Brad Hunter se pajea su gigantesca polla con un masturbador | Bentley Race
No importa las veces qaue llame a su puerta, Ben y su cámara siempre están encantados de recibir a Brad Hunter en la habitación de hotel. Esa sensación de la mano sudando al apretar el disparador y el corazón que incrementa sus latidos a medida que se va quitando la ropa. Volver a ver una vez más su cuerpo delgado, blanquito, pero atlético.
Y ese momento. Cuando se baja los calzones hasta las rodillas, con su enorme trompa de elefante colgando, gorda y larga, las manos en las caderas como diciendo «aquí estoy yo, el gran macho de la selva«. El pellejo recubriendo parte de su gordísimo glande. Se deja caer hacia atrás en la cama, con las piernas flexionadas, lo que provoca que se le desplieguen ligeramente las nalgas.
En zapas y con los calcetos puestos, mira fíjamente a la cámara, la traspasa y empieza a pajearse. Ben acude al cajón y le presta un nuevo juguete, un masturbador con una buena manguera. La tiene tan grande y tan gorda que apenas le cabe. Ben mira la manguera y se imagina el culo de un tio en su lugar y lo mucho que gozaría con ese pedazo de miembro viril atacándole la retaguardia.
Con lubricante todo entra. Brad se lo echa a chorro encima de la verga, como si nunca fuera suficiente para cubrir su gigantesco pene. Vuelve a enchufar el rabo dentro del masturbador y el sonido a culo apretado siendo fusilado a pollazos, el soniquete del vacio de la polla penetrando la manguera, retumba entre las cuatro paredes.