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Sumner Blayne se folla el precioso culazo del guapísimo Matthew Ellis y se corre en su cara | Sean Cody

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Llegó un momento en que Matthew Ellis no sabía si sus seguidores por redes eran debidos a su buena labor como entrenador online o al irresistible culazo que se le marcaba debajo de los pantalones. Los comentarios que recibía en cada nueva actualización le hicieron dudar. ¿Sus seguidores estaban ahí practicando a la par que él o se la estaban machacando mirando su trasero? Sumner Blayne terminó de despejar sus dudas.

Sí, definitivamente se la estaban machacando admirando ese precioso culito redondo, aunque no pudieran verlo desnudo, fantaseando con sus curvas y su suave textura. Unas miraditas haciendo pesas, un yo marco culete, un me todo el paquete para decirte sin palabras lo que me mola. Un gesto invitándole a los vestuarios, todo para que Matthew llegue y se encuentre a Sumner desnudo sentado en el banco, sonriendo, con las piernas abiertas, zarandeándose la polla, muy seguro de sí mismo y de que a cualquier chico le gusta su rabo.

No es que alardee de lo que no tiene, es que el cabrón lo tiene y consigue que el guapísimo Matthew se ponga de rodillas comiéndole esa porra larga y grande y al notar esos labios acariciando su miembro, Sumner se estremece de gusto, cierra los ojos y echa la cabeza hacia atrás en señal de agradecimiento infinito. El tio resulta ser un buen mamón, todo un glotoncete que no se conforma con darle un repaso al mango, sino que se lo mete hasta el fondo e intenta colárselo por la garganta.

El empinamiento del pollón de Sumner no viene dado solamente por lo guapo que es el chico que se la está chupando, es que está viendo al fondo la silueta de sus nalgas y eso le pone perraco. Se inclina, alarga el brazo rozando la raja con sus dedos y se encuentra con un inesperado y sorprendente agujerazo para clavarla. Al momento se excita tanto que coge a Matthew por las caderas, lo sienta sobre sus piernas y se la introduce dentro sin condón.

Joder, qué apretada. Una vez entra, el chaval no para quieto y contonea el trasero tragando rabo, culeándolo. Sumner le besa, se excita y por un momento piensa en lo agradable que sería dejarse llevar y correrse, dejar fluir su semen dentro de él. Lo tiene tan cerca, tan guapo, saltando sobre él, gimiendo, su cuerpo musculado, que empieza a amarlo con todas sus ganas.

Se echa hacia trás, dejando caer la espalda sobre el asiento, sube los pies al banco, rodillas dobladas y lo encula desde abajo con fuerza. El agujero de ese culo tan maleable, antes tan apretado, ahora le queda como un guante. Saciada el hambre de ese primer encuentro, Sumner lo desnuda por completo y lo pone mirando contra la pared. Se agacha y por primera vez visualiza ese culazo delante de su jeta, inconmensurable.

Pasea las dos manos por sus nalgas como si lo estuviera bendiciendo, como si no pudiera creer lo bonito que es. Tan redondo, tan blanquito, tan firme, tan suave que da envidia. Mete los morros y a ciegas busca el agujero con su lengua. Enseguida lo encuentra y le hace gemir de gusto. Se pone en pie, le plamea la raja con el pollón y lo mete de nuevo por su ojete. De nuevo apretadísimo, pero se la traga hasta los huevos.

Le da por culo, lo empotra, lo atrae hacia él para amarle, lo agarra por el cuello. Le da bien de caña para que no se olvide de él. La manita de Matthew se posa en su muslo pidiendo que vaya más despacio, pero Sumner ya ha metido la quinta marcha y no puede frenar. A cuatro patas en el banco, bocarriba abriéndolo de piernas, abalanzándose encima de él y gozando de su cuerpecito musculoso y desnudo.

Matthew se agarra la picha. Está desnudo, abierto de piernas, con ese tio clavándole todo el pollón, sintiéndolo bien adentro. Mira a Sumner con sus ojazos claros preguntándole si quiere ver cómo se corre pero no le da tiempo a contestar porque ya se está disparando encima, nutriendo sus marcados abdominales con toda su leche. Mientras se saca la paja, anima a Sumner a seguir follándoselo, porque anda que no da gustito correrse mientras te tocan el punto de placer.

Se la mete un ratito más hasta que le viene el gusto. Se sube al banco y se pajea apuntando hacia los pectorales y esa linda carita. Al final apunta hacia la cara y empieza a darle calcio. La barbita rubia cubierta de leche, otro lechazo pringándole el bigote, dándole pasta de dientes y colándoselo por el interior de la boca. Matthew cierra la boca y se relame toda esa sustancia tan nutritiva que parece encantarle. Su cara guapa y bien sucia, bien cerdeada, con el semen de ese macho encima. Se imagina la cantidad de leche que deben soltar sus seguidores al ver su culito cada día y por un momento se alegra de ser el causante.

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