Algún día Danny Fantasy sueña con ser como Clark Reid, el tio más alto y fuerte que conoce en el gym. Danny no deja de ser todo un caramelito, con sus ojazos del color del azul de un mar paradisíaco y su cuerpo musculadito, pero quiere estar todo cachas como Clark. No sabe si ya alcanzar su estatura, pues le saca casi una cabeza de altura y el tiempo se agota cumplida la veintena.
Le encanta practicar con él cada mañana. Una tanda de biceps, una serie de flexiones, tocarse el uno al otro para descubrir los avances, mirarse al espejo y ponerse cachondos al ver a dos tios mazados bien guapos y atractivos. Que se les ponga dura es normal, hasta entiende que Clark se siente frente a él y empiece a tocarse el paquete, pero esa miradita fija que le lanza ya dura demasiado tiempo.
Adora a Clark, pero no sabe si tanto como para traspasar la línea que separa la amistad de ese algo más que quiera que haya después si le toca el paquete. Danny le ha dado la mano y él le ha cogido el brazo entero. En cuanto siente la mano de Danny rozando sus partes nobles, Clark se quita los pantalones y se anima. Ahora, además de sus músculos, Danny tiene otra parte del cuerpo de Clark para adorar, su larga y gruesa pija.
En cuanto se la mete en la boca sabe que está hecha para él, para chupar sin descanso, para deeslizar la mano sobre ella y catapultarla a la fama. Está durísima. La trabaja con una mamada de tornillo. El calor inunda todo su cuerpo y empieza a desprenderse de ropa, comenzando por los pantaloncitos, dejando su hermoso culo al alire justo cuando Daniel, otro habitual del gym, irrumpe en la sala.
Iba a la sala motivacional del gym y nunca le había hecho tanta ilusión entrar en ella al ver a un chaval a cuatro patas comiendo el rabo a otro. «Hazte tú con su culo«, le dijo Clark con una voz que quería denotar toda su potencia, pero que se quedaba a medio gas por culpa de la buena mano y la boca de Danny, que estaba haciendo un buen trabajo.
Sin miramientos, Daniel se bajó los pantalones y dejó danzar el rabo largo que tenía entre sus piernas, algo morcillón en cuestión de segundos al ver esa escena. Se arrodilló, acopló sus manazas al culo de ese chaval, le metió la lengua y raspó su raja con su barba canosa. Al rato se levantó flexionando las rodillas, apuntando con el pene tieso hacia el agujero del chico y lo penetró sin condón.
Mientras el pene se introducía lentamente por su apretado ano, Danny frenó la mamada. Se quedó sintiendo todo ese torrente de placer, intentando digerir las emociones que inundaban su cuerpo en ese momento, con la polla de Clark bien tiesa y dura en la mano y su boca arropando el cipote. El ti que tenía detrás no se conformó con empotrarle, sino que se inclinó posando el torso sobre su espalda, le giró la cabeza y empezó a comerle el cuello y la boca, a hacerle el amor.
Y Danny se dejó. Le encantaba sentir el amor de un hombre excitado, sentir su aliento en la oreja, sobre la cara, su polla bien adentro. Tras probar la de Daniel, se sentó sobre la de Clark y se lo cabalgó. Igual de larga pero algo más gordita, para Danny fue todo un placer menear el culete delante de ese chulazo, mirarle fijamente a los ojos y enamorarse mientras le pajeaba la polla con el culo bien caliente.
Compartieron algo más. Daniel se puso entre los dos y dejó que le comieran el rabo y los huevos. Chicos, con calma, que hay para los dos y de sobra. No había acto más íntimo con un colega que compartir mamada, mirar su cara de vicio, pasarle el trabuco con tus babas encima y ver cómo se introduce por su boca, comiéndose todo lo que tú ya te has comido, trabajar en equipo, uno chupando barra y el otro succionando hueva.
«¿Sabes lo que me motivaría ahora mismo?– preguntó Daniel masturbándose el pijote con ese par de huevos bien colgantes rebotando entre sus muslos – taladrarte ese culito blanco y suave que tienes«. Dicho y hecho, Danny, que flexible era un rato, se tumbó en el suelo apoyando en él la espalda y elevó el trasero. Daniel, a la vista nervioso por la idea de poder follárselo así, se puso delante del chaval, dobló las rodillas y le penetró a pelo con su digna polla.
Ay señor, qué cosa más rica, Daniel doblando rodillas, con ese culito bien abierto entre sus piernas peludas, su pene duro perforando el agujero del chico y sus cojones retozando en la parte de atrás de su pandero. Le subieron a un cajón que quedaba justo a la altura de las caderas de Clark para que este se lo follara y rematara la sesión motivacional de la mañana.
Qué más motivación necesitaba Danny para amar, para que un flujo de leche inundara sus huevos, si estaba viendo enfrente al chulazo de Clark dándolo todo, penetrándole a placer, Daniel acariciando su cuerpo con las manos fuertes y viriles. Y llegó y fue un placer tener a dos tios mirando cómo se venía arriba, cómo se encorvaba un poquito la sentir el gusto, cómo Clark le acompañó en la paja sacando la pija de su culito y los dos haciéndoselo mano a mano a ver cuál se corría primero.
Danny fue el primero en correrse. Por su polla salió todo el placer que le habían entregado y lo lanzó bien lejos, más allá de su cara. Daniel estuvo atento para deslizar su lengua por la corrida sobre el torso musculado del chaval. Clark lanzó otro chorrazo a degollo y en su cara se dibujo una placentera sonrisa de un tio que acaba de correrse bien a gusto.
Daniel se puso de pie para poner el punto y final. Su polla estaba durísima, a punto de reventar. Mano firme sobre la tranca y acabó escupiendo. Parecía una puta fuente de la que no paraba de manar leche, empezando con poca presión y luego poco a poco aumentando, al contrario de lo que le sucedía a cualquier otro tio. Pero es que Daniel no era cualquier otro tio. Los tres se calmaron mirando el torso de Danny, bañado con la leche de los tres.