto, redondito, suave, delicioso. Hasta podía verle las pelotas entre las piernas.

Se lo lamió un poquito con la lengua, lo justo para dejarlo algo húmedo. Después JP se escupió en la palma de la mano, se embadurno de saliva la polla. Al escucharle, Angel hizo lo mismo, llevándose la mano al trasero y mojándose la raja. JP hizo un tiento buscando e agujero de entrada y le enfiló con el mango sin condón arrastrándolo hacia su interior.

El tio musculoso y guaperas lo estaba gozando con su polla bien dentro. Se bajaron los pantalones hasta los tobillos a la altura de las zapas que todavía llevaban puestas, para poder maniobrar mejor en la follada. Angel se los quitó dle todo para levantar una pierna y abrir el culo para dejar pasar a ese macho. El sol ya se estaba ocultando y la luz del ocaso remarcaba sus músculos y facciones, haciendo que se desearan y follaran con más ganas todavía.

Cuando Angel tuvo el culete bien curtido a pollazos, volvió a agacharse para que JP le glaseara la cara con toda su leche, antes de que se fuera la luz y no pudiera apreciar los mecos desfilando sobre su jeta. JP se apoyó en una rama mientras con la otra mano se pajeaba efusivamente cerca de la cara del chaval. Una oleada de gusto invadió sus pelotas, recorrió su cuerpo y soltó la lefa encima de sus morros dejándole fino.

Después de unos segundos en que se quedó disfrutando del gustito y la relajación de la corrida, miró la carita del chavalote con su semen encima y bajó a chupárselo a lametones. Se la estaba comiendo todita y como un glotón.

Turno para JP. Estiró el cuello a tope, dejando la carita a merced de la polla de Angel que le avisaba de que se corría. El primer chorrete bien espeso le cayó en la mejilla y se plantó en su bigote. El resto de los lefotes directos a la lengua y la boca. JP se relamió de gusto, notando el sabor entre dulce y salado de ese semen calentito en sus papilas y volvió a abrir la boca para recibir más. Se lamieron los morros hasta dejárselos bien limpitos, eliminando cualquier prueba de su follada furtiva y pusieron rumbo, cada uno por su camino, de nuevo a la gran ciudad.

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