Niko Demon destroza el culazo de Oskar Ivan a pollazos y sin condón con su enorme pija | Tim Tales
El culazo de Oskar Ivan aprendía rápido y empezó a ser como una esponja que se lo tragaba todo, incluso el enorme miembro brasileño de veinte centímetros de Niko Demon, que estaba desbocado descerrajando pollazos sobre ese guaperas que estaba a cuatro patas con el pecho pegado al suelo y mirando hacia atrás pidiendo que le diera rabo.
Todo sucedió de repente. Acababan de levantarse y todavía estaban tontorrones. Empezaron a hablar de los sueños húmedos que habían tenido, se acercaron más de la cuenta, se impregnaron las napias con el sudor que desprendían sus cuerpos calientes y cuando Niko quiso darse cuenta tenía a Oskar esnifándole todo el sobaco, besándole para probar de sus labios el olor a hombre recién levantado.
Tener un sueño húmedo y no descargar, era lo peor que le podía pasar a un tio. Era levantarse con esa sensación de algo inacabado, la polla morcillona y las pelotas cargadas, una especie d enervio que te recorría todo el cuerpo y te perseguía, que no paraba de rondarte hasta que te la cascabas y te ventilabas los huevos. Niko agarró el lateral de sus pantaloncitos cortos con dos dedos y lo desplazó dejando escapar su enorme pollón y sus turgentes bolas.
Al ver semejante pija, Oskar se derritió de gusto y decidió ser la continuación de ese sueño inacabado. Fue tan valiente que se atragantó con la verga. Su cara roja como un tomate, las venas del cuello hinchadas y al sacarla, un rastro de saliva colgando por su boca. Niko le empujó en el sofá, le levantó una pierna y hundió su enorme cacharra dentro de su culo.
Se lo folló mirándole a los ojos, deseando esos morritos, ese pelazo moreno, la espesa barbita que dibujaba esa guapísima cara. Entraba super ajustada. Ese ojete oprimía su polla llevándola al límite de sus fuerzas, pero no podía parar de encularle, de proteger las nalgas entre sus muslos y darle su merecido. Cuando le estaba cabalgando no pudo aguantar más, bajó el culete sacando la polla de su recto y se la peló. Apenas se había sacado el primer chorrete, humedeciendo con su lefa el agujero, aguantó el segundo espasmo para colar la polla de nuevo por el hueco y seguir preñándole por dentro.