Abel Sanztin y Tommy Dreams meten doble rabo sin condón a Vlad Stark | Fucker Mate

Twin monster cocks

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Apenas se habían conocido esa noche y le invitaron a dormir en el piso para evitar que tuviera que conducir tan tarde y con algunas copas encima. Al levantarse, Vlad Stark vio a Tommy Dreams y a Abel Sanztin en la cocina, completamente desnudos, haciendo zumo para desayunar. Se fijó en sus culos, delgaditos, redondetes y achuchables. Cuando se dieron la vuelta al escucharle, Vlad flipó en colores.

Jamás hubiera esperado de dos tios tan delgados que tuvieran esas pedazo mandingas. Dos enormes pollones larguísimo y bien gordos que le abrieron el apetito más que ningún zumo, ni aunque estuviera hecho a mano. La de Abel todavía le colgaba morcillona entre las piernas. Tommy iba ya empalmadísimo. Vlad se arrodilló en la cocina y empezó a mamarles las vergas.

De tragaderas iba sobrado, así que se cogió la de Tommy, amplióla boquita más de lo que esperaba para poder comérsela y se la tragó de un bocado hasta los huevos para después amarla a base de paja y unas deliciosas chupaditas, apretando la porra bien fuerte con los labios para sacarle todo el jugo. La de Abel le tenía loquito, ahí cilimbreando y colgando como una diosa. Podía sentir ya su envidia, así que le cogió por los huevos, la enderezó y se la metió dentro de la boca para darle mucho amor.

Eran casi gualitas, como dos pollas gemelas, todas para él, para convertirse en el cerdo mamón que le encantaba ser, para dejar que le azptaran la carita guapa con los rabos empapados en sus babas, dejando sobre sus mejillas, sobre su nariz y sobre su frente un pose de saliva con olor a macho. Su apetito se incrementaba a medida que chupaba y veía esas lustrosas pollazas tan gigantescas. Se levantó para dejar que le dieran cariño, para recuperarse y para volver a arrodillarse entre los dos, esta vez haciéndoles un trabajito inolvidable, tragándose sus rabos una y otra ves hasta los huevos, veintitrés y veinticuatro centímetros de polla penetrando por su garaganta, dejándolo sin aliento.

Lo que empezó con una doble mamada, supo que iba a ir a más cuando esos dos le cogieron y se lo llevaron a la cama de la habitación. Le iban a hacer el amor. Dos tios que apenas conocía de haber intercambiado dos palabras la noche anterior, le iban a proteger, a cubrir, iban a aprovecharse de él. Sus pollas estaban tan ricas que no podía dejar de comérselas. Si ya le encantaba tener el miembro grande de un hombre delante de su cara, dos ya era lo máximo.

Tanto Abel como Tommy también lo estaban flipando. No era muy habitual que llegara un mamón y les jalara los atributos como lo estaba haciendo ese rubiales, haciendo hueco en su garganta para dejar pasar unas pirulas que superaban en mucho el tamaño medio del pene de cualquier otro hombre. O se había comido muchas o tenía un hambre de perro callejero.

Con esa carita, esos ojitos mirando desde abajo y lo bien que las chupaba, era fácil mantener una erección permanente. Estaba entre los dos rabos gozándolo como un niño con zapatos nuevos el día de su comunión, tomando con su lengua y su boca cada hostia consagrada de esas pollazas como si fuera lo que más le gustara del mundo.

Pronto vieron en él un candidato perfecto para perforarle la boquita a pollazos, para dejarle la cabeza al borde de la cama y follarse esa cara bonita metiéndole un gag the fag, hasta que la saliva se le saliera por la boca como a un perro rabioso. Dejaron caer su cabecita por el borde, se puso uno a cada lado y la fueron girando para darle de rabo hasta las cejas.

Tommy se quedó dándole polla por la boca mientras Abel bajaba a comerle el agujero del culito. La punta de su lengua le dio un gusto tremendo. Pudo sentir el roce de su barba, de su bigote, su hueco expandiéndose, abriéndose para él. Se cambiaron los puestos y Tommy le hizo lo mismo. Lo mismo y algo más. Sintió el roce de algo caliente y duro contra la raja de su culo y luego una barra enorme de carne abriéndose paso por el interior de su apretado ano.

En ese momento Vlad estaba bocarriba, sintiéndose un muñeco, tan feliz, a merced de esos dos, con uno metiéndole la polla por la boca hasta las trancas y el otro haciéndose dueño de su culo. El siguiente en metérsela fue Abel, que sin duda aprovechó el hueco que había dejado su colega para meter su gigantesca butifarra. La forma en que penetraban las pollas por su culito apretado era alucinante, limpiamente, como si apenas le costara tragarlas, como si se estuvieran follando una nube de caramelo, blanda y mullidita.

Le pusieron a cuatro patas sobre la cama y se turnaron para darle por culo, haciendo el gamberro, regalándole una tanda rápida de pollazos profundos para dar paso al siguiente. Mientras uno se la metía, el otro se la pelaba esperando turno. Las guarradas apenas acababan de empezar. Se tumbaron juntos en la cama, en direcciones contrarias, juntando sus culos, sus pelotas y sus rabos. Los enderezaron hacia arriba y le pusieron a comer doble plato.

Entonces Vlad vio lo que esos dos pretendían y no era precisamente que lo tuviera más fácil para chupárselas. Aunque Vlad no sabía si estaba preparado para esa locura, lo hizo, una sentadilla sobre los dos rabos apretados uno junto al otro. Pudo sentir los glandes mojaditos y viciosos acriciando sus nalgas, forzando su agujerito y, bajo la atenta mirada de alucine de esos dos cabronazos empotradores, se metió por el culo sus cuarenta y cinco centímetros de polla.

No sólo se las metió, sino que disfrutó cabalgándolas y pajeándolas un ratito. Luego aprovecharon la postura para follarle el culazo a pachas, primero un rabo y luego el otro. Ahora que se habían acostumbrado a lo bueno, no fue fácil regresar al uno contra uno. Mientras Vlad se estaba cabalgando la de Tommy, llegó Abel por detrás y le calzó la suya metiéndole un doble sin condón.

Un escalofrío de placer inmenso le recorrió todo el cuerpo cuando se estaba montando la de Abel y se inclinó para meterse un morreo a tres bandas. Sintió el aliento de esos dos tios, el hambre de follar que tenían, sus bigotes, su masculinidad. No podía ser más feliz. Con esa felicidad en la cara, se arrodilló ante la cama y les nvitó a correrse en su cara.

Mientras se la meneaban, le agarraron del pelo rizado. Tommy fue el primero en meterle toda la carga de los huevos. Después de un pajeo fulminante, paró en seco, posó el rabo sobre su lengua y empezó a lefarle la boca. Los chorrazos se le metían hacia le fondo de la garganta, otros le ponían la pasta de dientes, algunos traviesos salían disparados por encima de sus labios, por su bigote, por sus mejillas.

Al ver esa guarrada, Abel se vino arriba, soltó un profundo gemido, agarró del pelo a Vlad para que se girara un poquito y le regaló un lefazo blanco como la nieve y bien cargado que le dejó un bigotazo bien dibujado en la jeta. Vlad se quedó mirando hacia arriba, a esos dos tios que se estaban corriendo sobre su cara. Quería grabar bien en su retina esa imagen de sus caras de vicio, de sus enormes pollazas deslechadas. Se agarró la polla y se dejó vencer por una buena paja. Tenía toda la cara llena de semen, goteando hacia sus hombros, por su pecho. Se las chupó hasta rebajárselas por completo, disfrutando del placer de meterse por la boca un buen par de pollas recién corridas.

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@ fotos por Oscar Mishima

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