Sir Peter mete una buena y dura follada a pelo a Heath Halo en el almacén del taller mecánico | Raging Stallion
Rough
Mecánicos por el día, pensando en el sexo a todas horas. La tensión sexual entre Sir Peter y Heath Halo era palpable, no sólo por esas miraditas de soslayo que se echaban el uno al otro mientras trabajaban en el taller, sino porque cada vez que se cruzaban en el angosto pasillo de las herramientas, obligados a rozarse, pasando frente a frente sintiendo el poder de sus paquetes, deseaban comerse con ganas.
La primavera empezó a tener tintes de verano, por lo que trabajar con el torso al desnudo era lo habitual. Era el primer día que se desnudaban de cintura para arriba, lo que acrecentó las ganas de pillarse el uno al otro. Los dos estaban cañón. No había centímetro del cuerpo de Sir Peter que no fuera escudriñado hasta en el más ínfimo detalle por Heath.
Hombros redondeados, brazos grandes, largos y fuertes, con buenos biceps, torso peludete, varonil, con unas pectorales flipantes. Cada vez que Sir Peter cogía algo de un estante superior, Heath se moría de gusto viendo sus sobacos peludos. Heath no se quedaba atrás. Su cuerpo musculado y su cara bonita, eran lo que cualquier macho necesitaba para saciarse tras una dura jornada de trabajo.
Por fin se fue el último cliente y entre los dos se dieron a un peligroso juego de poder en el que claramente Sir Peter llevaba las de ganar. De hecho ganó en el mismo momento en que agarró a Heath por la nuca, alzó el brazo izquierdo y le puso a esnifar de su sobaco. Heath también lo supo, por eso se dedicó a reverenciar el cuerpazo que tenía enfrente, paseando las manos y la cara por ese torso lujurioso.
Todavía sin quitarse la ropa de cintura para abajo, Heath se dio la vuelta y frotó su culo contra el paquete de Sir Peter, que no dudó al arrancar una simulación de follada. Ya se le estaba poniendo dura sólo de pensar cómo sería sin ropa y a buen seguro Heath estaría notando algo grande en el pandero. Sí, Heath estaba ya más caliente que una perra.
Se agachó y le bajó a Sir Peter el mono por debajo de la cintura. Los calzones blancos los tenía llenos de grasa y puso cara de sorpresa y alucine al ver que la huevera ya no podía retener esa pedazo de polla descomunal que se le estaba saliendo por un lado. Lo primero que hizo fue besarle el cipote, tiró de la gomita para abajo, haciendo que un cilindro largo y grueso saliera a su encuentro.
Se lo quedó mirando un momento. Un tio sabía reconocer una buena polla cuando la tenía delante. Paseó los labios por el tronco y luego se la metió en la boca. Creyó que no superaría el cipotón que ya le llenaba todo el hueco, pero se sorprendió al notar que cabía más, mucho más, cuando Sir Peter le plantó una mano por detrás en el cogote y le folló la boquita obligándole a tragar, sacándole una primera arcada.
El segundo intento fue más bestia todavía. Que Sir Peter acabara de escupirle en la boca, sólo significaba que esperaba algo mejor de él. Era imposible que ese trabuco pasara por el hueco de su garganta, pero Heath iba a esforzarse hasta el límite. La segunda arcada fue más intensa y profunda que la anterior. Esta vez fue Heath el que se animó. Escupió sobre esa polla, la pajeó a dos manos nutriéndola con sus babas y se dispuso para la tercera incursión.
En esta ocasión Sir Peter lo apresó por detrás de la cabeza con las dos manos y le folló la boca. Heath sintió que se quedaba sin respiración, que la entrada de su garganta quedaba ocupada por un cuerpo extraño. Se le hincharon las venas del cuello, su cara roja como un tomate. Acababa de digerir un buen rabaco. Sir Peter seguía escupiéndole, metiéndole los dedos para deleitarse visualmente con esa boquita. Ese tio guaperas le estaba haciendo una buena comida.
Hora de ver el culito que se iba a follar. Estaba seguro de que Heath le habría dado la espalda de buena gana, pero en ese juego de poder estaba el morbo, así que le obligó a hacerlo apresándole por los brazos, inclinándolo sobre la mesa de trabajo. Le bajó los pantalones del mono. Dios, qué culo tan hermoso. Grande, redondete y peludo, las tres cualidades que a Sir Peter le hacían santiguarse por los pecados que iba a cometer.
No podía metérsela sin más. Un culazo así se merecía una dedicatoria especial, así que Sir Peter se agachó y se lo gozó, frotando las nalgas con sus manos, desplazándolas hacia afuera para colar los morros en la raja y ponerse las botas. Joder, qué raja tan puto peluda, llena de pelos negros. Entre la maleza localizó su agujerito rosáceo, apuntó con la lengua y lo penetró.
No podía parar de sobarle el culo, de darle placer con la lengua, de besárselo. Estaba delicioso. Se puso en pie y le metió una buena paliza con la polla. Su rabo y ese culo hacían buena pareja, los dos grandes y potentes. Ni se tomó la molestia de agacharse para coger un condón del bolsillo y Heath parece que se lo agradeció. Le metió la polla a pelo, centímetro a centímetro, poco a poco, escuchando cómo Heath gemía en alto al sentirla dentro de su recto.
Cuando sus muslos se toparpon con las nalgas, empezó a follárselo. Le había salido tragón. Lo empolló hasta reventarle. Le cogió por los brazos forzándole, manteniendo ese juego de poder en el que él tenía el control total. Toma polla, hasta los huevos, una y otra y otra vez. Sentirse con poder le hacía encabronarse más y, por lo que podía apreciar en los gemidos y la cara de Heath, a él también le molaba ese juego.
Llegó la hora de llenar el depósito, los huevos de leche. Era un castigo pero a la vez un placer. Sir Peter se tumbó y esperó que Heath le cabalgara dándole la espalda. Ver ese culazo bombeándole el rabo era una prueba de fuego para su resistencia y a Sir Peter le encantaba ponerse a prueba. Si no acababa preñándole por error, saldría victorioso con las pelotas bien cargadas.
Nada le ponía más cachondo que ver su enorme polla penetrando un culazo así. Y sí, salió ganando. Las ganas por follarse ese tio iban en aumento. Lo tiró bocarriba y se lo folló con fuerza, poniendo una pierna en la improvisada cama en que se había convertido la mesa de trabajo para encontrar un punto de apoyo. Le gustaban los culazos, pero también ver la cara de placer de un tio guapo y cachas sucumbiendo a sus encantos.
Su meta fue que Heath dijera que esa había sido la mejor follada de su vida. Se subió con ambas piernas a la mesa, el culo de Heath abierto entre los muslos de Sir Peter, que atacó con todo y le taladró el ojete desde arriba, cayendo con toda su fuerza sobre él, penetrándolo a fondo con su larga, cilíndrica y descomunal pollaza, abriéndole un buen socavón.
Puso de nuevo los pies en la tierra y siguió metiéndola hasta que le vino el gustillo de la corrida. La sacó, se la pajeó y soltó su semilla cerca del ojete y en el interior de las nalgas de Heath, viendo cómo su leche espesa se quedaba impregnada en los pelazos del culete. Le metió por el culo el churro empapado en semen y Heath le pidió que siguiera haciéndolo mientras se corría, mojándose el puño y por debajo dle ombligo de lefa. Sir Peter seguía con la polla dura dentro de él, con su gorrita, con su torso peludo ahora sudado por el esfuerzo, tremendamente atractivo, tremendamente adictivo.