Apolo Adrii y Charlie Cherry se follan sin condones el tierno culazo de Bastian Karim en la oficina | Stag Homme

The businessman Chapter 11: perk of the job

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Muy a su pesar, o quizá no, Bastian Karim empezó a comprender que había venido a este mundo para servir a los hombres. Ya fuera por su mirada de cachorrito indefenso, por su carita guapa, su cuerpo tonificado o por el culazo suave y redondito que tenía, no había tio que no empalmara mirándolo y deseando hacerle cosas tan bestias que escapaban a la razón humana.

Ya había perdido la cuenta de los rabos que se había comido y otros tantos que le habían metido. Las bandas de la ciudad se lo rifaban como moneda de cambio y cuando creyó que se psaría una buena temporada sirviendo en la adinerada empresa de Apolo Adrii, donde por fin podría disfrutar de una solvencia económica, ese tio le entregó al primer accionista que buscó sus servicios.

«Es un beneficio de la empresa«, le comentó Apolo a Charlie Cherry, el guapísimo accionista, con Bastian de pie, desnudo de cintura para arriba, dispuesto, una vez más, a obedecer órdenes. Charlie sentó su trasero en la mesa y se sacó el rabo. Y menudo rabo, descomunal, largo y jodidamente gordo, con un cipote tan generoso que a Bastian no le cabía en la puta boca. La abrió a tope para mamar mientras Apolo se quedó a mirar, marcando su rabo tieso sobre la tela de los pantalones.

«Cómesela bien, Bastian«, le dijo. dejar satisfecho a un cliente era una de las premisas de la empresa. Apolo empezó a ponerse muy cachondo. Se la sacó también por la bragueta y se masturbó antes de decidir, si a Charlie no le importaba, participar en el juego. Bastian se quedó de rodillas en medio de los dos, chupándoles los nardos. Apolo cogió con las dos manos la cara de Charlie y lo atrajo hacia él pegándole un buen morreo con lengua. Nada mejor que besarse mientras te comían la polla. En esa empresa el amor estaba ante todo, el amor y el desenfreno, las fantasías y se lo iba a demostrar.

«Fóllatelo bien, eh, ¿Charlie? No te quedes con ganas de nada«, insistió Apolo a su accionista cuando Bastian le puso el culito en pompa. Charlie soltó un bufido al ver esas nalgas cerca de su enorme polla, le metió unos rabazos encima, le mojó la entrada del agujero con un poquito de saliva, hundió la polla en la raja y se la metió sin condón por el ojete, toda entera, hasta que los pelos del pubis rozaron contra las cachas.

Al accionista se le ocurrió que podían compartirlo. Quién era Apolo para negar esa fantasía a un nuevo amigo. Dieron la vuelta a Bastian y esta vez fue Apolo quien le clavó la polla desnuda, toda esa barra larga y preciosa destacando por fuera de la bragueta. Apolo empezó a coger velocidad de crucero, cada vez dándole más rápido y duro, alentado por los ricos besos de Charlie.

Tumbaron a Bastian en la mesa de enfrente, bocarriba, abierto de piernas. Los dos se pusieron frente a él, admiraron la raja de su culito y se fueron turnando para meterle las pollas, comenzando por Charlie. Apolo y Charlie cada vez sentían más atracción el uno por el otro. Bastian era el nexo de unión entre ambos, el que hacía el trabajo sucio.

Se tumbaron en el suelo y cruzaron unas pajas mientras Bastian jugaba con ellos a cuatro patas mirando en dirección contraria, pasando su boca de rabo en rabo. Cabalgó sobre la montura de Apolo, luego sobre la de Charlie. Siempre con un buen rabo taponando cada uno de sus dos agujeros principales. La hora del tentempié estaba al caer.

Se pusieron uno a cada lado de Bastian. Apolo apenas había perdido por el camino la chaqueta, Charlie los pantalones y la camisa abierta. Se pajearon con firmeza y Bastian se arrodilló para recibir su recompensa. Apolo fue el primero en correrse encima de su carita, soltando unos buenos gemidos con su voz profunda y varonil. A Charlie le fallaron las piernas y se le doblaron las rodillas del puto gusto al correrse. Por su grandiosa polla salió una buena cantidad de leche espesa y blanca, mojando la barbilla y el cuello del chaval.

Apolo recogió con los dedos la lefa y la condujo hacia la boca de Bastian para que lo saboreara. Luego cogió otro poquito y lo usó para lubricar su propio rabo. dejando claro que le encantaba la leche, se inclinó hacia Bastian, le relamió lo que Charlie le había dejado en la barbilla y tras notar ese gustito salado, se lo tragó. Y así era como se firmaba un buen contrato, de tú a tú y cercano.

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