El chulazo Kit Corrigan da culo a Drew Valentino para que se lo folle a pelo en el taller mecánico | Raging Stallion

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Como buen mecánico, Drew Valentino está acostumbrado a manejarse con grandes herramientas, no obstante esa que tiene entre las piernas también es de buen tamaño o eso dicen todos los tios que la han visto. Kit Corrigan, el guaperas al que contrató para trabajar junto a él en el taller con la intención de atraer al público femenino simplemente para que ellas se lo pensaran antes de ir al taller de la calle de enfrente, resulta que le ha salido rana.

El tio no ha parado de tirarle los tejos día sí, día también. Kit está tremendo. Tiene una cara de macho del que cualquiera se enamoraría al primer segundo, unos ojazos, barbita, va siempre con la camisa abierta a pecho descubierto, mostrando su torso peludo y musculoso y siempre demuestra estar tan dispuesto para el sexo que entran ganas de abrirse de piernas y tenerle encima y mirarle bien de arriba a abajo mientras se te mete dentro.

Pero a Kit, lo siento chicas, le tiran los rabos cosa mala. En cualquier lugar ve un posible falo. Suele acercarse a ver cómo Drew limpia la llave inglesa. Le gusta ver cómo esas manos grandes sujetan la tela y frotan el duro metal, porque se imagina que Drew está pelando una buena polla. Kit es un chico cercano y no es un decir, le gusta acercarse, sentir el contacto de otro cuerpo, por eso a Drew se le acerca por detrás y se pega a él, incluso le pega el paquete al culo para que lo sienta.

Ese día va a tener suerte. Drew también anda con ganas de hacerlo y no se le ocurre nadie mejor que ese tio que siempre está salido y cachondo perdido para compartir intimidades. Suelta la llave en la mesa, se gira y se dan el lote. Kit pasa de su boca a su sobaco. Lo esnifa, mira a Drew y sonríe, saca la lengua y se lo relame. Ese cabrón además de estar muy bueno es un auténtico cerdaco de los buenos.

Y a pesar de ser un granujilla, tiene pinta de cumplir órdenes y dejarse hacer. Drew levanta el otro brazo y al momento ya tiene a Kit olisqueánoselo. Cada vez más impaciente, Kit le quita la camisa a Drew y luego entre los dos ayudan para bajar los pantalones junto con los calzones, todo a la vez. Drew no sabe si a Kit le gustará, supone que sí por lo cerdo que es, pero después de seis horas de duro trabajo en el taller, tiene la huevera bien sudada.

No supone un problema para Kit, que después de recibir el aroma de la entrepierna de su jefe como un azote en todas las napias, coge el pirulón larguísimo de Drew por la base, se lo pone tieso y se lo empieza a comer a bocados. Al ratito hace sujetarse la polla a Drew para poder succionarle los huevos. Se toma un momento para olerlos, para decirle a Drew lo sudados y ricos que están.

Mientras se los mete uno a uno en la boca y los estira, Drew deja caer el peso de su vara sobre esa cara tan atractiva. Su pene meciéndose sobre el gepeto de Kit, rozando su frente, sus narices, su pelo. Parace que Drew también está empezando a ponerse muy cachondo y decide seguir los pasos de Kit, para ver si le gusta y eso. El primer paso es quitarle la camisa y hacerle levantar los brazos.

Tiene los pelos del sobaco sudados. Drew se sorprende a sí mismo frotando toda la cara por encima, impregnando su barba con el aroma de ese hombre. Hace lo mismo con el otro sobaco y repite para después acudir a la boca de Kit con todo ese olorcito encima. Y vuelta a los sobacos. Jamás pensó que le gustaría tanto. Le tocaría comer rabo, pero prefiere su culo.

Le da la vuelta, le pone mirando hacia la mesa de herramientas y se agacha para apreciar de cerca ese tremendo culazo. Es blanquito, grande y bastante peludo a medida que se acerca a la raja. Sumerge dentro de ella los morros y se pega le festín para después centrarse en abrirle el agujero. Con un dedo explora las profundidades de ese hueco tan suavecito y acogedor.

Era de esperar de un mecánico que no echara mano al pantalón para sacar un preservativo ni que buscara lubricante. Drew se puso de pie, se escupió en la palma de la mano, se engrasó la polla y se la metió por el culo todo lo larga que era a ese cabrón. Así, sin anestesia, le dio por culo y sin condón. Kit gemía de gusto. Su cara sonrojada a veces esgrimía una sonrisa de placer.

Una nueva chupadita para ensalivarle el rabo y Kit se abrió de piernas sobre el banco que había cerca. Entre ellas vio llegar a Drew, que se metió de nuevo dentro de su cuerpo y empezó a follárselo. Las vistas de su jefe eran tremendas, pero no menos que las que tenía Drew, con ese chulazo ahí tumbado y entregándose a él. En el fragor de la follada, Kit fue a agarrarle el culo con las manos para sentir el bombeo, pero Drew se las retiró y le hizo subir los brazos. Había encontrado en la vista de unos sobacos desnudos y peludos un fetiche del que ya no podría deshacerse nunca.

Cambiaron posiciones. Drew se quedó tumbado y Kit se sentó encima de sus piernas clavándose la polla y saltando, jodiéndole toda la polla con el culo. Para entonces, Kit ya se había quitado los gayumbos y ahora, cada vez que saltaba, Drew podía sentir el roce de su pene erecto rozándole el estómago hasta por encima del ombligo. Incorporó un poco la cabeza hacia adelante para verlo, pero tuvo que retirar la vista por miedo a correrse, porque aquello era demasiado.

Kit se inclinó hacia Drew. Desde el beso no habían estado tan cerca el uno del otro. Se miraban con deseo, una auténtica locura que no hacía sino sumar a lo que ya estaba ocurriendo por ahí abajo, con ese culazo merendando rabo a toda hostia. Kit se incorporó y juró que se corría. Su semblante se relajó justo en el momento en el que zanjó una paja del revés, soltando su leche encima del torso de Drew.

Cuando Kit se fue a retirar la polla del culo, Drew miró hacia abajo de nuevo. Vio cómo el pene de Kit, todavía duro y con la punta llena de lefa, resbalaba por los pelos de su torso dejándoselos empapados en semen. Se puso cómodo para hacerse una paja. Kit coló la cabeza entre sus piernas y se dedicó a comerle los huevos. Aquello ya salía.

Drew no quería desperdiciarla, así que en el momento adecuado, muriéndose de gusto, cogió a Kit de los pelos obligándole a mirar hacia arriba, enderezó la polla apuntando con el cipote hacia su boca y un chorrazo largo de lefa salió volando, sacudiendo el interior de la boca de Kit desde el labio superior, que sonreía con los morros y la boca llenos de leche, rechupeteando ese pito largo recién corrido. Drew se incorporó hacia adelante y le pegó un último morreo, probando las delicias de su propia polla.

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