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Manuel Skye protege a pelo el delicioso culito de Hunter con su descomunal pollaza | Cocky Boys

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Así que eso, entre otras cosas, era lo que significaba convertirse en un hombre: ponerte de rodillas delante de otro, meterte su polla grande y dura dentro de la boca, dejar que te cogiera con cariño, a veces con fuerza, la cabeza por detrás con una mano, que la apretara y la atrayera hacia su entrepierna, obligándote a tragártela entera, dejándote sin respiración. Hunter se enteró bien de lo que iba esto de crecer gracias a Manuel Skye.

Se había imaginado a sí mismo perdiendo la virginidad con otro chico de su edad, puede que en la intimidad de su habitación, quizá en los baños del instituto, pero entonces le entró la curiosidad por los daddies buenorros, cachas y pollones y acabó haciéndoselo con el papá de otro colega. Fue una tarde en la que llegó antes de tiempo para estudiar, todavía faltaba casi media hora para que llegara su compañero y su padre lo cuidó muy pero que muy bien.

Empezó con unos besitos por la oreja, por el cuello. Para entonces Hunter ya estaba excitado. A su edad le bastaba poco para que se le pusiera dura y se le abriera el ojete del culo de par en par. Entonces Manuel le cogió la mano y se la introdujo por debajo del frontal de sus vaqueros. Hunter tocó la polla más larga, grande, dura y caliente que había tocado nunca. Era simplemente descomunal.

Tras una primera mamada, hicieron un sesenta y nueve. A Hunter no le cabía toda esa polla en la boca. A duras penas llegaba a arropar con sus labios hasta la mitad. Manuel se encargó de abrirle el agujero del culito metiéndole la lengua, dedeándole de lujo hasta hacer que se estremeciera de placer. Y entonces le introdujo toda la polla gorda esa de macho que tenía, a pelo, potente, desgarradora, con unos cojones colgando igual de grandes, que después de un rato pudo por fin sentir acariciando la zona interior de su trasero.

Le dio por culo en la silla y al mirar hacia atrás no supo en qué momento sucedió, pero Manuel ya se había subido a esa silla y se estaba perforando el ojal desde arriba, protegiéndolo a pollazos. Luego se sentó sobre sus piernas y le culeó la polla. Ese tiarrón le apetecía mucho, con esa cara atractiva, ese bigote. La experiencia en persona. Se abrió de piernas para él y se hizo una paja viendo cómo se lo follaba.

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