Jake Preston y Sam Holister se hacen un flip-fuck sin condones en el sofá | MEN

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La relación de Sam Holister con su novio no pasaba por su mejor momento. Era un celoso empedernido que evitaba a toda costa que otros chicos se acercaran a él. Eso lo hacía a ojos de Sam tremendamente atractivo. No obstante su chico era el trofeo soñado por cualquier tio en el instituto, el quarterback capitán del equipo, guapo, cachas y buenorro, con un sorprendete parecido a Tom Cruise a su edad. Pero entonces Jake Preston llegó a su vida.

Al contrario que su novio, Jake era más dicharachero, alegre y todo un bicho sexual. Y sí, para lo pequeño y delgadito que era, tenía la mejor tranca en kilómetros a la redonda, al menos la mejor comparada con la complexión de su cuerpo. A menudo, cuando se iban a dormir, Jake se colaba en la habitación de ellos y se ponía en medio mirando hacia Sam, que dormía en pelota picada, se sacaba el rabo y lo frotaba contra la raja de culo despertándole el deseo.

Si un día les pillaban y más estando tan cerca, la bronca iba a ser monumental. Y ese día llegó, pero Sam estaba tan cachondo perdido que aparcó la pelea y se fue de la manita con Jake para poder intimar. Lo de Jake era tremendo. Sólo hacía falta verle andar en bolas para enamorarse perdidamente de él. Ese cuerpecito atlético, un culete respingón y una polla que era lo que más destacaba de todo su cuerpo, tremendamente larga.

Fue lo primero que Sam quiso catar, así que se la cogió con la mano, se agachó, miró hacia arriba para no perder el contacto visual y le practicó una mamada dándole buen uso a su boquita mamona y a la mano, masajeando su rabo, frotándoselo para sacar brillo, sosteniendo sus pelotas, rebozándose esa enorme pija por la cara, sintiendo su calor y su gran tamaño.

Se dio la vuelta, se puso a cuatro sobre el sofá y le dio el culo para que se lo follara a pelo. De una tacada, hasta las pelotas. Le vio paradito, intentando sobreponerse a la visión de su rabo entrando por un precioso culazo como el suyo. Sam le ayudó a entrar en razón meciéndose hacia adelante y hacia atrás, tragando y sacándose su polla del culo a cada movimiento.

Enseguida Jake cogió el ritmo y empezó a follárselo diciéndole lo mucho que le gustaba. Sam también le tenía ganas a ese precioso culito blanco como la leche, redondo y respingón. Jake no se resistió y se dejó lanzar hacia el lugar donde un segundo antes había estado recibiendo Sam. Ahora había llegado su turno. Sam avanzó una pierna al lado del muslo de Jake y se la metió a pelo.

Atacó ese culazo con ganas, metiéndole bien de rabo, agujereando una y otra vez su virginal ojete. Con otro rápido movimiento, Sam sugirió a Jake que se tumbara en el sofá y él se sentó sobre sus piernas, sobre su polla enfilada. Le cabalgó y se dejó culear. Jake nunca había visto a Sam de esa forma, enfrente de él completamente desnudo y empalmado, con el rabo tan tieso, tragándose su polla por el culo como si le fuera la vida en ello.

Sam se sentó en el sofá y Jake sobre él, dándole la espalda, pajeando su enorme rabo con el culo. Sam colocó la cabeza entre el costado y su axila para ver cómo se le meneaba la polla larga mientras él se lo follaba. En un último intercambio, Sam se tumbó bocarriba y Jake se lo folló encima como un misionero. Sam se agarró el rabo y comenzó una paja sin retorno.

Su mano iba cada vez más rápido deslizándose a lo largo de su pene, haciendo rebotar las dos pelotas bien marcadas. Sam se dejó ir por completo y se corrió, sacándose un buen lechazo que le dejó pringada la polla y el puño. Jake le sacó el rabo del culo y apuntó hacia él, soltando su esperma sobre el muslo, el rabo y las pelotas de Sam. Descargado y bien contento, Sam regresó a la habitación con su chico, al que también adoraba. Lástima que no fuera un cabronazo sexual como Jake, pero estaba bien bueno.

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