Jaxon Valor, Keith Fox y Aaron Allen se turnan en el baño de chicos para follarse al segurata Jack Hunter sin condones y dejarle cubierto de leche | Pig Bottoms

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Como guardia de seguridad de unos grandes almacenes, Jack Hunter había visto muchas, pero que muchas cosas, sobre todo por las noches. Bastaba darse un paseíto por los aparcamientos a horas intempestivas para ver a parejitas follando dentro de los coches. Un encendido de linterna era suficiente para asustarlos y que se largaran a hacer esas cosas a otro lugar, pero para otros era un morbo añadido y seguían haciéndolo bajo la atenta mirada de Jack, que como no era de piedra, terminaba haciéndose una paja.

Ese día, antes de cerrar, juraría haber visto entrar a tres chicos en los baños, pero una hora más tarde de echar el cierre, no habían salido y estaba ya todo a oscuras. Se adentró en los baños públicos de los grandes almacenes y su linterna enfocó a tres tios desnudos. Dos de ellos, Jaxon Valor y Keith Fox, estaban de pie gimiendo de gusto. El tercero, Aaron Allen, estaba en cuclillas, sentado sobre sus talones, con un buen culazo, comiéndole los rabos a los otros dos.

Empezaron a dar explicaciones absurdas. El más guaperas se inventó que se habían echado el café encima y se estaban limpiando. Mientras lo contaba, se reía el muy cabrón, con la pedazo de pija que tenía toda tiesa y lo buen que estaba. Entonces Keith hizo caer en la cuenta a los demás que eran tres contra uno. Era o dejar que el guardia alertase a la poli o tomar cartas en el asunto.

Agarraron a Jack por la solapa de la camisa, lo pusieron de rodillas y lo rodearon para darle de comer pollas. Jack se asustó un poco ante esa reacción que no se esperaba, pero enseguida se le pasó cuando tuvo la polla erecta de uno de ellos dentro de la boca. En el fondo le molaba ese puto morbo de las noches haciendo guardia, pillar a gente follando, masturbarse viéndolo, deseando participar en una de esas. Y allí estaba, rodeado de tres maromos deseando clavarle las pijas.

Había dejado la linterna en uno de los lavabos, apuntando hacia ellos. Sobre los azulejos de los baños las sombras chinescas de cabezas, culos, pelotas, grandes rabos apuntando hacia su cara, metiéndose dentro de ella. Entre los tres tardaron cero coma en desnudarle. Recordó que Jaxon le susurró al oído lo grande que la tenía y al mirar hacia abajo vio a Keith agarrando su polla por la base, metiéndosela dentro de la boca, atragantándose con su enorme cipote. Volvieron a bajarle al piso para que se marcara una ronda de mamadas.

Una polla salía de su boca y otra más dura se metía dentro. Era un no parar, no le dejaban ni un momento de respiro y el poco que le dejaban lo empleaba en mirar a esos tres tios guapos, desnudos, cachas y pollones. Cada vez más calientes, empezaron a meterle dos rabos por la boca forzando la entrada. Jack sólo tenía una definición para tipos como esos, eran unos putos cerdacos.

Los ratos de cerdeo máximo, a punto de darle un bukkake, dieron paso a otros más íntimos. Jaxon besándole y los otros dos comiéndole el rabo por ahí abajo, deslizando sus labios húmedos por su larga, enorme, maciza y venosa pollaza. Jack empezó a sentir algo más por Jaxon. Esa carita guapa, esa barba, esa energía sexual que desprendía por todos sus poros, por esos ojazos iluminados.

Se puso de rodillas y le comió la verga. La tenía bien gorda y se resistía a colarse por su garganta. No era él único que intentaba tragar. Keith estaba intentando hacer lo mismo con la de Aaron, haciendo que el sonido de los pollotes intentando colarse por las tráqueas reverberara por todo el baño. Mientras tanto, Aaron estaba viciado con el culo de Jack y los cuatro formaban una hilera de cuerpos desnudos donde cada uno tomaba lo que quería del que tenía enfrente.

Una palmada en la mejilla. Con ese gesto, Jack dio la espalda a Jaxon, que fue el primero en penetrarle el culo sin condón. La cabeza de Aaron seguía entre sus piernas y el chavalín se pegó el festín padre. Con cara de vicio, no paraba de relamer la zona donde la polla de Jaxon entraba por el ojete, con las pelotas de Jaxon restregándose sobre su frente.

Entre los tres le agarraron y le hicieron toda la cama. Jaxon y Aaron se quedaron dándole rabo y agarrándolo por los brazos, ayudando a Keith que fue el segundo en joderle. El tio tenía un potente culazo, una polla gruesa y buenas pelotas con las que se le estaba cacheando la raja cada vez que se la metía. El cabrón iba a tiro, cada vez más viciado, metiéndola a todo trapo sin parar.

Con la barriga le estaba sobando las bolas, que no paraban de rebotar mientras el rabo tomaba una postura natural apuntando hacia la cadera, morcillón, saltando levemente a cada pollazo que recibía. Jack miró hacia arriba. Los tres estaban cada vez más cerca unos de otros, rodeándole como al principio, con cara de cachondos mentales, decididos de ir hasta el final con todas las consecuencias.

Después de un buen rato follándoselo, Keith no se olvidó del benjamín. Con un gesto de compañerismo, le dio un toquecito en el hombro, se hizo a un lado y dejó que fuera el tercero en follarse ese culo. No la tenía tan grande como sus dos compis, pero sin duda la tenía bien dura y le estaba dando un gustito tremendo. El sudor empezó a aflorar en su cara, movimientos cada vez más fuertes y descontrolados. Sacó el rabo del culo, se metió diez pajotazos y empezó a soltar lefazos a diestro y siniestro, disparando semen por todas partes, acertando de pleno en toda la cara del guardia, que los recibió con gusto abriendo la boca y sacando la lengua.

Puto espermicida, le había dejado el cuerpo lleno de lefa. Los muslos, el torso, la cara. Hasta sus compañeros habían recibido una merecida ración. Al ver semejante espectáculo, Keith se vino arriba, apuntó con la polla hacia la boca de Jack y le cruzó la cara con unos lechazos espesos y blanquitos, rociándole las fosas nasales, la comisura de la boca, echándole pasta en los dientes de arriba.

Se retorcía de gusto mientras por la punta de la polla le salían los últimos lingotes que caían sobre la lengua de Jack. El culo de Jack tenía nuevo dueño tras la retirada de Aaron. Jaxon se hizo con su agujero y también con su polla proponiéndole un reto, a ver cuál de los dos se dejaba vencer antes. Incapaz de resistirse a esa buena mano de Jaxon, Jack empezó a expulsar lefa por la raja del cipote.

Cinco segundos más y habría ganado, porque enseguida Jaxon sacó la polla justo en el último segundo para pajearse y correrse encima del rabo de Jack. Calmada esa revolución de testosterona, esos tres cerdos se quedaron mirando su cuerpo empapado en semen, tocándolo y esparciendo la leche por encima. Y en el fondo Jack sabía que él también era un cerdo como ellos, al que le gustaban las pollas, los culos y sentir encima una buena lluvia de lefa abundante y caliente.

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