El jardinero Nico Ruiz se folla a pelo el culazo de Gabo, el chico de la piscina, con su enorme rabo y se corre en toda su cara | Latin Leche

The Garderner and The Pool Boy

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El vigilante de la finca era un salido mental. A menudo, cuando los propietarios se marchaban de la casa de vacaciones y le dejaban al mando, solía quedarse mirando a través de la ventana de la casa y haciéndose pajas, admirando los cuerpazos atléticos de los chicos que pasaban por enfrente, en especial del jardinero Nico Ruiz y Gabo el chico de la piscina, que estaban de muy buen ver.

Sintiéndose un Dios desde la ventana, llegó a imaginar ciertas situaciones de lo más morbosas que un buen día se le ocurrió llevar a la realidad, eligiendo el momento oportuno, el día de más calor del verano, cuando la mayoría de tios moría por meter la pija en un agujero para calmar las ganas. Esperó varias horas, las suficientes tras las cuales un tio tendría ganas de llegar a casa y machacársela, para bajar a ver al jardinero.

Si de lejos ya se la ponía bien dura, de cerca ganaba enteros. Encima de estar bueno, era guapo y tenía unos ojazos para perderse en ellos. No se andó con rodeos. Le ofreció dinero a cambio de ir a ver al chico de la piscina y que se lo follase para él. Su reacción le pilló por sorpresa y para bien. Se fijó en cómo Nico se llevó las manos a los bolsillos y empezó a recomponerse la entrepierna. Al cabroncete se le había puesto dura pensando en la posibilidad de follarse un culo a esas horas en horario de trabajo.

El vigilante le preguntó si podía enseñarle la polla. Nico asintió con la cabeza, se echó mano a los pantalones desabrochando primero el botón y luego bajándose la cremallera de la bragueta. El segurata siempre la había imaginado y el corazón le latía rápido y con fuerza sabiendo que por fin había llegado el momento en que se la iba a ver. Lo que Nico se sacó por la bragueta superó todas sus expectativas. La tenía bien acoplada a los pantalones, tan grande que tuvo que meterse mano para sacársela. Un pollón largo, gordo y majestuoso que le dejó con la boca abierta.

Sin pedir permiso, alargó el brazo y se la acarició con la palma de la mano, sosteniéndola encima, pesándola, sintiendo su calor y su tacto. Se la palmeó un poquito para hacerla rebotar. Joder cómo le encantó ese rabo y eso que todavía estaba dormidito, apenas un poco amorcillado. El camino del jardín a la piscina era corto. Nico se lo andó con la picha por fuera y colgando.

La idea era que entre los dos pusieran cachondo al piscinero para que acabara cediendo. Qué mejor reclamo que Nico se sentara en una silla junto a la piscina y se masturbara mirando al chaval mientras este hacía su trabajo agarrando la redecilla para limpiar el agua. Llegaría un momento en que se daría cuenta y entonces se acercaría para saber qué estaba pasando y por qué un tio se la estaba pelando mientras le miraba, cosa a la cual, con lo rico que estaba, ya debería estar acostumbrado.

La pija de Nico completamente dura, era para gozarlo. Larguísima, gorda, venosa, un pedazo falo impresionante, descapullada, con un cipote descomunal hecho para rellenar y callar bocas. Como Gabo no se acercaba, al final el vigilante fue a por él. Resultó ser timidete el chaval, pero sin duda se había fijado en ese chulo que le miraba con la polla tan grande en la mano. Le animó a acercarse y hacerle cositas de hombres.

El chaval se animó y sin decirle nada de dinero ni tener que insistir, vio cómo se alejó en dirección a Nico, se arrodilló y empezó a comerle toda la polla. El vigilante no sabía si ese chaval se había comido muchas pijas, pero no cabía duda de que lo hacía muy bien. La forma en la que el cipote resbalaba por sus labios hasta instroducirse dentro de su boca fue demencial. Nico dio muestras de que se la estaba mamando de lujo, porque gimió y echó la cabeza hacia atrás levantándose la camiseta para que el chico pudiera recrearse en su definido torso y también para él poder ver mejor la mamada sin nada que le estorbara.

Le estaba dejando la polla fina fina. El vigilante no podía creerlo. Eso que había soñado tantas veces desde la ventana, ahora lo tenía a un palmo, el chico jovencito guaperas de la piscina, de rodillas adorando el enorme rabo del jardinero. Gabo fue dejando marcas sobre la polla con sus babas, cada vez más lejos, arañando centímetros forzando que esa pollaza le entrara un poquito por la garganta.

A base de mucho chupar y engrasársela, acabó metiéndosela dentro hasta los huevos, haciendo unos sonidos guturales que a Nico le dejaron cachondo perdido, a punto de preñarle. La cara de esfuerzo de Nico por no correrse antes de tiempo, apretando los dientes al notar cómo su pene quedaba trapado en el lugar más apretado del mundo, fue épica.

Cuando Gabo la sacó de su boca, totalmente brillante al sol, toda larga y dura la polla cayó rebotando hacia la cadera de Nico. Gabo se arrodilló en la tumbona dándole la espalda y le regaló su pandero blanquito, redondo y precioso para que se lo follara sin condón. Nico la tenía tan jodidamente larga y dura que a veces el chico de la piscina le colocaba una mano en la cadera para que frenara unas cuantas marchas.

Tenía el culo apretadísimo y de momento Nico no había conseguido metérsela entera. En cuanto le insertaba poco más de la mitad del rabo, el cabrón ya se daba por satisfecho, pero Nico necesitaba más. Menudo masaje anal le estaba metiendo. Sus gemidos cada vez que arañaba algún centímetro más hacia su interior, no tenían desperdicio. Se lo folló en varias posturas, porque Nico estaba seguro de que con alguna de ellas, su ojete cedería del todo.

De lado, con su piernecita al hombro, fue capaz de meterle casi todo el pepino. Luego bocarriba, con las dos piernas hacia arriba, los pies cerca de sus pectorales. Eso le permitió ver al chico de la piscina en todo su esplendor. El cabrón estaba bien bueno y el rabo se le había puesto durito con la follada. Nico se preguntó qué edad tendría. No le hubiera gustado ser un asaltacunas, pero ahora que ya se la estaba metiendo, no tenía sentido preguntar.

La tumbona les sirvió de vaivén. Nico se inclinó hacia adelante, cogió al chaval por el culete con las dos manos, se tumbó bocarriba llevándoselo con él y dejó al chico en posición de reventarle el culo metiéndole pollazos por debajo. Le destrozó el apretadito agujero. Gabo no podía creer que le estuviera entrando esa enorme polla por el culo. Se echó mano hacia atrás rozando ese pene durísimo mientras se metía dentro de él para corroborarlo.

El jardinero se tomó un respiro, sudando y cachondo, un momento que Gabo aprovechó para saltar sobre su polla empalándose encima y masturbándola con su pedazo culo. Así fue como entró entera. Por fin pudo sentir el roce de los pelos de la base de la polla del jardinero en las nalgas. Por fin pudo pedirle lo que estaba deseando desde que ese cipote atravesó su ojal, que le reventara con todas sus fuerzas, bien duro.

Nico volvió a ponerle a cuatro patas y se lo folló a pelo dándole por detrás. La visión de ese culazo redondito penetrado con su enorme rabo le excitaba sobremanera. No podía verlo, pero sí la sombra que proyectaba en la tumbona el pene del chaval rebotando, todo durísimo, entre sus piernas, cilimbreando al viento, a punto de soltar toda la carga.

El vigilante se puso las botas con el momento final. Si hasta ahora les había imaginado cada uno por su lado matándose a pajas, verles haciéndolo juntos le dejó herido de murte. El chico de la piscina masturbándose en la tumbona. El jardinero de pie junto a él, pelándose la gigantesca pollaza, sobre la carita guapa de ese zagal. Unos gemiditos de gusto, Nico dirigió el rabo hacia la boca del chaval y empezó a soltar virutas y chorrazos de leche encima de ella, en sus labios, en su barbilla, sus mejillas, disparando hacia su hombro.

El chico de la piscina tenía la boca llena de leche. Se resistía a tragar y se notaba que estaba saboreando el esperma, sosteniéndolo como si fuera el enjuague bucal después de cepillarse los dientes. No tragar, ponía en el prospecto. Nico se inclinó y le besó, paseó la cara por sus morros mojados, esnifando el aroma de su propio semen.

Se preguntó si a ese chico le excitaría lo mismo que a él y eso le animaría a soltar toda la paja. Lo intentó besando su cuerpecito atlético. A los chavales de su edad les gustaba mirarse al espejo, cuanto más que otro tio reconociera que estaban buenos. Lo intentó dejando la cara cerca de su pene, por si el chaval quería meterle un facial, que eso siempre molaba y te dejaba los huevos secos. Al final dio con la tecla. Le metió la polla todavía dura por la boca y el cabrón empezó a pajearse a toda hostia.

Así que eso era lo que le gustaba, correrse tomando un buen biberón. El «» prolongado que el chico de la piscina soltó por su boca, con todo el pollón taponándosela, a Nico le supo a gloria. Giró la cabeza y vió cómo el chaval soltaba toda la leche por el rabo corriéndose encima. El vigilante se cascó otra. Ahora más que nunca se sentía como un Dios, pero ya no desde la ventana, sino uno que con sus palabras había logrado convencer a dos tios calientes y con ganas de sexo para follar juntos y dejarse encima toda la leche. El descubrimiento de este nuevo super poder iba a proporcionarle grandes alegrías y unas buenas pajas.

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