Blessed Boy pone contra las cuerdas al pollón de Hugo Godinho y le saca toda la leche de los huevos | Himeros TV
Tied Up
No estaba acostumbrado a dominar y mucho menos a atar a un tio en una silla con la intención de ponerle caliente y chuparle la pija hasta sacarle toda la leche de los cojones. Por lo común, los hombres le dominaban a él. Blessed Boy, el chico brasileño bendecido con un atractivo especial, vicioso y muy cerdo, que provocaba que todos los tios abandonaran la corrida en sus labios o dentro de su cuerpo.
Totalmente desnudo, con la pija colgando, dio vueltas alrededor de la silla en la que Hugo Godinho, también en pelotas, estaba sentado, mietras con un trozo largo de cordel acariciaba su cuerpo, rozándole los muslos y haciéndole cosquillas en la polla todavía dormida.
El rabo de Hugo empezó a despertar. Ligeramente doblado hacia arriba, se agrandó a lo bestia cogiendo forma, poniéndose bien duro, triplicando el tamaño de su polla en reposo, gordísimo, con una gotita de semen en la raja del prepucio. Boy se detuvo frente a él al ver esa maravilla, el crecimiento de la polla de un hombre, un espectáculo siempre digno de admirar.
Siguió acariciándole con el cordel, esta vez concentrándolo en sus ingles, rozando su enorme rabo que seguía creciendo y apuntando hacia arriba apurando la empalmada, con cuidado de no derramar esa gotita brillante que era como miel para sus labios. Esa puta polla estaba durísima, cada vez más empinada, con unpoco de piel recubriendo el perfecto cipote. Parecía a punto de soltar la leche.
Boy le acordonó suavemente el miembro viril por la base y tiró hacia arriba. Por la raja del capullo salió otra gotita de turbia precorrida. Sabía que en ese momento Hugo deseaba que se la chupara para correrse de una puta vez en su boca. Hugo empezó a gemir en silencio cuando Boy tomó contacto con su cuerpo lamiendo y besando sus abdominales.
Entre que tenía la polla a punto de nieve y ese chico tan guapo, con esa carita, esa lengua y esos labios jugosos no paraba de calentarle, se le estaba haciendo difícil contenerse. Casi se le fue el jugo de la polla cuando el chaval se acercó demasiado y su rabo rozó el hueco entre sus pectorales. Boy subió hasta sus pezones y volvió a bajar. Con esa guapísima cara, cada vez estaba más cerca de su polla, a escasos centímetros. La forma en la que se la miraba era demencial. Iba a donarle toda la leche.
Hizo ademán de lamerle el rabo, pero el cabrón pasó de largo, dejándole el contacto del aliento encima. Ahora la dura polla estaba rozando su cuello mientras el chico se dedicaba a relamer los alrededores. Por fin el tacto de sus dedos, rozándole la polla suavemente como hizo antes con el cordel. Deslizó uno de ellos suavemente por la raja, se mojó la yema con el precum y se lo llevó a la boca para probarlo. Estaba bien rico.
Con lo caliente que estaba, no era la única que saldría por el cipote. Boy inclinó el rabo, miró a Hugo a los ojos, abrió la boca, sacó la lengua y le dio un repaso por la rajeta degustando lo que quedaba de esa precorrida. Hugo no sabía si cerrar los ojos, porque la leche se le iba a salir sola. Boy miraba su durísima polla como si fuera un helado, relamiéndolo una y otra vez sensualmente de abajo a arriba.
Qué labios tenía le guaperas. Abrió la boca ligeramente, sacó la lengua y empezó a deslizarla alrededor del prepucio. Desde luego el cabroncete sabía cómo jugar. Abandonó por un momento su rabo, auqnue siguió sintiendo el raspado de su barbita cuando se dedicó a lamerle los pelos de la base. Lo que hizo después le dejó loco.
Le rozó la base del cipote con los labios, la raja con las napias, cerró los ojos y esnifó el pegamento de sus pelotas aspirando profundamente. Nunca un tio le había puesto tan cerdo ni tan al límite casi sin rozarle. Cuando empezaba a acostumbrarse ya a esas caricias, Boy se metió su polla dentro de la boca y se la empezó a mamar.
El contacto de esos precioso labios le dejó ciego de gusto. Ni se inmutó el cabrón cuando se corrió dentro de su boca. Boy seguía chupándosela como si nada, con los primeros lefotes saliendo de sus labios y resbalando por toda la polla. Cuando se la sacó, le agarró el nabo y empezó a brotar semen primero como si fuera una fuente recién encendida y después a chorrazo limpio.
Uno, dos, tres, cuatro disparos de leche hacia arriba, cayendo sobre el estómago de Hugo, mientras Boy le pajeaba el rabo mirando la corrida de cerca, ahí, todo el espectáculo de la leche de sus huevos saliendo para que él lo viera, blanca y calentita. Ahora el pollón seguiría las leyes de su propia física, desempinándose por sí solo, con los goterones de semen resbalando por la pelambrera.