Bastian Moreyra se folla sin condón a Alexander Rajesh, el chico guaperas del servicio de habitaciones | Latin Leche

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Qué tenían las habitaciones de hotel que a Bastian Moreyra siempre le daba por no parar de hacerse pajas en ellas. Puede que fuera la soledad o quizá el aburrimiento a ciertas horas del día, pero ahí estaba otra vez, completamente desnudo en un sofá que no le pertenecía, dándole al manubrio. Le encantaba admirar su propia polla, tan larga, gruesa y bonita, sufriendo el yugo de su mano. Ni siquiera la llegada del chico de habitaciones Alexander Rajesh le desconcentró de su hábito.

Le pidió perdón por interrumpir ese momento tan íntimo, pero Bastian lo disculpó. Le preguntó si necesitaba algo. Bastian le contestó que no, sólo le pidió seguir así, haciéndose una paja, pero luego se lo pensó mejor. Era muy mono, tenía un polvazo y bajo esa camiseta negra ajustada se intuía un cuerpazo todo cachas como el suyo, marcando bien los biceps. Se imaginó ese brazo todo cachas agarrando su polla y entonces se lo pidió.

El cabrón iba a echarse atrás con la excusa de que estaba trabajando, pero le había preguntado si necesitaba algo y sí lo necesitaba, necesitaba una mano amiga que le masturbara el rabo. Dios, qué sensación de gusto al sentir otra mano que no era la suya sobre la verga. Le daba bien. La cosa se fue calentando. Alex se quitó la camiseta y quedaron cero dudas. Estaba cañón. Joder cómo destacaban sus abdominales en ese torno de lujo. Bas se le quedó mirando y de alguna forma se enamoró perdidamente.

No le quitó ojo cuando le invitó a comerle la tranca y se la tragó enterita, hasta los huevos una y otra vez. Menudas tragaderas. Hostia, le encantaba. Pocos tios se la habían comido así y a este parecía como si no le costase. Le plantó las dos manos en la parte de atrás de la cabeza, empujó fuerte y disfrutó de la experiencia. Eso sí que estaba siendo un buen servicio de habitaciones.

El chico se tomó un respiro y se puso de pie. Al momento Bas supo que no llevaba calzones. En cuanto se los bajó, se lanzó a devolverle el favor con mucho gusto. La tenía larga y morenita y lo que más le moló fueron esos huevazos colgando entre sus piernas, grandes y hermosos, cargados de leche. Los hizo rebotar en cada mamada con la única intención de que le golpearan la barbilla todo calentitos.

Intercambiaron mamadas hasta que cayeron en la cuenta de que podían hacerlo los dos a la vez. Se tumbaron de costado en el sofá y se hicieron un sesenta y nueve devorándose con placer las trancas y los huevos. El soniquete de las pollas entrando por sus gargantas, los labios sabrosos y húmedos haciendo unas buenas chupadas. Vista, gusto, oído, tacto y olfato, los cinco centids entrando en juego para los dos a la vez.

Se dieron placer mutuamente durante varios minutos. Le dieron un giro a esa cómoda situación tumbados de costado. Siguieron con el sesenta y nueve pero esta vez Alex se puso encima, con la cara de Bas entre sus piernas, enfilando su polla hacia su boca. Todo era diferente cuando no la tomabas tu, sino que te obligaban a tragarla.

Así fue como Bas descubrió el culazo de Alex y coló los morros en esa raja meneando la cabeza como un perro rabioso fuera de control. Buscó con la lengua su agujero y le hizo gemir de gusto. El chico no se retiraba, así que supuso que el servicio de habitaciones contemplaba poder follarse a pelo al chico que estaba al cargo. Le metió una buena follada cubriéndole por detrás, cascándole los huevos entre las nalgas, metiendo barra.

El chico tenía buenas espaldas, un tatu, ese pelito rapado y un culazo. Le dio la vuelta y tuvo que controlarse al follárselo bocarriba, poque el cabrón era guapo y estaba buenísimo. Desde su posición abierto de piernas y el agujero bien cubierto, Alex le pidió más con los ojitos y los morros como lanzándole un beso y Bas se lo dio todo, amando cada parte de ese cuerpazo que se mecía un poquito adelante y atrás cada vez que arremetía con su polla dentro de él.

Cabalgarle fue complicado. Sentir la polla de Alex y sus hermosos cojones retozando por encima, el culazo bombeando su polla en una constante. Le abrazó e intentó evitar el contacto visual lanzando una mirada más allá de la espalda del chico, hacia la otra pared. Lo que no podía evitar era esa puta sensación de estar entre la espada y la pared, de tener debajo el asiento y por encima ese culo pajillero sin poder hacer nada al respecto para escapar y tomar un respiro.

Volvieron a las andadas y Bas se lo folló bocarriba dándole cada vez más duro. Alex ya no controlaba sus emociones, estaba dando de hostias a Bas hasta en el carné de identidad, fostiándole los pectorales, tocando su barbita que tan bien le quedaba en esa guapa cara. Bas se encabronó, le dio la vuelta y le reventó el culo por última vez. La sacó, le preguntó si quería leche, como si eso fuera una opción, y antes de que pudiera decir que sí, le lanzó un trallazo potente que le dejó gomina hasta en el el cogote. Cuatro chorrazos más le dejaron la espalda al descubierto. Alex no pudo verlo, pero sí pudo sentir el semen de ese tio cayendo sobre su cuerpo, encantado de haberle dado un buen servicio.

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