Blessed Boy recibe un gangbang brasileño de las enormes y largas pollazas de Rhyheim Shabazz, Will Duarte, Cherr Brown, Romeo, Nico, Ty Santana, Boe Jack y Rocky | Voyr
Blessed Boy Brazil Gangbang
Jamás había sentido tant placer junto en toda su puta vida y tampoco le habían protegido tan bien como en esa ocasión. Blessed Boy estaba de pie, rodeado en un apretado círculo por seis negrazos de aúpa, Cherr Brown, Romeo, Nico, Ty Santana, Boe Jack y Rocky, todos rozando sus extensos miembros contra su culo, contra su panza, contra su pene, a mendida que se iba girando para besar a todos y cada uno de esos hombres tan bien dotados.
El contacto de sus cuerpos calientes, sus pollazas vitaminadas, la mayoría colgando todavía entre sus piernas, largas, kilométricas, poniéndose duritas poco a poco. El sueño de Boy iba a cumplirse por partida séxtuple. ¿Quieres un rabo negro como esos de las pelis? Pues toma seis tazas. Tenía el agujero del culo palpitando, deseando probar todas esas hermosas vergas de color tan atractivas.
Algunas eran más negras que otras, pero todas tan largas que le apetecía llevárselas a la boca sin miramientos. Con la de Rocky se puso las botas y es que el cabrón tenía una buena mazorca, además de larga, gordísima. Con ella intentó su primera garganta profunda, la primera de muchas. Le flipaban sus cojones, porque se veía que estaban ahí alzaditos dentro de la bolsa y un poco de piel le colgaba hacia abajo, suelta. Se la agarró con las manos y le sobó las pelotas.
Mientras tres le daban de comer rabo, otros tres se ocupaban de dejarle el culazo bien abierto, que aunque Boy creyera que lo tenía preparado de sobra para recibir a seis hombres con las pollas descomunales, quienes sabían de esto, que eran ellos, estaban acostumbrados a tener que lidiar con traseros como el suyo. Se lo dejó a los tres expertos, que se fueron turnando para meter dulcemente la lengua por la raja, rozando su entusiasmado agujerito.
Los tres que tenía delante ya las tenían creciditas del todo y a tope y se habían hecho amigos de su boca. Qué pollas más grandes. La que no se estaba metiendo por su boca, se estaba pajeando como un mástil frente a su jeta. Antes de que se lo llevaran a la cama, se puso de rodillas e inició una ronda para todos. Si había algún paraíso de los rabos, estaba sin duda en él. Los chicos le rodearon y empezó a mamar con dedicación.
Mamar esas pollazas fue un gran entrenamiento para su boca tragona. Con cuidado se lo llevaron a la camita, toda blanca e inmaculada. Boy se puso encima de ella a cuatro patas sabiendo que aquel iba a ser el escenario de una bestial follada. Uno de los chicos le separó un poco las piernas. Alguno de ellos ya estaba dispuesto a metérsela.
El primero en probar su ojete fue Romeo, el guaperas con el pecho tatuado. Habían hecho bien en trabajarle el culo y dejárselo húmedo, no sólo ya porque quisieron metérsela a pelo, sino porque efectivamente eran más gruesas de lo que su mente pensaba en un principio. Según le iba desflorando con cada centímetro de su largo pene negro, Boy sintió que en la circunferencia que formaba su ojete abierto, en ese momkento no cabría nada más que ese enorme rabo.
Qué bien se ajustó el condenado. Pero todavía estaba a punto de recibir una sorpresa a cambio de dejarse meter toda esa tranca imposible, y es que Romeo tenía unos buenos huevazos que le colgaban entre las piernas. En cuanto se lo estuviera zumbando, Boy iba a notar cómo le palmeaban la parte baja de la raja. Algunos la tenían más fina y entraba mejor, otros más gruesa, pero todos estaban bien dotados con unos buenos cojonazos palmeándole el culete.
Se notaba que formaban un gran equipo. Ya les había visto besarse entre ellos y comerse los rabos para aliviar la espera por su boca. Ahora miraba hacia atrás y veía a uno de ellos coger el culo de su compañero a dos manos para hacerle lograr el impulso necesario para que penetrara a Boy a fondo. Todos fueron pasando por el interior de su culo. Ninguno se quedó sin el postre.
Un poco más dispersos al principio, acabaron los seis alrededor de él. Una polla en la boca, dos en la mano, dos en el costado pajeándose y el último de ellos atacando su pandero. Chupaba una y ya estaba otra esperando rebotando encima de su cara, con esos pelazos rizados, negros y hermosos en la base. Los tres que estaban delante, se tumbaron en la cama y se dedicaron a pelársela mientras miraban cómo los otros se lo follaban duro.
Bocarriba se lo gozaron y no dejaron ningún hueco sin dar placer. Boy completamente abierto de piernas, las rodillas al pecho, una buena polla jodiéndole el ano y dos tios sentándose sobre su cara, buscando su boca para que les mamara las pollas y los huevos. De repente notó algo grande y gordo. Rocky, el de las pelotas que le habían molado, el de la polla más gorda, estaba encamádolo inclinado hacia él, como todo ese cuerpazo musculado y potente, gozando con esa cara de empotrador.
Escuchó un sonido que hasta ahora no había escuchado antes. Ocurrió cuando el jovencito Ty se la enfundó a toda leche. El plas plas de las caderas golpeando su culazo redondo y sudado. Más que por el sonido, que puso cachondos a todos, Boy sabía que ese era un punto de no retorno, el punto en el que se estaba empezando a tragar las pollas enteras por el culo, que con lo largas que eran, ya era toda una proeza.
Esos tios tenían un aguante increíble. Boy ya notaba el ojete del culo dolorido y lo tenía hasta rojizo, pero el amor por las pollas y por ver cómo seguiría y terminaría esa fiesta, convirtió el dolor en placer. Qué bien se cuidaban unos a otros. Para la siguiente ronda, Ty se encargó de preparar a Romeo en todos los sentidos mientras Boy se sentaba sobre sus piernas.
Le succionó las pelotas y dirigió su rabo hacia el interior del culo. No retiró la mirada del rabo hasta que estuvo dentro. Siguió acariciando sus huevos mientras Boy saltaba alto sobre esa polla larguísima que parecía no tener fin. Tres se pusieron de pie en la cama, rozándole con las vergas los hombros, la cara, despertando su apetito.
Casi sin darse cuenta, ya tenía a Cher debajo zumbándole, pero algo estaba a punto de ocurrir que lo cambiaría todo. El de los huevos bonitos con el pellejo colgando del escroto, también se puso detrás de él, intentó colarla dentro deslizándola por encima de la de Cher y lo consiguió. Dos hombres con enormes pirulas dentro de su ojete, dos pollas follándole el culo a la vez.
En cuanto descubrieron que en lugar de uno solo, podían ser dos los que obtuvieran placer, ya no querían otra cosa. Empezaron a turnarse para clavarla a dobles en su agujerito. Entonces los chicos se fueron al sofá y se quedaron toidos mirando y haciéndose pajas cuando otros dos tiarrones que las tenían igual de largas o más, irrumpieron en la habitación y le invitaron a un trío de placer.
El de las rastas largas, Will Duarte, tenía una de las pollas más descomunales que había visto nunca. Sí, una de esas pollazas negras tan grandes que caen por su propio peso colgando como el plátano de un buen bananero. Y Rhyheim Shabazz tenía la más larga que habían visto sus ojos. Mientras Rhy se lo follaba y le tocaba puntos que jamás había imaginado que podían darle tanto placer, Will enfundó su arma en la boca y ya sólo con su gordo dipote se la rellenó enterita, incapaz de tragar más trozo de ese gigantesco rabo en cuya base colgaban unas grandes pelotas que destacaban contra el fondo blanco de la pared que había detrás.
Aunque ya era consciente de la magnitud de ese desmedido pollón, cuando la soltó de entre sus labio y la dejó caer, se dio cuenta de que lo que ese hombre tenía entre las piernas era de otro mundo. Madre mía, que polla fuente de placer inmenso. Su boca no pudo, pero su ano vaya que sí. Acurrucado y bocarriba, tumbado sobre el torso de Rhy, Will se la metió enterita y a Boy se le quedaron los ojos en blanco del puto gusto de recibir una así.
Por supuesto, intentaron metérsela a dobles como antes habían hecho los chicos, que ahora se lo estaban pasando en grande, polla en mano, tocándose los rabos mientras veían cómo Boy sufría de lo lindo para intentar atrapar esas dos grandes pollazas dentro de su ano. La más grande ya estaba dentro y Rhy estaba protegiéndolo desde arriba, conduciendo la trompa hacia su agujero. Con mucho cariño, poco a poco.