En los vestuarios, junto a las taquillas, uno veía muchas cosas, pero no era habitual ver a un tio trempar. Sumner Blayne ya se dio cuenta de que el tamaño del bulto de Levi en los calzones no era el de una polla flácida y lo corroboró cuando este se bajó los calzones, antes de que se pusiera la toalla a la cintura, al ver que el tio tenía la mazorca empinada hacia adelante.
Entre hombres quién era él para juzgar, si alguna que otra vez se le había puesto dura en el gym por le esfuerzo. Sus motivos tendría Levi para estar así nada más entrar, solo que un pequeño detalle hizo intuir a Sumner que el que la tuviera empalmada era él. No quería hacerse ilusiones, porque ese tio estaba buenísimo, para correrse con sólo mirarlo, con esa cara de daddy chulazo con barbita, unos ojazos azules para morir en ellos y un torso de escándalo, peludete por la zona de sus pectorales bien fornidos y unos abdominales marcados que invitaban a cometer locuras.
Sea como sea, Sumner se subestimaba. Todavía no era consciente de que el que Levi la tuviera dura era efectivamente por él, porque cuando entró en los vestuarios justo le pilló bajándose los gayumbos, mostrando su poderoso culazo y con la iluminación de los vestuarios dándole directamente de frente y en el espejo que tenía delante, remarcando la forma de su larga pija.
El morbazo que tenían las casas de baño para hombres no lo tenía casi ningún otro lugar. La humedad, el vapor condensándose sobre los cuerpos masculinos que empezaban a abrir poros en la piel y a hacerlos sudar, moldeando sus formas musculadas con su luz roja y tenue. A poco que te gustaran los tios, en ese ambiente propicio, era fácil que se te despertaran las ganas de follar.
Ni Sumner ni Levi pudieron ocultar que se molaban. Lo que se alzaba entre sus piernas levantando las toallas que llevaban anudadas a la cintura no dejaba lugar a dudas. Para qué tenerlas ahí puestas si las cartas ya estaban sobre la mesa. Levi empezó a tocarse más de la cuenta, una mano acariciando la pija, la otra haciendo lo propio con su cuerpo. Y qué cuerpo, señor, gloria bendita.
A punto estuvo Sumner de dar el primer paso, pero Levi se le adelantó, se puso de rodillas frente a él y Sumner supo lo que debía hacer. Separó un poco las piernas, dejó entrar a ese extraño a gatas, plantó una mano sobre su cabeza y le puso a comer rabo. Al ver esa cara guapa de macho abriendo la boca y sentir el roce de sus labios, Sumner gimió de gusto y echó la cabeza hacia atrás.
Le practicó una mamada suave y cariñosa antes de levantarse. Por primera vez Sumner se abandonó al placer de tocar ese cuerpo cincelado por los dioses. Una vez calmó sus ansias por rozar esos pectorales peludos y firmes y cada hendidura de los abdominales, dirigió la mano a la polla, se inclinó y se la metió en la boca, mirando enseguida hacia arriba a ver si a Levi le había gustado tanto como a él. La respuesta era afirmativa.
Se quedaron un rato intimando, de pie, cruzando pajas, frotando sus pollas una encima de la otra, luchando con sus capullos, morreándose con ganas. Sumner tenía claro que quería entregarle el culo a ese machote. Antes de que una vez más le tomase la delantera, se giró y se lo puso en bandeja. Pero debía haber previsto que Levi no era como el resto de hombres. Tenía un dominio de la situación propio de quien se ha follado a montones de tios. Con esa pinzata a Sumner no le pillaba por sorpresa, porque un tiarrón así podía tener a cualquiera a sus pies.
En lugar de ser penetrado, Sumner sintió la polla dura y caliente de Levi frotándose contra sus nalgas, abriéndose hueco por la raja de su gran y hermoso culo. Con una sonrisa giró la cabeza y besó en la boca a Levi, experto en abrir agujeros, porque el de Sumner estaba ya a punto. Elevó un poco más la pierna derecha y deseó que esta vez no tardara mucho en metérsela, porque le tenía cachondo, pero Levi volvió a tomarse su tiempo, ahora rozándole la entrada con el cipote, lo que desarmó por completo a Sumner que se puso a gemir en alto llenando el baño con reverberaciones de gozo.
Ahora sí Levi le encajó la pija sin condón, disfrutando de las sensaciones que le provocaba meterla en un lugar tan estrecho. Unos segundos después de recuperarse, comenzó a sacar por primera vez la polla del culo para volver a meterla y empezar a follárselo. A Sumner le gustaba que se lo zumbaran por detrás, sentir la rabia incontenida de un lobo solitario jodiéndole el culo a granel, pero necesitaba ver ese cuerpo una vez más.
Era pasión lo que sentía por él. Volvió a posar sus manos sobre esos pectorales, ahora sudaditos. Se lo llevó a la piscina cubierta de agua templada, se sentaron en el borde y allí una vez más se comieron la boca y Sumner siguió gozando de ese cuerpazo que estaba como sacado de su mejor sueño húmedo. Pero no era un sueño, era real. Bajó a comerle la polla, dejando su culete sobresaliendo del agua para que Levi soñara también, con sumergir su pene dentro de él y darse una alegría pal cuerpo.
Enseguida se dio. Cariñosamente empujó a Levi para que se tumbara en el suelo y él se sentó en sus piernas clavándose su polla, dándole la espalda pero girándose para tener esa cara a tiro de vista y ver cómo disfrutaba cuando le pusiera la polla a prueba de bombas masturbándola con su poderoso culazo. Se levantó y le regaló de nuevo su culo para que lo empotrara junto a la pared, donde había unos grandes espejos que no se perdían nada.
Sumner acabó abierto de piernas al borde de la piscina, con ese chulazo reventándole el culo. Se obligó a mirar su guapísima cara, sus ojazos, su barbita, su musculoso cuerpazo del deseo y de ahí nació la semilla que inundó su pierna y su vientre de leche. Levi siguió un buen rato dentro de él, inclinando su cuerpo, besándolo. Sumner persiguió que se le corriera encima, pero entonces Levi le levantó y se lo llevó a las duchas. Allí disfrutaron de las vistas de sus cuerpos desnudos un rato más. Levi seguía empalmado. Sumner hubiera dado lo que fuera porque ese tio se corriera en su cara, pero tenía que entender que ese tio tendría unos planes y habría quedado con alguien para el que se estaba reservando.