Milo se folla sin condón a su colega Martin Muse y se meten un morreo cargado de lefa | Latin Leche

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Ese día Martin Muse tenía el guapo especialmente subido. El color azul marino intenso de la camiseta de manga corta le sentaba genial a esa carita de tez morena con barba y además las mangas de la camiseta se le ceñían a los biceps haciéndolo especialmente irresistible. A Milo no le pasaban desapercibidos esos detalles, así que sacó a Martin la conversación acerca de cuál de sus amigos le gustaba más y qué estarían haciendo.

Le sugirió que tal vez se estarían tocando o comiendo las pollas o puede que follando. Al acercarse a la pared y escuchar los gemidos al otro lado, a los dos se les puso tocha, se pusieron cachondos y empezaron a morrearse. Martin se puso de rodillas, desabrochó la bragueta de Milo y le sacó la pilila. La tenía larga y morcillona. Se la llevó a la boca y sintió cóm entre sus labios se volvía más larga, más gorda y se ponía más dura, hasta convertirse en un buen pollón erecto mirando hacia arriba que se sostenía por sí solo.

Hábilmente, Martin se bajó la goma de los pantalones de deporte, se sacó la suya y se la meneó a la vez que chupaba la verga. Milo le plantó una mano en el cogote y le folló la boquita antes de devolverle la mamada. Lo recostó sobre la cama y se jaló su polla todavía blandita. Tras unos segundos, al sacarla de su boca completamente húmeda, el pollón se quedó sobre su torso todo lleno de saliva, bien grande y hermoso. Martin volvió a incorporarse para comerle el pollote.

Una promesa: «quiero romperte el culo«. Al escucharlo, Martin dejó de chuparle la polla, se bajó los pantalones y se puso a cuatro patas ne la cama ofreciendo su trasero. Casi al unísono, los dos se llevaron unos dedos a la boca, mojaron saliva, Martin se la rebozó por el ojete y Milo hizo lo propio en la punta de su polla. La inclinó forzándola un poco hacia abajo porque la tenía bien dura y empinada, penetró sin condón el agujero, se acostumbró a ese lugar tan apretado y cuando tuvo la suficiente confianza, comenzó a empujar hacia adentro, haciendo que Martin soltara un gemido de gusto incontrolable.

Tras ese primer desfogue, se tumbaron en la cama, uno al lado del otro, completamente desnudos y empezaron a zorrear. Primero se morrearon con ganas, luego se masturbaron cada uno la suya y al final, como no podía ser de otra forma, cruzaron pajas, sintiendo el calor y la fuerza de la mano del otro en su nabo. Milo tenía ganas de culo. Abrió de piernas a Martin, empujó los muslos hacia sus pectorales y le lo folló a pelo en una jornada de puertas abiertas.

Cuando quiso darse cuenta, estaba rebotando sobre el culazo de Martin, perforándole el ojete, subido a la cama, protegiendo su pandero a toda costa. Se hizo un hueco a su lado en la cama y le hizo la cucharita, empujando desde atrás. No paraban de besarse, de relamerse los labios, de echarse el aliento cargado de puro vicio. Milo volvió a poner a Martin bocarriba con las piernas abiertas, se la sacó del culo y se corrió encima de su cuerpo con todos los lefazos volando sobre sus muslos y su torso. Le dejó una buena lluvia encima.

Con el semen de su colega encima, Martin se hizo una paja, pero no iba a estar solo en esa tarea. Milo le ayudó besándole las piernas, succionándole las pelotas. Ahí estaba su carita, tan cerca de la polla cuando Martin se sacó la leche que salió disparada hacia arriba. Milo abrazó el cipote entre sus labios haciendo acopio de lefa y subió para compartirla con Martin pegándose un buen morreo, dejando que ese lechazo resbalara entre las dos bocas.

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