Diego Silvero, Bruno, Ayun y Marcos dan de comer rabo al jovencito Roko y se corren encima de él en la sala del futbolín | Latin Leche

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Desde que habían abierto el local de cruising, los chicos de la ciudad no paraban de follar unos con otros, incluso aquellos que tenían novia. Cruzar sus puertas era como atravesar un umbral hacia el paraíso, donde podían dar rienda suelta al placer y a sus fantasías. El boca a boca se fue corriendo hasta los más jovencitos, que poco más de los dieciocho cumplidos, creyéndose unos machotes con derecho a pillar cacho, todavía no tenían potestad para beber ni comprar alcohol por su cuenta, pero sí para meterse una buena polla en la boca.

Una o varias. Con esa idea llegó Roko al local. Le faltaba un añito para poder consumir bebidas fuertes, pero ya tenía edad de merecer. El dueño del local le preparó una situación especial, una escape room de sexo. Se lo llevó escaleras arriba, a una habitación espaciosa pero con las paredes sucias. Le dijo que salir de allí tendría un precio. Para escapar, tenía que chuparle la polla a todos los hombres que había ahora mismo allí.

Al entrar, Roko había visto a unos cuantos, algunos de ellos conocidos. El guaperas de Ayun con sus ricitos, el atractivo Bruno con su bigotito al estilo italiano, el super daddy cachas Marcos y Diego Silvero, del que decían que tenía un trabuco que no te cabía por la boca. El dueño instó a Roko a ponerse de rodillas y esperar, bajó a por los chicos y en cuanto escucharon las palabras chupar, pollas, al instante se ofrecieron para dar rabo a ese jovencito mamón.

El primero en sacarse el rabo fue Ayun. La tenía flácida pero gordita. Roko le cogió por los huevos con dulzura y se la empezó a chupar. Escuchó el tintineo de los cinturones y se puso cachondo, más todavía cuando vio que se acercaba Diego. La idea de que por fin iba a ver y tocar esa verga de la que todos hablaban tan bien, le estremeció. Joder, cómo le colgaba, bien larga y gruesa, con el cipotón llevando casi todo el peso.

Lo mejor es que a medida que se pajeaba fue creciendo más y más. Para cuando Roko se la quiso meter en la boca, apenas le cabía de lo jodidamente grande que era. El cipote ya le rellenaba entera la cavidad bucal. Jamás se había comido un pollón así de grande. Se dio el gusto de agarrarle los también enormes huevos. Eran grandes y peluditos. Le encantó sentirlos calientes y livianos en la palma de su mano.

Diego había puesto el listón bien alto y los demás al vérsela fueron conscientes. El siguiente en darle rabo fue Bruno y Marcos esperó a estar delante de la cara del chaval para bajarse la parte delantera de los calzones con el pulgar y mostrarle su pene. Otro que calzaba estupendamente. se notaba que era el mayor. Tenía un chorizo tremendo y todavía blandito del que Roko se aprovechó tragándoselo hasta tener la barbilla aplastando los huevazos de ese daddy.

Mientras se mamaba esa verga, los otros tres chicos se habían hecho a un lado y se lo estaban pasando bien. Aunque Diego era el más dotado de todos, a Ayun le había crecido la pija y la tenía bien larga y bonita. Diego y Bruno estaban de rodillas comiéndosela entre los dos, besándose con el pollón duro en medio de sus bocas, relamiendo el rabo y sus labios, mirándose con vicio, todo a la vez.

Los cuatro tíos se sentaron en los bancos donde normalmente veían los partidos de fútbol o jugar al futbolín. Todos estaban desnudos, con una buenas pijas tiesas. Dos de ellos se inclinaron hacia el lado que más les convino y empezaron a chupar polla, a coger las que no les pertenecían y machacarlas con las manos enérgicamente, tratando de sacar la leche.

Roko sintió que se estaba convirtiendo en un hombrecito al ver esa fantasía. Le encantaba ver a un montón de tios cruzando pajas. Mientras ellos se dedicaban a masturbarse y mamar, Roko aprovechó para ir de uno en uno comiéndoles las trancas. Empezó por la izquierda por la de Marcos, siguió y terminó con la de Diego, porque le gustaba tanto ese tio que se detuvo demasiado en él y cuando iba  apasar a la siguiente, Marcos, con los vaqueros por los tobillos, le cogió de las caderas, le empujó la espalda hacia adelante para que se inclinara y le metió la polla a pelo por detrás.

Un rato después, Ayun ocupó su lugar. Qué dura y larga, pero para flipante la gigantesca pollaza de Diego. Hacía un rato que mla había tenido en la boca pero es que mirarla a lo lejos era una delicia para la vista. Bruno estaba de rodillas chupándosela a Diego. El cabrón la tenía a punto de reventar, durísima, gorda como ella sola, era el rabo más grande que Roko había visto jamás. Menudo vergón.

Fue Diego el siguiente en metérsela por el culo. Para recibirla como se merecía, Roko dejó de chupar la polla que le estaban ofreciendo. necesitaba deleitarse con el paso de esa verga rebañando el interior de su ano. Para su sorpresa, entró mejor de lo que esperaba y al momento Diego ya le estaba dando por culo. Esos tios no podían esperar a que hubiera un hueco libre. Bruno se ofreció para que le metieran rabo.

Diego jodiendo a Roko, Marcos follándose a pelo a Bruno y Ayun en medio, dejando que esos dos pasivazos le alegraran la pija con sus bocas. Después de desfogarse con unas buenas folladas, todos volvieron a los bancos. Roko se tumbó bocarriba en la parte más baja y los demás en el escalón superior haciéndose pajas, chupando rabos y dándole de comer.

Pararon lo que estaban haciendo y se pusieron los cuatro de pie encima de su cuerpo, zurciéndose las pollas a punto de correrse. Marcos fue el primero en regalarle su leche. Frenó en seco la paja que se estaba haciendo, apuntó con su gordo rabo hacia el pecho de Roko y se le corrió encima con un buen par de lefazos bien dirigidos. Se la estrujó y la sacudió para dejar caer las últimas gotas.

Los demñas chicos se pusieron cachondos al ver la primera corrida e incrementaron el impulso de sus manos machacándose las pollas. Ayun fue el siguiente. Su musculado cuerpazo se puso en tensión. Lanzó un gemido de gusto que excitó también a Diego, así que los dos se corrieron a la vez sobre le cuerpo de Roko, cada uno a su manera y en su sitio. Ayun a goterones mezclando su leche con la de Marcos y Diego dejando que toda esa bilis blanca supurara de la gigantesca y voluminosa raja de su cipote como un manantial, dejando el cuerpo de Roko encharcado son su semen.

Al ver cómo esos dos se le corrían encima, Roko estaba a punto de correrse. De repente, en el momento álgido, Bruno estuvo al quite, le apartó su propia mano de la polla, se la cogió y le masturbó sacándole toda la leche. Cuerpos desnudos, pollas corridas, todavía soltando goterones por la punta, el cuerpo de Roko bañado en semen de varias mezclas. Qué puto local era ese. El cabronazo del dueño miró a Roko con una sonrisa. Se la estaba pelando. El trato era comerse unos rabos, no acabar follado a pelo y cubierto de leche, pero el trato había merecido la pena. Ahora Roko era libre, aunque al dueño le daba la espina de que ese zagal querría la revancha. Una vez que uno probaba esas cerdadas, ya no podía parar.

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