Vosotros, los que vivís aquí y ahora sobre la faz de esta nuestra tierra, lo tenéis todo. Tan sólo tenéis que acercaros al grifo, abrirlo y sale el agua. Pero había una época en la que el jovencito sirviente Dean Young tenía que hacer un largo camino cada mañana desde la aldea al rio para traer agua a Felix Fox, el Dios Loki, para que así pudiera darse un baño.
El escandinavo Sir Peter se aseguraba de que eso era así cada día, sin falta, por la cuenta que les tenía a ambos. Sir Peter iba siempre bien empalmado. Aunque llevara una falda de piel de pelo suave, la tenía tan grande que, al llevarla suelta, cuando se le empalmaba un poco, se le seguía dibujando un buen bulto tirando hacia arriba. El rato que Dean tardaba en ir y volver del rio, se lo pasaba afilando su hacha, deseando ver cómo el Dios Loki se desnudaba antes de tomar su baño diario.
Su cuerpazo desnudo era un auténtico disfrute para la vista. Atlético, con un torso musculadito, pectorales definidos y fuertes, grandes biceps y un culazo que apetecía tocar con las manos hasta deshacerse en placeres. Ese día, cuando Loki se retiró la parte baja, su polla estaba completamente erecta apuntando hacia arriba. Dean, un jovenzuelo, el pequeño de siete hermanos pero todas chicas, cuyo padre había desaparecido en la guerra, nunca había visto el pene de otro hombre en erección, a excepción del suyo cada vez que se ocupaba de ayudar a Loki en su tarea higiénica matutina.
Le sorprendió ver un rabo tan duro y venoso y no reprimió su sorpresa, abriendo la boca y los ojos como platos, pero sin dejar ver a Loki lo mucho que le gustaba. Sir Peter también estaba alerta de lo que estaba sucediendo y jugó con su enorme bulto bajo la falda, cada vez más pronunciado. Ese día estaba siendo diferente por muchos motivos. Dean se fijó en que Loki estaba más hablador de la cuenta mientras él se encargaba de mojar su perfecto cuerpo con el agua. Loki le confesó que necesitaba otra serie de cuidados, más profundos, que tenían que ver con el alma. Acercó el rostro del sirviente al suyo y comenzó a besarle con cariño.
Unos segundos después, Loki salió del agua para sentarse en el borde de la bañera. Dean vio salir su cuerpo desnudo de entre la espuma, sus musculosos muslazos húmedos, la polla todavía erecta entre sus piernas. Loki le posó una mano por detrás de la cabeza, empujó hacia abajo y le puso a comer rabo. El jovencito Dean, que siempre había soñado con ese momento, bajó encantado a comerle el pollote, que cada vez se puso más duro si es que eso era posible, con un glande que no paraba de sobresalir, destacando cada vez que Dean lo acariciaba entre sus labios.
Al final Loki resultó ser como el resto de los mortales. Le gustaba que le comieran la polla y poder meterla por un agujerito. Pues ahí tenía el de Dean, el sirviente rubito con cuerpecito musculoso y bonito de auténtico yogurín, a cuatro patas sobre el borde de la bañera. Felix alargó una mano acicalando y preparando el ojete del chavalín, mientras ese benjamín se aferraba a su gorda polla con una manita que se le quedaba pequeña agarrando semejante mástil.
Normalmente los dioses escandinavos preguntaban a los padres y hermanos, por deferencia a la familia, si podían coger en ofrenda el culo de uno de sus hijos para colmarles de cosechas y buen tiempo. Incluso si la respuesta era ambigua o negativa, terminaban cogiéndolos, así que Loki, que además ya de por sí era el más rebelde de los dioses, pasó de protocolos al ver el culazo redondito, suave y tierno del chaval. Sus padres habían hecho un buen trabajo.
Al otro lado de la puerta, Sir Peter ya se la había sacado y se la estaba meneando. Aunque todavía la tenía morcillona, ya apuntaba maneras. Un pollón largo y bien gordo que sin duda le hubiera gustado colar por el agujerito apretado de ese mozo de apariencia virginal. Qué buen agujerito. Al posar la lengua en él, Felix notó cómo se le abría a la vez que le escuchaba gemir de gusto.
Le pasó una mano por delante y le agarró la polla, se la masturbó, disfrutando de las vistas, de sus pelotas meneándose al compás de la paja, ahí colgando entre sus piernas, bajo ese culazo despampanante que le estaba llamando a gritos. El apretón que le metió ese ojete al meterle la polla fue de aúpa. Pocas veces la había metido Loki en un culito tan acogedor, tierno y apretado.
Cuando tuvo casi toda la polla dentro, no sin resistencia, se lo empezó a follar. Si alguno de vosotros se pregunta si Dean ofreció su virginidad a Loki, la respuesta es no. No, porque Dean no era virgen. Había dejado de serlo hacía tiempo. Ser tan guapete, estar tan bueno y tener ese rico culazo, como podréis imaginar era un blanco fácil para los bandidos y en múltiples ocasiones, en su camino hacia el rio o a su vuelta, se había visto asaltado por uno o varios hombres que disfrutaron de él, a menudo hombres con unas pollas enormes y sexualmente muy activos, demasiado, dejándole el ojete bien abierto a la par que lleno de leche de lo guapo que era.
Por eso entonces entenderéis la forma en la que el sirviente Dean, en cuanto se acostumbró al tamaño de la polla de Felix, se giró hacia atrás agarrando a Loki por el cuello y empezó a culear hacia atrás tragando rabo y pidiendo que le diera más duro, porque era a lo que, esos bandidos que le asaltaban por el camino, le habían acostumbrado, a ser una buena zorrita tragona.
Ese culazpo precioso exigía unos buenos pollazos y Loki de fuerza iba sobrado. Le metió unos ricos zambombazos crujiéndole el ano, le dio tan duro y tan bestia que el cuerpo le sudaba. Para que lo sepáis, los dioses escandinavos no acostumbran a sudar tan fácilmente. Loki se dio cuenta enseguida de que ese chaval estaba lleno de energía, parecía hecho de otra pasta, como si le hubieran metido pollas a rabiar. Su energía terminó siendo superior a la suya, así que Felix se sentó al borde de la bañera y se dejó cabalgar, viendo cómo Dean saltaba encima de sus piernas clavándose y pajeándole la polla con ese pomposo culazo.
Entonces por primera vez Loki sintió algo que le era desconocido, una especie de sentimiento de atracción y protección hacia ese chaval. Se fijó en su pelito rubio y algo rizado, en su cara bonita y amable, en su cuerpo atlético y bien formado, en la forma en la que el pito erecto se le zarandeaba sobre el torso. En esa visión encontró fuerzas para volver a darle duro.
Le agarró fuerte rodeándole el cuello con un brazo antes de darle la vuelta, cogerlo en volandas y sostener su culo con las dos manos impulsándolo hacia arriba una y otra vez para que sayera con todo el peso de su cuerpo y se tragara la polla por el ano.
Sentados en el borde de la bañera, bien juntitos, besándose, rozando sus cuerpos sudorosos, se pajearon un rato. Entonces Dean se tumbó hacia atrás, se abrió de piernas y le dejó a tiro el agujero de su tierno culito. Al metérsela a pelo, Felix la sintió apretadísima como la primera vez. El ojete de ese chaval tenía una capacidad de recomponerse que estaba fuera de lo normal.
Mirar hacia abajo y verlo ahí entregado, abierto de piernas para él, era demasiado. El chaval se hizo una paja y se dejó toda la lefada encima. La leche le goteaba por un lado del cuerpo, por la cadera. Felix salió de interior de su culo y contuvo la leche en los huevos el tiempo justo como para aproximarse a la cara del chaval, dejarle el glande justo encima de la lengua y empezar a correrse encima de ella dejándole un buen poso.
Loki deseó entregárselo todo al ver esa carita mirándole desde abajo, con la boca abierta, la lengua por fuera sosteniendo el peso de su esperma. Cerró la boca, le besó en el glande y al abrirla empezó a hacer pucheros con la lefa, demostrando a Loki lo mucho que le gustaba el sabor del semen de un Dios. Al ver eso, Sir Peter, al que habíamos dejado meneándosela al otro lado de la puerta, culminó su paja soltando todo el lastre de su gigantesca polla en el mismísimo suelo. Loki, que se veía diferente al resto de dioses escandinavos, decidió hacer algo que no debía. Bajó al mundo terrenal, acercó su boca a la del chaval y le propinó unos besitos húmedos y resbaladizos, probando de su propia leche.