Brysen, Hayden Harding y Paul se montan un trenecito sin condones en los vestuarios del gym y se sacan toda la leche de las pelotas | Sean Cody
En ese gym, enseñar culo era sinónimo de tener a un tio deseando follártelo. Ese fue el error que cometió Brysen al llegar antes que Hayden Harding y Paul a los vestuarios, que cuando ellos entraron, él ya estaba con los calzones abiertos por detrás que dejaban a la vista sus hermosas y turgentes nalgas. Mientras ellos se desnudaban y se enredaban una toalla blanca a la cintura dispuestos a ir a la ducha, no le quitaron ojo de encima.
La ducha tendría que esperar. Eso de estar entrenando varias horas, lejos de agotarles y dejarles sin ganas, impresionantemente tenía el efecto contrario, que se sentían más fuertes, más cachas, con ganas de empotrar a cualquiera que se les pusiera por delante. Empezaron comiéndose las bocas. Brysen sonrió al ver que bajo el frontal de las toallas se formaban unas tiendas de campaña de lo más molonas.
Tardó cero coma en agacharse, quitárselas, descubrir que estaban muy bien dotados y comerse esas dos grandes pollas. Ninguno defraudaba. Paul la tenía algo más gruesa y venosa. La de Hayden iba a juego con su cuerpazo irresistible y varonil, larga y grande, perfecta para darle un beso de tornillo y desvalijarla con los labios desde el cipote a los huevos. Mmmm esa cadenita al cuello posándose sobre la parte superior de sus fornidos y peludos pectorales. Qué cosa más rica. Estaba para darle culo y más.
¿Quién iba a ser el primero en donar rabo a ese jodido culazo blanco y redondito? Al verlo regalándoselo a cuatro patas sobre el banco justo en medio de los vestuarios, Hayden supo que corría el riesgo de meterla y correrse dentro, porque ese pandero esa efectivamente delicioso para la vista y para todos los sentidos, pero arriesgándose a ello, se la metió a la primera y sin condón y empezó a hacer lo que mejor se le daba en esta vida, follar.
Mientras recibía pollazos, Brysen acallaba sus propios gemidos haciendo una mamadita a Paul. Teniendo ese biberón en la boca, no armaba tanto ruido. Se intercambiaron. Aunque Hayden ya le había abierto el hueco, Paul lo sintió tan apretadito como si fuera el primero en hacérselo. Hayden no se conformó con una mamada al uso, agarró la cabeza de Brysen con las dos manos, una en el cogote y la otra en la barbilla y empezó a culear follándole la boquita, haciéndole digerir su largo rabo hasta metérselo por la garganta.
Contra la pared. Brysen se puso de pie mirando hacia ella, las palmas de la mano arriba, aferrándose a la superficie lisa, piernas semi abiertas y culete hacia afuera. Paul fue justo por detrás. Antes de metérsela, Hayden se acercó por su retaguardia y le hizo hombre. Esperó a que se la hubiera colado en el agujero antes de penetrar a Brysen y ya los tres juntitos, pegados cuerpo a cuerpo, se montaron en ese vertiginoso trenecito en el que cada empoderamiento de caderas singinificaba un paso más hacia la corrida.
Entre la espada y la pared, Paul fue el que marcó el ritmo. Si tiraba hacia adelante sentía el rabo de Hayden saliendo de su culo pero todavía dentro y su pene gozando el el acogedor interior de Brysen. Si tiraba hacia atrás era justo lo contrario. Hiciera lo que hiciera, estaba contra las cuerdas. Hayden se lo puso más difícil culeando desde atrás, metiéndole el rabo entero, hasta las pelotas, haciendo que los tres juntaran sus muslos y se dieran el máximo placer.
Ese jueguecito les había molado, así que repitieron pero esta vez en otra postura. Hayden siguió dominando desde atrás, pero esta vez tumbado en el suelo, Paul se sentó sobre sus piernas dándole la espalda y Brysen hizo lo propio sobre las piernas de Paul pero mirándole de frente. Ahora, cada vez que Brysen saltaba y pajeaba la polla de Paul con su excelente culazo, daba placer a los tres.
Brysen se abrió de piernas y se tumbó en el suelo para dejar que esos dos chulos le remataran. Qué gustazo le dio tener a Hayden justo delante, con esa cara tan guapa y ese torso envidiable cogiéndole de las piernas, abriéndoselas de par en par y follándoselo. Brysen se corrió encima con esas vistas en su memoria reciente. Hayden tardó apenas segundos en sacársela del culo y desperdigar su semen por encima de su pene, sus muslos y sus bolas.
Al ver a esos dos corriéndose con tanto empeño, a Paul también se le despertó la furia que llevaba dentro. Estaba sentado en el banco, se abrió un poco más de piernas, agarró su pene, se lo pajeó con fuerza y cuando sintió el flujo de leche saliendo por sus pelotas, apuntó hacia la cara de Brysen y se corrió encima de ella, acertando de pleno, metiéndole unos buenos chorrazos espesos y blancos de lefa en toda la boca, ensuciándole el bigote y los morros.
Le bombeó tal cantidad de leche que Brysen se vio obligado a cerrar la boca y hacer pucheros. Y cuando creía que había parado, Paul le sorprendió con otra mansalva de putos chorrazos potentes disparados hacia su pecho, que volvieron a llenarle la boca de semen y le dejaron ciego. Se quedó casi sin poder abrir los ojos. Tendrían que ayudarle entre los dos para llegar hasta las duchas.