Viktor Rom cura todos sus males penetrando a pelo el culito de su guapísimo doctor Abel Rodriguex y dejándolo bien preñado
El buen doctor
Había llamado al doctor Abel Rodriguex para un problemilla y ahora Viktor Rom tenía otro más gordo entre las piernas. «Mire doctor, es que se me está poniendo muy dura«, le soltó sin pensar. Fue la carita guapa de Abel la que se la había puesto así, sentirlo tan cerca de él. Pero hasta para eso el doctor tenía un remedio. Metió los dedos de la mano por la parte superior de la goma de los calzones de Viktor, la separó y abrió los ojos como platos al encontrarse con el pollón más grande que había visto nunca.
Le hizo sentarse, se metió entre sus piernas, le agarró por las pelotas calentitas y se la empezó a mamar no sin abrir bien la boca. Qué puto grande la tenía. Yan gruesa que apenas le cabía. El doctor ya se había contagiado de lo que fueras que tuviera Viktor, porque empezó a sentir que el calor le recorría todo el cuerpo. Se quedó desnudo. Tenía buen cuerpo el cabrón. Se tumbó bocabajo en la camilla y miró hacia Viktor que estaba empalmado de pie.
«Empieza por aquí«, le dijo separando las piernas, abriendo las nalgas y señalando el agujero de su precioso culo. Resoplando de vicio y negando con la cabeza, Viktor fue a por él como un toro, penetrándole con toda esa pedazo de polla sin condón, destrozándole el ojete. Estaba super apretadito, el doctor no paraba de gemir y las pelotas se le estaban empezando a llenar de leche.
Le hizo cabalgar admirando ese cuerpazo saltando sobre su verga y luego le hizo el amor como un misionero, abrazándole fuerte, dejándose ir. Su rabo de macho empezó a bombear lefa dentro de ese culito, dejándolo bien preñado. Vaya que sí, ya empezaba a notar la mejoría gracias a la inestimable ayuda del doctor. Un tembleque de gusto, luego la alegría acudiendo a su cabeza de forma desordenada, como si estuviera loco de atar. Retiró el rabo y del ojete comenzó a brotar lefa, dejando ese culito sucio, bien follado, llenol de semen y agujereado.