Nunca era demasiado tarde para probar las delicias de la puerta de atrás. El día en que como otro cualquiera Finn Harding salió a correr, no imaginó que terminaría seducido por una chica que conocía mejor que cualquier otro chico los puntos débiles de los hombres. De primeras le atacó donde más le dolía, enseñando unas buenas tetas y un culazo, haciéndole un gesto de que se la iba a comer enterita.
La llegada a la habitación fue rápida e indolora, cargada de mucho placer. Ella le empujó de espaldas contra la cama, tiró de los pantalones de deportes hacia abajo y el largo pollón de Finn salió disparado como un resorte. Se volvió loquito mirando cómo le chupaba la minga y habría jurado ver por el rabillo del ojo que otro tio se estaba masturbando justo dentro del armario. En efecto, Malik Delgaty, el novio de la chavala, se la estaba pelando viendo cómo su novia se la jalaba a otro tio.
Finn se caracterizaba por ser el tipo de hombre que cuando estaba en plena faena, no se negaba a nada, pero nunca se había visto en una de esas, cuando ella sacó del cajón de la mesilla un dildo grande y grueso como diez pollas juntas y le dijo que no era para ella, sino para él. A regañadientes, pero pensando que sería una nueva experiencia, Finn acabó poniéndose a cuatro patas. La pija y los huevos colgándole entre las piernas.
Ella le acarició la entrada del ojal con la lengua y para sorpresa de Finn, descubrió que le gustaba más de lo que creía. Hasta se le estaba dilatando, aunque todavía lo tuviese cerrado casi a cal y canto. La chavala le preguntó si estaba preparado. Finn hizo de tripas corazón, tragó saliva y, pensando que sucediera lo que tuviera que suceder, le contestó que sí. Entonces la chica avisó a su novio que salió del armario con la polla bien dura y tiesa, enorme. Ella sabía lo bueno que era su macho desvirgando culitos y ahí tenía uno preparado para descubrir sus bondades.
Malik se la endiñó sin condón metiéndole la mitad del rabo. El gemido de gusto de Finn no tardó en llegar. El cabrón lo gozó dejando los ojos en blanco. Como nunca antes le habían metido una polla por el culo, todavía su mente no se había acostumbrado a distinguir entre un dildo y una de verdad, pero estaba a punto de descubrirlo. La chica se puso delante de él para meter la cabeza entre sus tetazas. Él se comportó como un cerdo entre sus pechos, menando la cabeza entre ellos, atiborrándose, hasta que cayó en la cuenta.
Si ella le estaba dando teta, ¿quién coño le estaba metiendo el dildo por detrás? Giró la cabeza y se encontró a un chulazo guapísimo con el torso musculado, descubriendo que había perdido la virginidad anal hacía un par de minutos sin darse cuenta. La chica le agarró de la barbilla y le dijo que no se asustara, que si le estaba gustando, eso era lo más importante de todo. Dicho esto, se largó por la puerta deseándoles una feliz follada entre machos y dejó a los dos hombres a solas en la habitación, conociéndose íntimamente.
La verdad es que Finn estaba encantado. El chico le agradaba, sabía reconocer cuando otro tio estaba buenorro y tener su polla erecta, larga y dura acariciándole el ano le estaba gustando. Finn tenía la cara sonrojada mientras ese tio se le beneficiaba por detrás. Pensó en cuántas veces había estado del otro lado, siendo él el que arreaba duro, cascándose los huevos en un culazo, abriendo camino. Ahora era él el que recibía. Se sentía a la vez entre extrañado y agradecido porque las manos de otro tio estuvieran posadas en sus nalgas mientras recibía una buena penetración a pelo.
No hablaron nada, todo lo expresaban con gemidos y gestos. Al fin y al cabo eran dos tios desconocidos probando algo nuevo. Finn pensó que no tenía por qué ser todo el rato así, él a cuatro patas y Malik dándole por culo. Se tumbó de lado en la cama y elevó una pierna. Malik lo entendió enseguida y se colocó detrás de él haciéndole la cucharita y metiéndole de nuevo por el ojete toda la polla, esta vez con un extra, dándole un bue n repaso con los cojones por la base de las nalgas.
El agujerito de Finn era demasiado estrecho. Enseguida Malik necesitó más espacio para su enorme polla, así que le colocó una mano en el muslo y le abrió un poco más de piernas. Finn se puso bocarriba, elevó la espalda, apoyándose en el colchón con la parte alta y dejando su culo mirando al techo. Malik lo aprovechó para ponerse de pie y conducir su pijote hacia el agujero, taladrándoselo a tope.
A qué chico no le agradaba la vista admirar un cuerpazo como el de Malik. Un torso asombroso, con grandes biceps, pectorales de lujo, prominentes y cuadrados, todo macizo, marcando abdominales, guaperas y encima reventándole por dentro con una polla gruesa y bonita. La polla cada vez entraba más a fondo y Malik cada vez se estaba poniendo más cachondo. El apretujón que le metía ese ano en todo el rabo le daba un gusto tremendo que le llevaba al punto de corrida y no retorno.
Se puso de lado y le perforó el ojal con su nabo. Llegó casi al punto de encajarle toda la polla dentro y quedarse con las caderas y el abdómen sostenidos sobre su pandero, apenas cogiendo como punto de apoyo una mano sobre el colchón. Finn se dejó caer y Malik siguió jodiéndole a fuego lento, con su ritmo conquistador, excitante y caliente. Ese tiarrón estaba hecho de otra pasta, tenía un aguante excelente y era un auténtico empotrador de pro.
Mientras se pajeaba siendo follado a pelo, por la mente de Finn pasó una bonita película que ni él mismo podría haber imaginado. De salir a correr, ahora estaba en una cama ajena a punto de correrse, perdiendo la virginidad a manos de un extraño que estaba buenísimo. Por el capuchón de la polla empezó a sacarse la tinta blanca, mientras observaba con ojos tiernos el abdómen de ese tio todavía empotrándole, sus pezones, sus pectorales. Una auténtica máquina de follar.
Malik sacó la polla de su culo, se pajeó encima de su cuerpo y empezó a soltarle trallazos, ensuciándole de esperma todo el torso. Otro hombre deslechándose encima de él, dejando su esperma sobre su cuerpo. Dentro de todo lo sucio y cerdo que podía parecerle aquello, no podía tampoco dejar de sentirse agradecido. No fue hasta que ese tio desapareció dentro del armario, que cayó en la cuenta de cómo había sucedido todo, como si hubiera estado sumido en un sueño y alguien le hubiera dado una hostia de realidad. Se juró que eso no iba a acabar así.
CONTINUARÁ…