El guapísimo Rory Hayes se deja masturbar su pito largo y bien duro | Bentley Race
Pantalones vaqueros rotos y botas altas, Rory Hayes había ganado confianza en este año y pico que no nos habíamos visto y ahora se mostraba ante mí con los dos pies bien plantados en el suelo, dispuesto a darme lo que había ido a buscar. El tiempo había dejado sobre él algún que otro piercing más del que recordaba, de momento, que estuvieran a la vista, dos en el labio inferior y otro en el pezón del pectoral derecho.
Cuánto echaba de menos verle a pecho descubierto y desnudito. Ese cuerpo blanquito, su torso atlético, esa línea inguinal que me ponía tierno y cachondo y lo sigue haciendo. Ver su manita colándose por la bragueta, haciéndome desear hacer lo mismo. Y lo sabe, pero juega conmigo y se da la vuelta para enseñarme su bonito culo. Con las dos manos podría cogerlo, abrirlo y enfundarle toda mi polla, que ya tengo bien dura bajo los pantalones.
Se da la vuelta y no hay otro sitio al que pueda mirar que no sea a ese falo que despunta todo tieso ante mí. Durísimo como una roca, fino y potente, con un cipote enorme. A veces pienso que si no le crece más todavía es porque esa piel tensa su pene impidiendo que tire millas. Se pone cómodo en el sofá y me brinda un pajote para que me vaya poniendo a tono.
Me encanta verlo semi desnudo, con la camisa abierta, los vaqueros por los tobillos, masturbándose, aplicándose a la paja, concentrado, llevando todo el placer a su pipa, cómo acompaña algún que otro gemido flexionando las piernas, conteniendo la leche. Deja que le toque, que se la toque. Retira su mano y se fía de mí. Cojo el testigo y se la pelo con un fleshjack. Dura poco en mis manos y eso me encanta, porque en cuanto pase el tiempo reglamentario, volveremos a las andadas. Antes me pajeó sobre su linda cara y abre la boca para recibir los escupitajos lecheros de mi polla.