El chulazo Pol Prince juega a solas y se lo pasa pipa con un dildo grande de goma en la camita | Oscar Mishima
Un dildo grueso y grande color carne en la zurda, el bote de lubricante en la diestra. Algo en el cuerpo de Pol Prince arde por dentro mientras pulsa el dosificador con el dedo y ese líquido viscoso empieza a embadurnar ese pollón de goma. Se muerde el labio inferior, sonríe de gusto. Todavía no lo tiene dentro, pero es como si pudiera sentirlo ya mismo, el soniquete de la penetración de ese pollote inundando su ano de auténtico placer.
Lleva los calzones rojos abiertos por la parte del trasero, tan sólo tiene que tumbarse, abrirse de piernas, sostener el dildo y empujar con fuerza por la base hasta que entre. Le encantan las pollas que le dejan bien relleno, que son capaces de abrirle el boquete hasta los topes. Tras sentir los primeros embites de ese juguete, lo abandona a un lado de la cama para hacerse unos dedos y descubrir el diámetro que le ha dejado abierto.
Se graba. Quiere que cuando le vean así todo guapete que es él, tan buenorro, con el ojete a punto de caramelo, los chicos se masturben por él. Se le da de puta madre provocar erecciones involuntarias. Le basta una mirada a la cámara para conseguirlo. Busca un hueco de apoyo para el dildo, para plantar la base y saltar encima empalándoselo entero sin tener que dedicar una mano para la acción.
Cada vez siente que su agujero se hace más grande. Se palmea la raja del culo con los dedos. Está mojada de lubricante. Coge el dildo y repite la misma acción. Así le gusta a él, que los tios vergones le den pollazos en el culo antes de follárselo. En el culo y en toda esa cara guapísima que tiene. Un buen rabo gordo, grande y pesado azotándole la jeta, deseándole.