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Sahid le come toda la pija a Mateo en los baños públicos y le regala su culazo para que se lo folle a pelo | Latin Leche

The Secret Life of Sahid

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Lo que empezó con una sesión erótica de fotos acabó con mamadas, pajeo y una buena follada. La cinta le ardía entre las manos a Ayun, que enseguida la publicó para un selecto grupo de estudiantes que se la pelaron bien pelada al ver su fantasía cumplida, el chulazo Sahid haciendo cosas de hombres con otro chico. El momento que más les sacó la leche fue el pajeo en la cama y ver una polla grande dentro de su boca.

La vida cambió radicalmente para Sahid, que de ser el titular del equipo de fútbol del instituo y el más popular entre las chicas, pasó a ser objeto de deseo para los chicos y no paraba de recibir propuestas anónimas para seguir grabando vídeos morbosos que satisficieran las necesidades de ese selecto grupo de pajilleros que se escondían en el más absoluto anonimato.

Sin renunciar a su hombría, Sahid tuvo que reconocerse a sí mismo y a los demás que, aunque al principio estaba un poco nervioso, poco a poco empezó a ser él follando en esa primera escena y que realmente se lo pasó bien con otro tio. De hecho, ahora solía fijarse más en los rabos de los tios, como esa vez que entró en el baño y se encontró con el guaperas de Mateo, el del pelito rapado.

Le encantó la forma de su pene, flácido, combado hacia abajo, encapuchado y morenito, parecido al suyo. La cosa empezó con algunas miraditas de soslayo a los ojos y luego a los rabos. Se la sacudieron después de mear pero no se las guardaron en los calzones, sino que siguieron sacudiéndosela, haciéndolas crecer. Sahid ya había perdido toda vergüenza. Alargó la mano, se la agarró a su nuevo colega y se la empezó a menear.

Que otro tio te hiciera el trabajo sucio siempre era algo muy bienvenido. Cuando el rabo de Mateo hubo crecido lo suficiente y engordado lo más grande, Sahid se agachó junto a los meaderos y se la chupó. Se sorprendió al ver lo mucho que le había crecido. No era del todo consciente de que su carita guapa y lo bien que las mamaba tenían algo que ver en ese aspecto.

Menudo cabezón tenía esa pollaca. Mateo le agarró por detrás del cuello con una mano y comenzó a zumbarle la boquita, haciéndole tragar todo le rabo hasta palmearle la barbilla con los huevos. Le levantó del suelo y empezaron a besarse y magrearse mutuamente. Sahid estaba realmente delicioso. Cuerpazo atlético, cara bonita, esa barbita tan varonil, esos labios tan gruesos y húmedos. Tenía algo que hacía olvidar a cualquier chico hetero que lo que le gustaba eran las almejas.

Se propasó con él metiéndole la mano por debajo de la camiseta, sobando sus abdominales, sus pectorales, sus tetillas duras por el deseo. Cuando quiso darse cuenta, le estaba esnifando los sobacos como un demente. Era simplemente embriagador todo él. Los dos rabos empalmados y juntitos se reflejaban en el espejo frente a,ols meaderos. ¿Por qué había espejos en un lugar donde los hombres debían tener algo más de intimidad?

Sahid propuso a Mateo ir a un lugar donde estuvieran más cómodos y a salvo de interrupciones intempestivas. De camino a ese lugar, Mateo sabía que tenían que cruzar el campo lleno de jugadores entrenando a esas horas. En cuanto que saliera del baño, no podría ocultar su empalmada y menos bajo los pantalones cortos de algodón gris, que se lo marcaban todo. Ya que tenía que salir así delante de todos los chicos, mandó todo a tomar por culo, agarró la cabeza de Sahid y le hizo bajar de nuevo al pilón para que volviera a comerle toda la polla. Si todos iban a verle empalmado, que le vieran bien empalmado.

Todavía quedarían como unos veinte minutos de entrenamientos antes de que los chicos entraran a los baños, con la salvedad de que a alguno le entraran ganas de mear. Mateo se pasó la camiseta de tirantes por detrás de la cabeza, dio la vuelta a Sahid y se recreó con su culazo redondito y suave. Le metió unos pollazos en las nalgas, deseando empotrarle, se agachó y le hizo un buen trabajito colando los morros en su raja, haciendo que Sahid tuviera que agarrarse fuerte a las tuverías, porque le estaban flojeando las piernas al sentir una lengua húmeda intentando entrar por su ojete.

Cuando salieron al campo, Mateo pasó como pudo entre un par de decenas de jugadores y, aunque ninguno se fijó en el marcado bulto en su entrepierna, juraría que un par de ellos le guiñaron un ojo. En el cuarto, a salvo de miradas, se desnudó para Sahid, que volvió a agacharse una vez más para jalarle el rabo. Le puso a cuatro patas en la cama, con el culete al borde para tenerlo a tiro y se la metió a pelo.

Lo hizo poco a poco. Estaba super apretado. Podía sentir los latidos del ojete sobre su polla, apresándola con fuerza, luego abriéndose un poquito para que pudiera rebañar otro centímetro más y de nuevo se cerraba sin poder hacerlo del todo, pues tenía un buen pollón atascando la cañería. Cuando logró meterla del todo, se lo folló a saco paco. Sahid parecía un saco de boxeo en la cama, rebotando con fuerza hacia adelante y hacia atrás, empotrado a lo salvaje.

Ser tan guapo y estar tan bueno eran las consecuencias, que los tios te cogían con tantas ganas que te daban por culo hasta joderte vivo. A partir de ahora Sahid iba a comprender que las cosas eran así. Mateo fue a por todas y le enculó como nunca había dado por culo a nadie. Podía sentir sus huevos rebosando de leche, cargadísimos. Estaba tan excitado dando duro a ese chulazo musculoso y atractivo sobre su cama, que poco le importaban las consecuencias, el hecho de poder correrse antes de lo esperado. Sólo pensó en disfrutar del sexo.

De momento intentó no encontrarse con su mirada. Siempre por detrás. Mateo se tumbó en la cama y se dejó cabalgar. Quizá no fue buena idea, porque Sahis tenía buen rabo y cada vez que saltaba, su polla le golpeaba los huevos o le rozaba los muslos, metiéndole una caricia que le hacía perder aún más la razón. Tuvo que aflojar la marcha y se recreó en ese cuerpo que tenía encima. Le sobó por delante, agarró sus partes rozándole la polla y los huevos con la mano. Sahid también se tocó, metiendo una mano entre sus piernas, tocando las bolas y el pene erecto de Mateo dentro de él.

Mateo supuso que no iba a aguantar mucho más, pero necesitaba cubrir a Sahid una vez más. Le amó haciéndole la cucharita. Sahid aprovechó para pelarse la polla a toda hostia. Sus huevos bien marcados no paraban de subir y bajar al ritmo de su manoteo. Menuda gayola se hizo el cabrón, con la leche calentita saltando de su polla, toda blanca y espesa. Las caderas y los abdominales nutridos de la leche que buscaba un camino fácil hacia las sábanas.

El gustazo que sintió Mateo al correrse, mirando la carita guapa de Sahid bajo su polla, con la boca abierta esperando cazar algún lefote, fue suficiente para amarle de por vida. Mientras todavía estaba en ese puntito de amor y vicio que te dejaba el cuerpo durante y después de la corrida, vio cómo Sahid se metía su polla mojada en la boca y se la chupaba con esos deliciosos labios, haciendo que el poso de la leche le mojara los pelitos negros del bigote. Una hora después, Mateo llamó a Ayun. Quería filmar otra escena de las suyas. Esto estaba empezando a gustarle más de la cuenta.

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