El único entretenimiento que apaciguaba la mente del regente del hotel Viktor Rom era la taxidermia. Así, mientras estababa diseccionando a los animales para prepararles y darles forma convirtiéndolos en lo que un día fueron en vida, sus pensamientos se evadían de esas ideas extrañas que tomaban forma en su cabeza. Pero a veces volvían como olas en el mar y cuando chicos como Aaron Mark alquilaban una habitación, no podía evitar mirarles por el agujerito que había hecho en el despacho.
Su cuerpo desnudo, el agua resbalando por sus músculos, por la polla colgando entre las piernas, como una buena meada, cuando se daba la vuelta y se le ponía durísma admirando ese melocotoncito de culazo. Entonces esos pensamientos oscuros se apoderaban de él, le nublaban la mente y se colaba en la habitación para convertir a su húesped en un agujero humano en el que meter la polla y otros instrumentos.
Instrumentos como un dildo negro gigante de goma, tan grande como un brazo. Aaron había caído de bruces al suelo y su culo se había quedado en la posición perfecta para recibir, en pompa sobre el borde de la bañera. Fue justo en ese momento cuando entró Viktor para devolverle la vida masajeando y despertando su ano con esa trompa. Para su sorpresa, el hueco de Aaron tragaba y tragaba y parecía no tener fin. Era la primera vez que Viktor veía a uno de los huéspedes tragarse el pollón de goma gigante con tanto apetito.
El dildpo estaba hecho de rabo por los dos extremos, para dar placer a dos a la vez. La textura una vez mojadito era de una calidad excelente. Mientras Viktor lo tuvo entre las manos conduciéndoo hacia el interior de ese chulo, le dio mucho gustito. Era como agarrar una polla enorme de verdad a dos manos, toda venosa. Ahora venía lo mejor. Tenía que ser rápido. Tan pronto sacara el dildo de su culo, este intentaría cerrarse en banda y tenía que ser rápido metiéndole la polla de verdad, la suya, para sentir sobre ella el abrazo de su ano intentando volver a la normalidad.
Se lo folló a pelo antes de ponerle a comer polla, que para eso se lo llevó a la habitación y lo puso sobre la camita, le tapó la parte superior de la cara con una toalla, por la que previamente se había secado las partes nobles para que olieran a macho, despertando y aguzando sus sentidos y le dio a probar de su rabo duro y gordo. Dejó que se acostumbrara relamiendo y chupando el cipote, posando sus labios sobre la barra y le folló la boquita.
Le atragantó y bajó a besarle, probando el sabor de su propia polla. Alargó un brazo y le masajeó el ano. Aún después de haberle calzado un pollón de goma de casi veinte centímetros de diámetro, su ojete seguía estando cerradito a cal y canto, aunque ahora sabía lo mucho que podía dar de sí. Le separó las piernas abriéndole de par en par y paseó el gigantesco pene por encima de su raja húmeda.
No le costó nada metérsela, sólo tuvo que empujar y meter la polla dentro. Y todavía estaba apretadísimo. De repente el instinto follador volvió a por él y reventó ese culo a pollazos empalándolo con fuerza, desplazando el cuerpo de Aaron hacia adelante y atrás sobre la cama con energía. De un salto, Viktor se plantó en la cama, atrapando de hombro a hombro a Aaron entre sus muslos, le cogió la cabeza inclinándola hacia adelante y le obligó a comer polla.
Los ojos bien abiertos, casi llorosos, esos sonidos guturales que escapaban de su garganta, los cojones rebozándose bien por su barbilla. Traga que te traga, le dio la vuelta y a cuatro patas le dio por culo. En una postura casi sobrenatural, Viktor, apenas sostenido con una sola mano sobre el colchón, se quedó pinchado con la minga dentro de su culo, encima de su cuerpo, como si estuviera levitando sobre él.
La puta delicia de ese culo redondito y suave rebotando como un flan al compás de sus estocadas, elevó su mente a otro nivel sobre el suelo, sobre el mundo terrenal. Se corrió allí dentro, no salió, le dejó relleno como a los animalillos para volver a darles vida. Le soltó dentro del ano hasta la última gota de leche. A partir de ahora, que le había devuelto a la vida de nuevo, Aaron sería para siempre su marioneta.