Viktor Rom domina el culazo de Pietro Duarte con su soberana pollaza follándoselo a saco y sin condón | MEN
Fue amor a primera vista. Mientras le resto de asistentes hacían en el hall el brindis de inauguración del nuevo campo del club de golf, Viktor Rom y Pietro Duarte se retiraron a una zona donde nadie pudiera verlos. De lejos ya se habían molado. Pietro llevaba una camiseta de tirantes que dejaba a la luz sus musculosos biceps y Viktor rellenaba la camiseta de manga corta que daba gusto.
Dos machos sabían reconocerse el uno al otro al instante y así sucedió, que en cuanto se acercaron y sintieron la vibración de su virilidad en todos sus sentidos, se engancharon y no volvieron a soltarse. Hasta los besos fueron bien cerdos, acoplando bien las bocas, metiendo lengua hasta el fondo y buscándose como si estuvieran en celo. Las manos de Viktor arraplaron con el culazo de Pietro dándole unos cachetes sonoros y Pietro por su parte le dio buen uso a sus manos magreando el pedazo de paquete que ya asomaba por la delantera de los pantalones de ese empotrador.
Estaba a punto de descubrir que Viktor no llevaba calzones. Pietro le desabrochó el botón de los vaqueros y vio que allí estaba, algo grande y gordo calzando hacia la izquierda. Tiró un poco de la solapa hacia abajo y el pollón salió despedido hacia el frente con todo su esplendor. Tan grande y tan gorda que no pudo reprimir una risa nerviosa.
La tanteó un poco acariciándola suavemente, la pesó sobre su mano. No dejaba de mirarla. Le impresionaban los rabos así de grandes. Volvieron los besos, pero esta vez con el aliciente de notar el roce de la punta de ese rabo contra su barriga, contra sus caderas, duro y caliente. Se puso de rodillas frente a ese pollón y lo miró durante unos segundos intentando discernir por dónde empezar a comérselo.
Lo atacó de frente, deteniéndose en dar placer al cipote. Un salivazo cayó desde arriba directo a la polla, dándole lubricante para que sus gruesos y preciosos labios pudieran desvalijar la polla al instante. Continuó la mamada chupando bien ese rabo, escupiéndolo, cogiéndole de las pelotas, hasta que a Viktor le dio por follarle la boca con un pollón que a duras penas le entraba por la garganta.
Viktor lo cogió en volandas y Pietro se asió a sus caderas rodeándolas con sus piernas. Sintió la polla dura y empitonada acariciándole la raja del culo. Pasito a pasito, Viktor se lo fue llevando hacia un sofá. Le posó suavemente sobre el reposabrazos, con el culo en pompa y tras acariciarle el ojete, se la metió enterita y sin condón.
Entre los dos no hubo medias tintas. Viktor le reventó el culo, literalmente. Pietro no paraba de gemir de dolor y placer. Notaba tal desgarro en el ano que en lugar de ponerse cómodo, se tuvo que incorporar. Lo que ese hombre le estaba metiendo por detrás era inmenso. El ritmo de la follada a pelo siguió con Pietro tumbado bocarriba en el asiento del sofá.
Después de tragar polla hasta los huevos, de que Viktor se quedara unos segundos con todo su enorme pene dentro de él, sin moverse, Pietro acabó exhausto, colmado de polla. Casi no se había recuperado cuando Viktor le echó una mano para levantarse, ocupó su lugar en el asiento y, con el rabo apuntando hacia arriba, invitó a Pietro a hacer los honores.
Pietro se escupió primero en la mano y con ella engrasó y embadurnó esa barra de acero con su saliva, hizo una sentadilla y se tragó la polla por el ojete. Saltó una y otra vez clavándose la empuñadura de ese pedazo de macho. El asiento invitaba a saltar cada vez más y más alto, porque parecía una suerte de pequeña cama elástica. Los dos rebotaban suavemente sobre él, disfrutando de esa culeada tan rica.
Se lo folló desde todos los ángulos posibles hasta acabar de nuevo bocarriba en el sofá, haciéndose una paja mientras Viktor le remataba. La leche salió a chorro por el pito de Pietro, blanca y super espesa, mojando el asiento y sus caderas, apuntando hacia el sobaco, terminando con un lechazo al pecho, propiciado por haberse sacudido la polla.
Ahí estaba, desnudo, corrido, sucio, penetrado, con el rabo duro y ahora suelto rebotando debido a la fuerza que Viktor impregnaba a cada pollazos que le metía. Viktor le sacó la polla y se corrió encima de él, mojándole toda la entrepierna, desde el interior de los muslos hasta el rabo y las bolas. Viktor bajó a chupárselo todo y Pietro pudo ver sus labios y su barba vestidos del blanco de su propio semen, después esa cara acercándose a él. Volvieron a sumirse en un morreo intenso, esta vez con sustancia.