El calor de la gorda y enorme polla le llegaba hasta el torso. La tenía tan cerca que casi podía rozarla. Jaxon Colt se dedicó a chuparle los pezones a Sean Zevran, unos pezones bien puestos en unos duros y cultivados pectorales. Después fue bajando por su abdómen de hierro forjado, atrapó la pollaza con la boca y se la metió dentro.
El sonido de su mamada alcanzaba todos los rincones de la serrería en la que trabajaban y que habían esperado impacientemente a que quedara desierta para hacerse unas horas extra chupando verga y follando. Jaxon cabeceaba con amplitud tragando polla, un rabaco interminable y apetitoso que convirtió en un pepito de chocolate nutriéndolo bien con sus babas.
A Sean le esperaba otra merendola de las buenas. Jaxon se puso de rodillas sobre un cajón de madera, ofreció su culo a ese potente macho y cuando se arrodilló para comérselo notando su aliento dentro de la raja, le agarró por detrás de la cabeza para que le forzara la entrada con la lengua. Sean le abrió el ojal a la vez que le agarraba del rabo y los huevos que le colgaban entre las piernas. Follarse a ese guaperas iba a ser pan comido.
La monotonía de estar horas y horas serrando madera se pasaba antes cada vez que miraba la forma de ese culazo bajo los pantalones vaqueros. De vez en cuando durante la jornada, Jaxon miraba hacia atrás hacia su paquete hinchado. Horas de calentón, la leche acumulándose en las pelotas, así acababan cuando todos se habían ido, tragando rabo, metiendo polla, disfrutando y sudándola como cerdos.
Sean le ajustó el rabo dentro del culo y se lo folló por detrás. En cuanto se acostumbró al tamaño de la verga, Jaxon empezó a participar de la follada meciéndose hacia atrás, haciendo que el pollón le entrase hasta las bolas. Jaxon terminó chupándole la polla de nuevo, ahora más grande y más dura todavía. Sean se fue poniendo cada vez más cachondo hasta que un gustito le recorrió la columna, entonces se levantó, se pajeó efusivamente la polla encima de la jeta de ese tio guapo y vio cómo los chorrazos de lefa se elevaban hacia arriba y le dejaban los morritos llenos de semen.
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