Alexandro Cabrera cubre a Ricky Hard a pelo con su soberana pollaza | Tim Tales
Toma rabo, cosa bonita, se decía a sí mismo Alexandro Cabrera, poniendo cara de rabia y dando fuerza a su culo para empotrar a pelo a Ricky Hard, que estaba justo delante y debajo de él, obligándose a abrir el ojete a la fuerza, cogiéndose los muslos para separarlos bien y que ese chorvo le metiera enteritos sus veinte centímetros de pollaza.
El solecito en la azotea hacía brillar su rabo moreno, empapado en la saliva de ese cabrón que no paraba de chupársela. Se inclinó hacia él como un acto de deferencia, atrapó su carita entre las dos manos con cariño y, por si acaso se le estaba acabando el lubricante, le arreó un besado con lengua, repasándole los labios para dejárselos húmedos y suaves. Más le valía hacerlo, si quería disfrutar de ellos arropando su polla con una sensación agradable.
Tragoncete era un rato y por el gesto de su cara, el chaval se había encaprichado de su miembro viril. Alex hizo resbalar los dedos de una mano por encima de la polla y le metió cuatro por la boca, descubriendo que si hubiera llamado a un colega para pasarlo bien, ese mamón habría podido tragarse los dos rabos sin contemplaciones.
Le dio por detrás follándose su culito blanco y apretado y luego le fusiló el ano a vergazos en un cara a cara con tanta pasión y tanta fuerza que Ricky tuvo que pararle un poco los pies plantando sus pies sobre los pectorales de ese macho fornicador. Pero nada podía frenarle ya. Lo único que consiguió fue que se lo llevara a la habitación y allí le cubriera por la retaguardia, antes de bajar a comerle el rabo por última vez y degustar los lechotes que salían despedidos mojándole el interior de la boca y toda la cara.