El impotente Marc Spice presume de cuerpo y enorme pollaza | The Male Muse

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Dicen que las vidrieras de las iglesias ayudan a acercarnos un poquito más a Dios. Pues en las vidrieras del último piso de mi comunidad yo me acerco un poco más al hombre y Marc Spice consigue que cada domingo tenga que confesarme ante el sacerdote de mi pueblo, porque ese cuerpazo potente que tiene, con el torso peludito y las curvaturas de sus músculos, vaya que si me hacen pecar.

Tiene novia, lo saben todos en el pueblo. Se van a casar, estamos todos invitados. Le gustan los coños pero también le gusta mi boca. Hace ya semanas que subimos ahí arriba, donde los contadores, donde nadie nos ve y le como la polla. Me encanta meterme en la boca ese cilindro grueso y duro que tiene, sentir cómo se desliza la raja de su cipote sobre mi lengua dejándome el poso del precum encima, gustoso, la forma en la que mis labios se despliegan y se amoldan a la forma de ese enorme pollón.

Los pelazos negros de la base de su rabo me vuelven loco. Son como una meta para mí y día a día me comprometo a alcanzarla. A Marc le gusta que le mire desde abajo mientras se la chupo. Pone cara de enfadado, concentrado, me agarra por la parte de atrás de la cabeza y aprieta hacia su entrepierna para que se la coma entera a la vez que intenta follarme la boca dando unos caderazos certeros. Siento sus pelotas grandes y pesadas rebotando en mi barbilla.

Empieza a amanecer. La luz de la luna deja paso a la luz del sol y lo que antes era un halo azulado, adquiere tonos dorados. El cuerpo de Marc se llena de luz, de formas y es entonces cuando me acerco más que nunca al hombre que tengo delante. La tiene durísima, tiesa a rabiar. La mete entre los hierros de la barandilla y mi boca la persigue. Está a punto de eyacular. La conozco como la palma de mi mano. Su semen empasta mis dientes, rebosa por mi boca, cuelga por mi barbilla y cae al suelo. Le miro, me relamo y trago para que sepa lo mucho que disfruto de ese momento. Él acerca su mano a mi cara, con el pulgar me limpia la comisura de los labios, se sube los pantalones y se marcha.


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