Qué suerte tener un mayordomo que se ocupa de tu agenda, hasta de ponerte la chaqueta sin que tengas que hacer nada más que estirar los brazos, cuando aterrizas de un largo vuelo y lo único que te apetece es cerrar los ojos y dormir una buena siesta. «Ya sé que no entra dentro de tus funciones, pero te pago un extra si me das un masaje«, le dijo Logan Moore a su mayordomo JP Dubois.
JP, un chico estiloso y que también miraba la pela, lo veía justo. Se acercó a su jefe por la espalda y le dio un masaje en los hombros. De pronto vio desde arriba cómo su jefe se oiba relajando, aunque quizá demasiado, porque se abrió un poco de piernas, se llevó las dos manos a la entrepierna y, mientras con una agarraba la bragueta, con la otra se bajaba la cremallera.
Se sacó el pollón, que se le había ido poniendo bien duro mientras él le hacía el masaje y aprovechó para meter la palma de la mano por la bragueta como buenamente pudo por el estrecho espacio que quedaba y sacarse los cojones. No le había dicho que el masaje iba a ser tan completo, pero JP, muy obediente, se arrodilló a su lado y comenzó a comerle la verga, a boca abierta, dejando que su jefazo le colase el rabo por la garganta.
Para JP hacer las cosas con imaginación era un reto y siempre lo había sido, así que cuando Logan le ofreció otro extra por hacer las cosas de forma diferente, se bajó los pantalones, se sentó encima de la polla de su jefe y empezó a saltar sobre ella, dejando su santa polla, que era bien grande y sus santos huevos colgando. Logan no se la había visto antes y en cuanto se dio cuenta del tamaño y del bien que podría hacerle a su culo, el muy cerdo se tumbó en el sofá, se abrió de piernas y con una miradita ya se lo dijo todo a Logan, que entró a saco metiéndole la polla por el agujero y se lo folló.
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