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William Seed se folla a pelo el culazo de Arno Antino en los vestuarios del gym | MEN

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Para un tio tan sexual como William Seed, el gym era la vía de escape perfecta a la que acudía cada día religiosamente tras una dura jornada de trabajo para cultivar su cuerpo y regalarse unas buenas vistas. Tanto tio bueno, tantos culazos potentes, esos paquetones destacando en los frontales, sobacos sudados y peludos por todas partes y como guinda final los vestuarios, una auténtica orgía para los sentidos, con montones de hombres desnudos paseando sus mingas.

Imposible que no se le pusiera dura y se le saliera el precum por la polla al ver a chulazos como Arno Antino cuando se ponían en la máquina a hacer entrenamientos que le recordaban a la forma de encular a un tio. No era ni el primero ni el último al que le trempaba en el gym, de hecho era normal, sobre todo si cogías un enorme peso. El problema era que Will la tenía tan tocha y empinada que le era imposible escurrir el bulto, porque se le salía por el lateral de los pantalones cortos.

Lo dejó estar, pero Arno se dio cuenta, abandonó su entrenamiento, pasó por el lado de Will alargando la mano, deslizó la yema de su dedo índice por la raja del cipote del pollón de William recogiendo su precum y se llevó el dedo a la boca para saborearlo. Hecho esto, se dirigió a la máquina de pesas para hacerse unas sentadillas y dejar que Will siguiera empalmando admirando cómo su culo bajaba y subía.

Tontearon y se siguieron durante un buen rato. Arno quería rabo y era un pedazo de cerdo integral, eso estaba claro. Will no podía ocultar que le encantaba un buen culo como ese. Siguió a Arno y plantó la cabeza entre sus piernas, de modo que cada vez que Arno hacía una sentadilla, su culo iba directo a la cara de Will, que le estaba esperando para volverse loco y esnifar su pandero.

Basta de juegos. Arno cogió a Will de la manita y, aunque los dos estaban solos de noche en el gym, se lo llevó a los vestuarios, donde el morbo era incluso mayor. Se sentó en el banco, le agarró la polla y se la empezó a mamar. La cosa empezó fina, con Arno adorando entre sus labios esa pedazo de pija, pero Will se puso en modo cabronazo y terminó follándole la boca como a él le gustaba, a toda mecha, penetrando una y otra vez la garganta de Arno, sacándole unos sonidos guturales de lo más profundo.

Se desnudaron. Arno se tumbó bocarriba en el banco y William se sentó sobre su cara dándole culo, pelotas e insertándole nuevamente el rabo por la boca para follársela, colocando las manos alrededor de su cuello, con los pulgares en la tráquea para notar cómo su polla se abría camino por ella y le desplazaba toda la nuez. Los dos rabo en mano, a pajas, a ver cuál de los dos se decidía a dar el siguiente paso.

William levantó a Arno y lo empujó contra las taquillas. Lo empujó por la espalda para que se inclinara y le diera culo y se la metió por detrás sin condón con mucho gusto. Toda su barra dura y caliente bien apretada dentro de ese agujero, saliendo y entrando de él, cada vez más rápido y más fuerte. Ahí fuera en el gym y con las máquinas se trabajaba músculo, pero en los vestuarios también si tenías la inestimable ayuda de un compañero que se prestara al juego.

Arno se prestó voluntariamente y más teniendo enfrente a un tio tan guapo y atractivo, con esos ojazos, ese cuerpo y ese vergón. William se tumbó en el banco, Arno sobre sus piernas clavándose su polla dentro y le dejó hacer. La culeada que le metió desde abajo fue monumental. Le pusieron un poquito de amor al asunto haciendo lo mismo frente a frente, porque todo cambiaba cuando tenías contacto visual con el tio con el que estabas follando.

Estaban decididos a que si cualquier otro tio entraba y se encontraba con esa escena, no la podría borrar de su retina y acabaría rabo en mano. La polla robusta de Will jodiendo de pleno y a pelo ese culazo tragón y espléndido que no paraba de saltar ensartado en una buena porra. Will remató la jugada enfilando a Arno abierto de piernas sobre el banco.

A punto de explotar de gusto, Arno abrazó su rabo con la mano y se la cascó hasta correrse. Las virutas de leche fueron cayendo sobre su costado, su muslo, el banco, y él no paraba de gemir mientras se sacaba la leche y se le ponían duritos los pezones de las tetillas. William sacó la polla, se pajeó encima de él y le disparó con unos buenos perdigonazos, corriéndose sobre su polla y sus pelotas. Entrenamiento completado.

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