El fotógrafo Thyle Knoxx estaba acostumbrado a fotografiar a hombres con los cuerpos desnudos, pero aquella situación le estaba llevando hasta el límite. El cuerpo de bomberos del condado había elegido a William Seed, Malik Delgaty y Skyy Knox para hacer el calendario benéfico de ese año, tres bellezas que no sólo le estaban haciendo temblar la mano de emoción por ver sus fornidos y musculosos cuerpos al sol, sino porque entre ellos parecía que había algún otro tipo de conexión más allá de la profesionalidad.
Se le puso el pito durísimo al ver al chulazo William escurrir una toalla mojada sobre el torso de Malik, frotándola por sus partes nobles, dejándole intuir que no llevaba calzones debajo, puesto que pudo apreciar el rabo y sus huevos por debajo de los pantalones cuando se lo levantó todo hacia arriba apretando con fuerza desde abajo metiendo la toalla mojada entre sus piernas para después soltarla y ver cómo algo grande y gordo caía hacia abajo dando bandazos.
Malik se la devolvió, apretando otra toalla y haciendo correr el agua por encima de sus pectorales y el six-pack. Estaban cerca, demasiado cerca, tanto que se estaban echando la respiración encima, a punto de comerse la boca. A Thyle le temblaba tanto la mano que no pudo echar una foto en condiciones. Skyy, viendo que sus compañeros eran el centro de atención, cogió un bote de lubricante y se lo echó por encima, dejando claro que su cuerpazo estaba a la altura del de sus colegas.
Que la mano le temblara, no era el único problema del fotógrafo. Tenía otro problema mucho mayor en su entrepierna. Se había pasado toda la sesión en cuclillas y sabía que si se levantaba iba a mostrar a los chicos una parte íntima. Como pudo se revolvió en el sitio y les dio la espalda fingiendo que miraba las fotos que había echado. La polla estaba a punto de reventarle la bragueta. Respiró hondo.
Malik ya le estaba llamando la atención. Parecía un chico serio y mandón y con su voz fuerte y varonil le dijo que le echase unas cuantas fotos sólo a él. Se dio la vuelta, se sacó la camisa de la cintura para intentar esconder la trempera que llevaba encima y siguió haciendo su trabajo, hasta que no pudo esconderlo más y los chicos se dieron cuenta. No sería el primero ni el último que sucumbiera al placer de sus cuerpos semidesnudos. Tras salvarle de un pequeño fuego imprevisto, le hicieron sentir cómodo y le regalaron algo más que unas fotos para el calendario.
Skyy se puso de rodillas, tiró hacia abajo de los pantalones de Malik y efectivamente este no llevaba calzones. Una minga robusta y fuerte como él, enorme y despampanante, salió cilimbreando toda tiesa al viento, mirando hacia arriba, firme. Skyy hizo media mueca en una sonrisa que lo decía todo, le besó el cipote y le devoró toda la polla llenándose la boca de puro rabo de macho.
El chaval jovencito, henchido de placer por tener una boca hambrienta a sus pies, no se quedó quieto. Agarró la cabeza de ese mamón y le dio polla hasta el gaznate follándole la jeta. Justo a su lado, William se estaba quitando el velcro que sujetaba sus pantalones. Se sacó otra polla bien gorda, venosa y guapa y Skyy hizo lo mismo, besó su cipote, metió una caladita con sus labios merendándose el capullo y se la metió dentro de la boca.
Pusieron a Skyy de nuevo de rodillas y cada uno de ellos se puso a un lado impidiendo que escapara. Se masturbaron y menearon las vergas delante de su cara, le golpearon consus fuertes rabos en la lengua y las mejillas haciéndole desearlas más todavía y se turnaron para follarle a saco esa boquita capaz de encender los fuegos más intensos.
William se atrevió a hacerlo. Cruzó las manos por detrás de su cogote, le pilló desprevenido mientras le estaba comiendo el rabo y se lo metió hasta el fondo, dejándole sin respiración, hinchándole las venas del cuello. Del gusto, William dio un paso hacia atrás perdiendo el control de sus piernas y Skyy aprovechó para tomar aire mientras un chorrazo de babas abandonaba su boca.
Necesitó varios segundos para recomponerse, boqueando y tragando aire como si hubiera estado bajo el agua varios minutos. No le dio tiempo a pensar mucho. Malik ya le estaba agarrando con ambas manos por cada lado de la cabeza y empezó a fusilarle la boca a pollazos. Esos cabrones le estaban jodiendo pero bien la garganta. William quería algo más que su boca y le dio la vuelta para obtenerlo. Fue el primero en meter su rabo a pelo por su vicioso culazo.
Mientras lo hacía, Skyy palpó los biceps y pectorales de Malik deseándolo con ganas. Malik le hizo un par de poses para que viera lo bueno que estaba y luego le dio de comer polla otra vez. Ahora tenía a uno por delante y a otro por detrás, llenando sus agujeros, intentando apagar el fuego que él había encendido, o avivándolo aún más. William ya había tanteado lo suficiente su agujero y se dedicó a culearle con fuerza por detrás, con mucha potencia, a todo trapo.
Vio cómo se miraban, la complicidad que tenían, cómo chocaban los puños en señal de amistad, como si follársele hubiera sido un trofeo para ellos, uno que pondrían en su vitrina junto a otro montón. A Skyy no le importaba ser uno más, porque disfrutar de esos enormes rabos, de esos cuerpazos perfectos y musculados bañados por el sol y el sudor, le hacía sentir más vivo que nunca.
El siguiente en penetrarle fue Malik. Afrontar y acostumbrarse a su larga, gorda y cilíndrica pija le costó un rato, sobre todo porque le empotró con la misma furia con la que lo hizo William, agarrándole por las caderas y cascando sus huevazos en la raja, metiéndosela por completo. Pero lo más excitante e insano estaba a punto de suceder.
Tanto William como Malik tomaron asiento uno cerca del otro sobre las plataformas del camión de bomberos, los dos luciendo sus fornidos cuerpazos y con las pollas enormes y duras meneándose entre sus piernas. Skyy se subió a una de las plataformas e hizo una sentadilla clavándose primero la de Malik y pajeándola entre sus nalgas. Acabó culeado por debajo.
Thyle miró hacia su izquierda. Vio a William concentrado cascándose una paja. Era tan guapo y estaba tan bueno. Decidió aliviar su espera y sustituir su mano por un culo que le iba a satisfacer mucho más. Pasó de uno a otro montándose en sus firmes pollas, dejándose follar. Se tomó un respiro entre follada y follada, poniéndose de rodillas frente a ellos, cogiendo con ambas manos y pajeando cada pirula, mirando una, luego otra, sus musculados cuerpazos, las caras de placer que ponían, mirando cómo la mano les apretaba el miembro.
Con la fuerza desmedida de sus brazos, Malik le levantó en volandas y se lo llevó hasta unos neumáticos que había cerca. Allí blandió su estaca dentro de su culo y le rellenó el agujero de rabo grande y duro. William apareció cerca de su jeta, rabo en mano, para que se la comiera. Que esos dos eran unos buenos bomberos no había duda, puesto que su principal misión era proteger a los ciudadanos hasta sus últimas consecuencias.
Skyy estaba tan caliente y sudado que intentó apagar las llamas sacándose la leche de la polla. El semen se le quedó en el puño, con un buen colgajo de lefa que se llevó a la boca. En esos momentos de tanto placer, se aferró al brazo tatuado y fuerte de William y se lo besó con ganas. Alargó la mano para tocar los pectorales y los abdominales de Malik, recreándose en su torso de adonis.
Ahora sí había llegado la hora de la gran demostración, la hora de que los bomberos sacaran sus largas mangueras y apagasen el fuego con ellas. Skyy se puso otra vez de rodillas y sus dos colegas a cada lado meneándose las mangueras con una efusividad descontrolada, cercana a lo demencial. Tras un gemido, Malik se corrió encima de su boca, soltando por su cilíndrica y bien formada polla unos buenos espumarajos de esperma.
Se lo comió todo, bebió de su bonito pene firme y tieso. Los morros engrasados en lefa por la que William no dudó en pasar un dedo para rebañar las sobras y dárselas de comer. Otro profundo gemido y William le inseminó el interior de la boca, dejando su lechosa muestra colgando entre el paladar y la lengua. Le besó el resbaladizo cipote y le comió el tronquito, amándoselo con los labios.
Insaciable, devoró una polla llena de esperma, con los morros bañados en seme, acudió a la otra dejando una muestra. Le encantó que fueran tan abiertos, que no les importara tener sobre sus penes la lefa de otro tio. Thyle sonrió de felicidad observándoles detrás de un bidón. El calendario benéfico iba a vender como churros y sería todo un éxito gracias a esos ardientes bomberos de largas mangueras.