Caio Veyron empala el culazo de Alberth Pineda con sus 28 cm de verga | Tim Tales
Un momento estaban estudiando y al otro Alberth Pineda estaba con el pedazo de pollón de veintiocho centímetros de Caio Veyron en la boca, con este tirando de la comisura de su boca con los pulgares, obligándole a abrir más los labios para poder comérsela de lo gigantesca que era. Alberth le estaba enseñando hace un momento letras y Caio decidió que era un buen momento para enseñarle la matemática de los centímetros de su lustrosa verga morena.
Uno quería estudiar y el otro sólo quería follar y al final, entre lo uno y lo otro, era obvio que ningún tio podía resistirse a lo segundo. Alberth no tardó en acabar abierto de piernas ante ese tiarrón, sus manos enganchadas en sus pantorrillas, obligándole a abrirse igual que había hecho antes con su boca, haciendo lo que tenía que hacer por el hecho de tenerla tan jodidamente grande y gruesa.
Un puto cilindro bronceado de veintiocho centímetros entrando y saliendo por el interior de su culo, completamente a pelo, bañado por la luz del sol. El cuerpo sudado de Caio, por el esfuerzo, bien atractivo, su cadenita rebotando sobre su cuello una y otra vez, puro músculo. Alberth no podía hacer otra cosa que no fuera entregarse a ese hombre.
Se puso a cuatro patas y le dio culo, que lo tenía bien rico. La amabilidad con la que se lo folló a pelo frente a frente, desapareció por completo cuando lo tuvo empotrándolo por detrás. Ese puto cabrón iba a mil revoluciones, penetrando sin control como un salvaje, sin ser consciente del arma que llevaba entre las piernas. Alberth también iba bien dotado con sus veinte y se los regaló cabalgándolo, para que viera cómo su larga minga rebotaba entre sus muslos y sobre su panza. Volvió a regalarle su lindo culito y esta vez Caio no pudo aguantar más, se sacó el rabo y disparó su semen sobre el cuerpo de Alberth ensuciándoselo desde el pecho hasta sus partes nobles.