No culpable. Así se declaraba Guillaume Wayne ante su abogado Ricky Hard de los hechos que lo inculpaban de haberse propasado sexualmente con un compañero de trabajo. A Guillaume no le salían las palabras, estaba nervioso, no sabía cómo explicar que todo fue consentido, que estaba en la oficina y ese tio se le ofreció. Ya que no sabía explicarse bien con palabras, Ricky le propuso que le relatara con hechos, paso a paso y sin dejarse nada, todo lo que ocurrió aquel día en la oficina.
Estaban los dos de pie, ese tio se acercó demasiado, invadiendo su espacio personal, poniéndole una mano en el pecho y luego en el culo, atrapándoselo con ganas. Ante eso, Guillaume tuvo un acercamiento, besó a ese tio en el cuello, este se derritió se gusto gimiendo y todo fue de seguido. Un morreo con ganas, metiéndose las lenguas, Guillaume sobre la mesa con la cabeza justo en el borde, el otro sacándose la pija por la bragueta y dándole de comer rabo, Guillaume sacándose el rabo y pajeándose a la vez.
Una cosa llevó a la otra. El tio se puso cachondo, se bajó los pantalones hasta los tobillos y se quedó desnudo de cintura para abajo, se subió a la mesa, se puso a cuatro y le ofreció un culazo tremendamente suculento ante el que Guillaume no pudo resistirse, tan bonito como el de Ricky. Como su abogado podía comprender, si a un hombre le ponían un culo así delante, no le quedaba otra que rendirse ante sus instintos más animales, sacarse la chorra y follárselo.
Ese tio se dio la vuelta sobre la mesa, se le abrió de piernas y le pidió más. Guillaume le dio todo lo que tenía, incluída la leche de sus huevos, esa que después el muy canalla presentó como prueba y le inculpó. Ricky se hizo una paja con aquel relato en tiempo real y cuando terminaron, le dijo a Guillaume que estaba seguro que con esas pruebas iban a ganar el jucio de calle.