Devin Trez desvirga el culo blanquito de Darron Bluu a pelo con su descomunal pollaza negra | BLACKGODZ

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A su temprana edad adolescente, la cabeza de Darron Bluu pensaba la mayor parte del tiempo en el sexo, igual que sus colegas, que no paraban de pintar pollas en los cuadernos, en los retretes del instituto y en las taquillas. Pero había algo que a Darron no se le iba de la puta cabeza, cuando todos alababan los atributos masculinos de los tios de color, diciendo que todos la tenían enorme.

Se metió en internet y buscó «pollas de tios negros«. Al ver las imágenes se le levantó la pija al instante. Todas eran enormes, gigantescas, gordísimas, les llegaban hasta la mitad de la pierna. Vio a una tia sosteniendo un pijote negro tan grande como su brazo, a un tio con dos pollas negras voluminosas rodeándole la cara. Todo muy cerdo, lujuria en estado puro, excepto ese tio que estaba ahí sentado, tan atractivo, con un cuerpazo musculado, posando para una foto con la polla dura apuntando hacia arriba. Necesitaba algo así.

Con las hormonas a flor de piel, buscó algún lugar de citas al que ir en ese momento y poder cumplir sus fantasías con los pocos ahorros que tenía. Lo encontró. BlackGodz. Dioses Negros. Devin Trez posaba en una foto y lucía espectacular, con un cuerpazo que a Darren le encantaba y un rostro que le dejaba hipnotizado por completo, ojazos, cejas pobladas, nariz ancha, labios gruesos y boca grande. Se estremeció pensando lo que un Dios como él podría hacerle a un cuerpecito blanco y delgado como el suyo.

Acudió al local. Era temático y a él le tocó una habitación que simulaba una tienda de campaña de un plebeyo esperando la visita del rey. Lo vio aparecer tal y como estaba vestido en la foto y la primera impresión fue de pura fantasía. Le desnudó hasta dejarle sólo con los calzones rojos y ajustados perfectamente a su paquete, tanto que apenas quedaba hueco en esa huevera que no estuviera relleno. Habló y su voz masculina le hizo estremecer de nuevo.

Al darle aceite por todo el cuerpo y llegar a la zona de su entrepierna, no pudo evitar fijarse y ponerse cachondo al ver su paquetón. Por debajo de él se dibujaban perfectamente las formas de su pene apretado y sus cojones. Devin agarró al chaval con las dos manos por detrás de la cabeza, se sacó la enorme tranca y le puso a comer polla.

A Darron se le despertaron todos los sentidos. Tenía la boca llena de rabo y mientras intentaba dilucidar lo que sentía al chupar semejante rabo, miraba al frente, viendo los pelánganos rizados y negros de la polla. Sentía las manos calientes de Devin en su cogote y por debajo de su barbilla, manejando la cabeza a su antojo. Cuando se la sacó de la boca, Darren miró esa imponente verga negra, dura y enorme, bien gorda, ligeramente encapuchada y brillante con sus babas encima.

Devin le dejó comer hasta saciarse. Comprendía perfectamente la necesidad del chaval de comerse un rabo como el suyo. Después le puso a cuatro patas. Darron notó en el culo su mano caliente y grande, unos dedos frotándole la entrada de su virginal agujero y penetrándole con la yema. Miró hacia atrás. Un tiarrón negro y musculoso, con la polla enorme colgando entre las piernas, se estaba apoderando de su trasero. Todavía no podía creer que estuviera a punto de perder la virginidad a manos de un chulazo negro como aquel.

Lo recordaría toda la vida. Ese cabrón le metió los dedos por el ojal y después le desvirgó el culo con su enorme polla caliente y dura, a pelo. Dolía, dolía mucho, gimió con pequeños grititos para expresarlo, pero a la vez daba tanto gustito que Darron aguantó las embestidas como un campeón, con las rodillas clavadas en el colchón. Devin le tenía bien cogido por detrás, con las manos en sus caderas y el culazo atrapado entre sus muslos. No podía escapar, no quería escapar.

Devin se sentó en una silla cercana e invitó a Darron a sentarse sobre sus piernas, a clavarse encima de su verga. Devin le cogía firme por las costillas, subiéndole y bajándole con fuerza, usándolo para hacerse una paja con el culo de ese chaval, enculándole desde abajo sin parar, enfundándole dentro del culo esa traviesa negra de dimensiones descomunales.

Darron se dio la vuelta y se sentó sobre su trompa. Antes de clavársela dentro del culo, cuando la conducía al interior de su agujero pasando la mano entre sus piernas, puso sentir la calidez, la robustez y las venas infladas de ese enorme palo negro. Cerró los ojos y empezó a saltar sobre él. Le vino una corrida como nunca antes había experimentado y se desfogó la polla igual que un pajillero primerizo, gozándola y sin parar de soltar leche

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