Tim Kruger rellena de rabo el culito tragón del dulce jovencito y pollón Jake Mathews | Tim Tales
Por primera vez en su vida, cuando ese chavalito se metió entre sus piernas y se puso la polla enfrente de la cara, Tim Kruger se preguntó si aguantaría siquiera el primer lametazo. Era como estar en el cielo. Jake Mathews era un yogurín con ojazos verdes claros y su sonrisa hacía reaccionar a cualquier hombre como Tim lo estaba haciendo, sintiendo un cariño enorme por ese chavalín, un sentido de protección sobrehumano y deseando a la vez fusilarlo a pollazos.
El muy granuja enseguida sacó su cara de malote, mudando esa sonrisa por un gesto de concentración, agarró el pollón de Tim, cuya circunferencia apenas le cabía en la mano y se la metió en la boca, pajeando y mamando como un puto condenado, consiguiendo que a Tim le saliera por la raja del cipote una muestra de líquido seminal como el que le estaba rellenando las pelotas.
Desnudito, Jake ganaba enteros. Tim lo tumbó en la camita para ver bien su cuerpo musculadito, marcando abdominales. Estaba seguro de que ningún hombre le había dejado el ojete del culo como se lo iba a dejar él ahora, a flor de piel. Lo comprobó con la yema de un solo dedito al pasarla por su raja después de meterle unos buenos banderillazos. Al principio lo tenía suave, casi virginal y ahora se le había inflado el contorno del ojal después de la refriega.
Estaba tan rico que no pudo dejar de metérsela. Sus ojitos mirándole fijamente, su boca entreabierta exhalando amor. Pensó si había sido una buena idea sentarle sobre sus piernas y dejarle montar a caballito, porque ese culo le bombeaba la polla de una forma demencial, dispuesto a sacarle toda la leche que llevaba dentro. Antes de que eso sucediera, Tim le cogió, le dio la vuelta y le empotró por detrás. Un buen pollón y una enorme huevera para el nene. Se la metió toda entera jodiéndole el culo y ya no paró hasta correrse entre sus piernas.