Cesar Rose seduce al doctor Fer, le come todo el pollón y deja que se lo folle a pelo | Latin Leche

My Doctor Can't Stay Stressed

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Puede que al entrenador le jodiera el partido cada vez que un jugador tuviera algún percance el campo, pero a Cesar Rose eso le daba la vida, porque entonces podía ver en acción al hombre de que estaba perdidamente enamorado, el doctor Fer, un tiarrón varonil que le volvía loquito rellenando las mangas de esa camiseta verde con sus fuertes biceps, con el cuello en forma de V por el que podía distinguir sus fornidos pectorales.

Le encantaba ver cómo tocaba las musculosas piernas de los futbolistas. La mayoría solían tener molestias cerca de las ingles, así que el espectáculo estaba servido cada vez que el doctor les levantaba la pernera y entonces se les marcaba todo el paquete. Ese día Leo iba sin calzones y casi se le transparentaba toda la picha y la tenía bien grande. Con la muñeca y parte del antebrazo, sin querer, el doctor le estaba rozando todo el rabo y eso le estaba poniendo muy cachondo.

Tener que atender a tantos pacientes, suponóia un estrés para el doctor. La función de Cesar era doble como ayudante. Después de una larga jornada, ahí estaba él para desestresar a su hombretón. Le ponía tanto tener a Ferfroma delante, mirándole con esos ojazos que le desnudaban de arriba a abajo, su cara de machote, que siempre acababa de rodillas, amasando su enorme porra por encima de los pantalones y siempre que tiraba d ela goma hacia abajo se la encontraba preparada, toda grande, larga y bien dura para comer.

De lo firme que la tenía, apuntaba hacia la izquierda. Cesar se la cogió con la mano y le chupó el cipote. Tres cuartas partes encapuchado, estaba delicioso, con la puntita asomando con una buena raja para soltar leche. Volvió a cogérsela con la mano y se la empezó a mamar, saboreando cada delicia de ese descomunal rabo. El doctor se levantó la camiseta, notando cómo el estrés se le iba por la polla y desparecía por completo, poco  a poco.

Empezó a gemir, a bufar. Cómo le gustaba la boquita de su ayudante. La chupaba de lujo. Le hizo levantarse, le sacó el rabo y empezaron a jugar a cosas de chicos, agarrándose los sables y pajeándolos juntitos, acercando posiciones, muy cerquita el uno del otro, sintiendo sus respiraciones agitadas, sus sexos juntos, sintiendo todo el placer del rozamiento de los penes, el uno contra el otro. El amor surgió solo y comenzaron a morrerase con lengua.

El doctor se agachó y devoró la polla de su ayudante. Se notaba que no era muy diestro comiendo rabos y que lo había hecho pocas veces, pero esa inexperiencia era de lo mejorcito, porque se la comía a trangullones y a Cesar le daba mucho gustito. Cesar volvió a comerle el nabo y luego se levantó, quitándole la camiseta, deseando ver el musculoso cuerpazo del doctor buenorro. Estaba de vicio.

Ante ese tiarrón, no le quedó otra que ponerle el culo y de esa forma acabar con su estrés para siempre jamás. El doctor dejó caer los pantalones hasta los tobillos, le planrtó la verga en el agujero y empujó hacia adentro metiéndole todo el rabo sin condón por el mismísimo agujero. Demasiado dura y gorda para Cesar, el cabrón gimió de dolor y gusto. Ferfroma se quitó la camiseta, luciendo cuerpazo y empezó a culearle a pelo.

Cesar echó la vista atrás y todo lo que vio le gustaba. Ferfroma estaba todo cachas y encima gastaba un culazo de futbolista de mucho cuidado, de esos que ves paseando por las duchas y se te la sola la mirada de los bonitos, musculosos y redondos que son. Un alucine. Se abrió de par en par y le dejó pasar con todo. Quería a ese hombre dentro de él.

El encuentro no había acabado. Ferfroma se sentó en el sofá, abierto de piernas. Cesar se coló entre ellas y le chupó el rabo una vez más antes de sentarse encima. Pasó una manita por detrás atrapando su polla y se la insertó por el ojete dispuesto a montarla. Eso se convirtió en algo más íntimo. Los dos frente a frente, Ferfroma que no paraba de mirar la chorra de Cesar paseándose por encima de su torso, agarrándole el culito tierno a dos manos, zumbándoselo desde abajo.

A su vez Cesar puso las dos manos a cada lado de la cara del doctor, fijando su mirada en él, completamente enamorado, pudiendo por fin expresar todo lo que sentía por él de la mejor forma que sabía hacerlo. El doctor intentó retirarle las manos, girar la cabeza, no quería enamorarse, no podía. Intentó desviar la mirada, concentrándose sólo en el sexo, pero su ayudante no paraba de buscarle una y otra vez. Cesar quería algo más.

Se dio cuenta de que esa tarde no iba a ser posible, así que le dio la espalda y siguió pajeándole la polla con el culo. Avisó de que se iba a correr. Elevó el trasero sacándose el rabo del agujero y se la machacó apuntando hacia el cuerpo del doctor. Se corrieron a la vez. Un virote de leche salió del pollón del doctor al tiempo que Cesar le metía unos buenos manguerazos encima, llenando su cuerpo de lefa. Puede que esa tarde no tuviera el amor que buscaba, pero al menos tendría su sexo mojado. Le cogió el pene erecto todavía y, todo lleno de esperma, lo condujo de nuevo hacia el interior de su ojete.

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