Lunes por la mañana y otra vez las clases. Nada nuevo bajo el sol. Greg Dixxon encontró las mismas caras mustias de siempre. Entendía a esos jovencitos que después de un fin de semana apasionante ligando, divirtiéndose, pero sobre todo follando, ahora se sintieran encerrados en un lugar que no les correspondía, pero igual que un hombre alimentaba su satisfacción personal, debía crecer como persona, así que, obviando esas caras de sueño y pesadumbre, pasó a explicar los puntos del día.
El jovencito Jake Preston iba bien preparado. Le gustaba ponerse en la última fina y en cuanto el profesor empezaba a hablar, él destapaba su supuesto termo para el café que en realidad era un masturbador de mano con la entrada en forma de culito. Nada más verlo se le hacía la boca agua, porque ya podía sentir lo apretado que estaba. Escupió con ganas para dar lubricante al apartato, se sacó la chorra por los vaqueros, que además era impresionantemente larga y empezó a masturbársela.
Normalmente hacía esas cosas solo, pero esta vez tuvo ayuda. Troye Dean, que casi siempre se sentaba a su lado y pocas veces se enteraba de algo porque se quedaba dormido, esta vez le vio hacerlo, agarró el asa del falso termo y dejó que Jake se relajara haciendo él el trabajo sucio. Joder, ¿cómo podía ser tan diferente que otro tio te lo hiciera? Debía ser por el ritmo, que a cada tio le iba una marcha distinta.
Disfrutó poniendo las manos por detrás de la cabeza, dejándose hacer, corriéndose dentro del aparato, justo en el momento en el que el profesor pidió un voluntario, creyendo que Jake se había prestado a salir a la pizarra. En una situación así cualquier tio tenía varias opciones, a cada cual más embarazosa. Negarse a salir, lo que le granjearía una mala nota, salir e intentar esconder algo que por su tamaño era imposible o la más plausible, llevarse consigo el termo con el rabo dentro. Esta última opción fue la que escogió y la que salió bien.
Al menos durante unos segundos, hasta que el profe le cogió el termo, Jake se quedó con la polla emplamada enseñándosela a toda la clase y Greg intentó ver si quedaba algo de café, llevándose unas salpicaduras de lefa en toda la cara. Mandó a toda la clase fuera menos al jovencito y se quedó a solas con él en clase. No podía engañarse a sí mismo. Hacía tiempo que le había echado el ojo a ese chaval. Aunque se llevaran dos décadas de diferencia, el deseo sexual era evidente. Esa carita guapa, esos ojazos y sus morritos y ahora que ya se la había visto, esa polla larga y envidiable.
Se puso de rodillas y se la merendó. Jake no sabía muy bien dónde poner las manos. Sin duda estaba super excitado. Acababa de correrse hacía un minuto y ya estaba durísima otra vez. Miró hacia abajo y vio al profe disfrutando de su polla, mamándosela a tornillo. Nunca se había fijado de esa forma en Greg, en lo cachas que estaba y en lo atractivo que era.
Le desnudo quitándole la sudadera, sobando su cuerpo delgado pero musculadito. Miró hacia arriba, sacó la lengua y Jake se la apaleó con el rabo antes de metérsela en la boca. Decir que la tenía dura era poco, la polla estaba para reventar en cualquier momento. El profe mirándole todo el rato, la tranca dentro de su boca, alrededor del mástil esos pelitos canos del bigote.
En cuanto Greg se levantó y empezó a desnudarse también, Jake se sintió atraído y le besó. Por primera vez en su vida, después de haber visto montones de minga de chicos de su edad, se preguntó cómo la tendría un tio así que le superaba en edad, en altura y envergadura. Ayudó al profesor a quitarse la ropa. Cuerpazo que tenía para su edad, flipante, con ese torno amplio y musculoso. Le bajó los pantalones y lo gozó mucho al ver su pedazo de pipa.
Más gruesa que la suya y casi igual de larga. Lo primero que hizo fue cogérsela y menearla. Greg se sentó en la mesa y Jake se la chupó. Era una polla grande, madura. Se preguntó si las mamadas que se hacían entre colegas servirían igual con este tio y vaya que si servían. Esa succión constante, esos soniquetes chupando rabo le estaban volviendo loco.
Ahora le tocaba a Greg enseñar a ese chaval el plato fuerte. Se bajó de la mesa, se dio la vuelta y le enseñó un pandero tan grande y alucinante que Jake casi se corre al verlo antes incluso de rozarlo. El culazo del profe todo para él. Así sí que daba gusto ir a clase un lunes por la mañana. El profe le pidió que se lo follara a pelo, de hecho insistió en ello dándose unas palmaditas en las nalgas para que se la metiera rápido y ya.
Jake se tomó un tiempo para palmear el rabo durísimo sobre esas cachas, para regodearse con la raja encontrando el camino de entrada y cuando lo encontró y sintió el apretón de ese ano, se dijo que nada podía igualar aquella sensación. Las tres primeras enculadas fueron lentas, acostumbrándose. Poco a poco se sintió más seguro y empezó a follarse al profe.
Madre mía que pedazo de culo, cómo gemía Greg cada vez que se la metía, pidiéndole más, con esos cacho biceps musculados aferrado a la mesa. Jake sintió que podía reventarlo, hacer con él lo que le diera la gana. Le agarró del cuello y lo dominó por completo. La fantasía no había acabado. Jake se tumbó en la mesa del profe, picha en alto y vio cómo Greg hacía una sentadilla hasta clavársela entera y cabalgarle.
¿Cómo era posible que en ese momento, al tener ese cuerpazo sobre sus piernas, saltando, machacando su polla, ver la cara del profe, su pelo, barba y bigote canosos, pudiera sentir más atracción por ese tio que por cualquier compañero de clase? Miró hacia abajo y ahí estaba, la polla grande y gorda del profe rebotando contra su estómago, rozándoselo calentita.
Dobló las rodillas, apoyó los pies en la mesa y lo enculó desde abajo. Al profe le moló tanto esa fechoría que acabó rendido, inclinándose hacia Jake, besándole, gimiéndole frente a frente, dejando que el chaval hiciera ese trabajo por el que sin duda le iba a poner un sobresaliente. Cómo necesitaba eso, como el comer, la polla grande y larga de un alumno dentro de su culo ardiente, sin condón, toda a pelito, carne con carne, sintiéndola toda entera, dándole placer auténtico.
Los dos estaba exhaustos y frenaron unos segundos. Greg se quedó de rodillas en la mesa, mirando la entrepierna de Jake mientras este se levantaba, apreciando lo largo que tenía el rabo, maravillosamente y exageradamente largo para su edad, estatura y complexión. Le besó el cipote, se puso a cuatro patas y dejó que Jake entrara de nuevo dentro de él.
Jake dobló las piernas, encajó el culazo del profe entre sus blancos muslitos, le metió la verga, se inclinó sobre la espalda del profe y le dio por culo. Ole ahí, el más tonto de la clase, el que más ceros se llevaba, tomándose la revancha, dando por culo a un profe. Sería malo en los estudios, pero lo que es follar, a eso no le ganaba nadie. Y eso era lo que le gustaba a su edad. Culos, rabos, tios guapos, maduros, atractivos, cuerpazos, músculos, pelotas. Un batiburrillo de visiones que se agolpaban en su mente y acababa perdiendo la cordura para convertirse en un animal.
Qué preciosa imagen la de su precioso culito blanco y joven empujando para dar duro al culazo grande y bronceado de Greg, los dos con las piernas abiertas, con la pelotas colgando, dándolo todo. Follárselo en la mesa dle profe cumplido, ahora le tocaba llevárselo a su terreno, a la mesa de los alumnos. Allí Greg se tumbó, se le abrió de piernas y se entregó.
Qué buen follarín había salido el chaval. Le entraban ganas de pedirle que le presentara a su padre y tener los tres una reunión a ver si progresaba adecuadamente. Greg tenía todo a la vista para poner nota a ese examen. La carita guapa de Jake, ahora con los mofletes ruborizados a causa del sexo, su cuerpecito blanco y atlético en ciernes. Su larga polla surcando el interior de su ano. Se cascó una paja y se corrió encima.
Joder qué bueno. Aunque ya no le salía más leche, todavía sentía los embites de la corrida que hacían que su cuerpo temblara de gusto. Temiendo que el chaval se corriera donde no debía, se apresuró a acgacharse pidiéndole que se corriera en su cara. Abrió la boca, sacó la lengua y se lo llevó calentito. En cuanto sintió el semen del chico en la lengua y los morros se relamió saboreando la leche que ya estaba colgando por su barba cana. Le chupó la polla y levantó la cara mirando al chaval, sonriéndole de felicidad. Simplemente sobresaliente.