Brad Hunter se flipa con su chaqueta deportiva, se casca un buen pajote y se deja masturbar su gigantesco pollón | Bentley Race
Summer 2024
Mis encuentros con Brad Hunter se producían de cuando en cuando. Verlo siempre era una alegría, para la vista y por su compañía. Cualquiera que tuviera ojos, estaría de acuerdo con que ese chaval estaba de pan y moja. A mí, personalmente, su compañía me excitaba. Sabiendo el tamaño de rabo que se gastaba, estaba deseando volver a vérsela, comprobar si todo estaba en su sitio.
El chico se había convertido en un seductor redomado. Se le daba de puta madre poner cachondos a los tios antes incluso de quitarse la ropa. Ese día llevaba pantalones cortitos, muy cortos, unas zapas rojas y una chaqueta de chándal bien molona siempre con el rojo por bandera. El rojo le sentaba muy bien a esa cara guapa y blanquita que tenía, con las facciones bien marcadas y unos ojazos azules que no podía dejar de mirar.
Cuando le tuve sentado en el suelo, al borde de la cama, con la chaqueta abierta y metiédose la mano por la huevera de los calzones, estimulándose, me recordó a una estrella de cine a lo James Dean. Rebelde sin causa. Le di una pelota de fútbol para que volviera a hacerlo, para que escondiera sus atributos masculinos detrás de ella y luego la retirara y me diera la gran sorpresa.
Una vez más no me defraudó. Daba igual cuántas veces hiciera aquello, que me apasionaba como el puto primer día. Los huevazos colgando entre sus piernas abiertas, cogiéndose el pene por la base, enderezando un jodido pollón que apuntaba al techo, tremendamente gordo y tan largo que encima le cabía la otra mano. Le propuse un juego al que no habíamos jugado nunca antes. Que se dejara hacer un edge, que se dejara atar y vendar los ojos mientras yo le masturbaba llevándole al límite.