Viktor Rom pone a mamar rabo y se folla sin condón a Engelberth en mitad del bosque con mirones de cruising

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El parque, el gran pulmón de la ciudad, parece dividido en dos partes a simple vista. Está la parte soleada en la que las familias compartes un soleado día y los ciclistas salen a hacer deporte y está el lado oscuro, donde las frodosas copas de los árboles lo convierten en el lugar ideal para citas a ciegas, chicos que esperan apoyados contra el tronco de un árbol viendo el percal, disfrutando de los machotes que pasan corriendo por el camino, de sus músculos, de la voluminosidad de sus paquetes.

No era la intención de Viktor Rom levantar pollas. Él simplemente es como es y está así de bueno, pero ver a tantos tios mirándole lascivamente, tocándose los paquetes al verle pasar, teniendo pensamientos impuros, se la pone durísima y termina por acercarse a un chaval con pinta de malote que tiene buena pinta con su camiseta ajustada de Adidas y pantalones cortos y calcetines negros de árbitro.

Pues arbitra esta, parece decirle Viktor agarrándose el paquetón. Se alejan del camino y se internan en el bosque, donde otras parejas de tios se lo están pasando bien de rodillas. Engelberth termina de la misma forma, recogiendo con su boca la chorra todavía blandita pero bien gorda de Viktor y haciéndole una mamada. No sabe lo que le espera.

Pronto se convierten en el centro de atención de todos y es que Viktor está agarrando por el cogote al chaval enseñándole a aguantar la respiración con la polla dentro de la boca contando hasta diez. Cipotón gordo colándose por la garganta, labios pegados a la base del rabo y la bolsa de las pelotas. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve y diez. Sale a respirar, lo justo para notar de nuevo la mano de Viktor detrás de su cabeza y tragar rabo de nuevo.

Les excita eso de tener mirones detrás de las ramas, ciclistas heteros que pasaban por allí y que no se cortan en mirar. Un chulazo guaperas con camiseta y vaqueros ajustados se planta a cinco metros de ellos y se saca la chorra haciéndose una paja justo cuando Viktor se dispone a penetrar el culazo de Engelberth. Qué culo tiene el tio, con nalgas que se contonean como flanes y con la raja bien cerrada. Cuando Viktor se la cuela no sólo siente el apretón de su ano, sino la suavidad de sus cachas arropándole la enorme y gordísima pija.

Sin importarles quién mire, salen del bosque con la intención de ir a un lugar más íntimo donde poder quitar el freno a sus fantasías. Van empalmados, aunque por suerte los pantalones negros disimulan las tiendas de campaña. Se dan el lote en plena vía pública. Engelberth para en unos aparcamientos de bicis y reta a Viktor a comerse su culo allí mismo. Viktor le baja los pantalones y hunde los morros en su raja una vez más.

El chaval le lleva hasta el hotel donde se hospeda y no son capaces de llegar a la habitación. A mitad de camino se lo montan en las escaleras. Engelberth le saca el rabo y le pega una buena mamada. Más salvaje que antes, con más hambre y más saliva, Engelberth se la deja chorreando de babas, las suyas y las de Viktor que no para de agarrarle por los pelos, levantarle la cara y escupirle en la boca.

Viktor se lo lleva hasta uno de los espacios de relax donde hay una mesa, le hace ponerse de espaldas apoyándose en la mesa y le mete la tiesa polla por el culo sin condón. Sin miedo a que salga algún huésped de alguna de las habitaciones o del ascensor, recorren un largo pasillo casi desnudos, sobre todo Viktor, que va andando con el pito duro, los pantalones por las rodillas y la camiseta pasada por detrás del cuello enseñando torso.

Y en mitad del pasillo, otra mamada y vuelta a romperle el culo, bien agarraditos uno detrás del otro, danzando mientras se lo zumba. Engelberth se saca la polla por primera vez y se masturba recibiendo rabo. Al darse la vuelta Viktor descubre lo bien dotado que está el cabrón, sabiendo que ha tenido buen ojo eligiendo pareja en esa improvisada mañana al salir a correr. Con las pollas duras meciéndose de un lado a otro caminan hacia la habitación. Cierran la puerta tras ellos y qué apostamos a que la próxima vez que el chavalín la cruce para salir lo hará con dificultades para andar pero bien contento.

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