Matt Polaco se abre de piernas para que su peluquero Oskar Ivan se la meta a pelo | Men At Play

The Barber and Matt Polaco

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Después del baño de hombres y los vestuarios, la peluquería es ese otro espacio donde un hombre puede tener intimidad con otros de su mismo sexo. Mucho más sutil, aquí no hay rabos que salen de las braguetas con los que poder compararse, ni cuerpos desnudos bajo el agua de las duchas, ya sea por detrás proporcionando la visión de un buen culazo, como por delante, congratulándose con el balanceo de un buen montón de mingas conocidas y desconocidas entre las piernas.

No, en la peluquería no hay eso, pero hay mucho morbo. Hombres vestidos que tras un buen corte de pelo acaban bien requeteguapos mirándose al espejo y al verse tan cuquis se les termina poniendo dura como a Matt Polaco, lo que lleva a peluqueros como Oskar Ivan a hacer una intentona a ver si ese cliente está por la labor de ponerse en sus manos ya no sólo para realizar le corte, sino para otros menesteres de mayor calibre.

Oskar se pone detrás de la silla de Matt, con el trabajo bien hecho, preguntando a su cliente si le gusta. Por el espejo ve que algo no encaja en el paquete de Matt, así que primero coloca las manos sobre los hombros de ese tiarrón y las va bajando por sus pectorales, por su abdómen, hasta alcanzar su paquete. Le desabrocha la cremallera y le saca el cilindro bien duro, se lo coge con la mano y le hace una paja.

Un gemido y la cabeza hacia atrás le hacen pensar que va por el buen camino. Menudo pollón largo y bien gordo. El siguiente paso es inclinarse al lado de la silla y meterle una buena mamada. Esa polla es tan grande que no le cabe toda entera en la boca, aunque lo intenta, porque Matt le ayuda levantando un poco el trasero de la silla y empujando hacia arriba, follándole la boca.

Al levantarse, Oskar está empalmado y le sorprende que su cliente se tome la molestia de chuparle el rabo. Está cachas, es super atractivo, esos pelazos rubios, su cabeza subiendo y bajando, sentir sus labios apretando su pene. Casi estalla de placer. Matt se levanta y se da la vuelta. Oskar desubre su pandero poco a poco bajándole los pantalones con calma, apreciando cómo sale de ellos un enorme culazo de macho, poderoso.

No tarda en reclinar la silla, un reclinamiento que está indicado para lavar la cabeza, pero que también sirve para meter una buena follada. Enfila el rabo entre las piernas de ese chulazo y se la mete a pelo. Le da la vuelta y se abraza a ese torso musculazo, rozando con las manos sus curtidos abdominales, sus fuertes pectorales, la dureza de las tetillas de sus pezones, dándole por detrás como si fuera un perro.

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