Llegó a casa por la noche después de una larga jornada de trabajo. Zack Mackay se encontró con que el piso se había convertido una vez más en el puto desorden en persona. Malik Delgaty se había dejado en la mesa el plato de la cena a medias, pantalones, zapatillas, toalla, todo por el suelo o sobre los muebles tirado de aquella forma. Zack miró a su compañero de piso sin creer que pudiera ser tan desordenado. Estaba jugando a videojuegos. Si no fuera porque tenía un señor culazo que se le marcaba por encima de los gayumbos y que le alegraba la vista porque solía pasearse medio desnudo por la casa, ya le habría largado hacía tiempo.
Ese día Zack lo encontró especialmente guapo. Tumbado bocabajo en el suelo, con los codos apoyados mando en mano, camiseta negra de tirantes y su culo dibujando una sugerente forma en la tela de los calzones blancos que llevaba puestos. Cada vez que Zack lo miraba, no podía evitar morderse el labio inferior en señal de gusto, negar con la cabeza imaginando cómo sería tocar esas nalgas mientras se lo follaban duro.
Solo de imaginarlo se le puso bien dura, así que tomó asiento justo en el sofá que había detrás y empezó a pajearse mientras le miraba. No le quedaba otra. O sí. Nunca había intentado seducirle. Las ganas de sexo le envalentonaron y fue capaz de inclinarse y bajarle los calzones por detrás. Enseguida Malik se los subió y reprendió su actitud, pero al menos ya le había visto el culo y tendría material para pajas en su mente durante días.
«No me toques el culo«, le advirtió Malik con cara de mala hostia. Por suerte, Zack sabía cómo despistar y calentar a su compañero de piso, era lo que tenía haber compartido con él tantas horas. Le dijo que mirara la pantalla que lo iban a matar. Enseguida le hizo caso y se olvidó del tema, al menos hasta que Zack volvió a la carga y desgarró esos gayumbos para volver a ver con sus ojos ese deseado culazo.
La respuesta no quedó en advertencia esta vez. «Te dije… que no… me tocaras… el culo«, pronunció Malik de nuevo clavando su mirada en Zack como un cuchillo. El tio se encabronó, lanzó a Zack contra el sofá, lo puso a cuatro patas y le bajó los pantalones, agarró el mando de la Wii y se lo metió por el culo. Zack supo que iba por buen camino, así que probó a seguir enfureciendo a su compañero a ver si caía en la trampa.
«¿Qué pasa, que me tienes que meter el mando porque no se te pone dura?«, le retó. Hirió su orgullo. Zack sabía que si algo no podía sorportar Malik eran dos cosas, perder y que le dijeran que no podía hacer algo. Dio en el clavo. Vio cómo se quitaba los pantalones. Ese día, además del culo le vio la polla y menuda polla, larga y gruesa, un pedazo de cilindro flipante y apetitoso. Dia de suerte. Malik le agarró la cabeza y Zack empezó a comerle el rabo.
El cipote acoplado en la entrada de su garganta, forzando, sacándole toda la saliva que tenía en la boca, los labios arrastrándose por ese pedazo de carne dura y caliente. Qué pollón. Lo sacó de su boca, lo agarró y se dio de pollazos en la cara para sentir que era real, que por fin estaba saboreando la polla de su colega. Cuando Malik se subió la camisetita por encima del pecho y Zack vio esos pectorales fornidos, ese torso mojabragas, lo dio todo y se la comió hasta los huevos. Era lo mínimo que se merecía un tio que estaba tan bueno.
Hasta ahora Zack no había descubierto ninguna afición de Malik que superara a la de los videojuegos. Hasta ahora. Debería haberlo supuesto, pues casi todos los hombres, como él, eran iguales en ese sentido. Si le dejabas un buen culo donde meterla, lo abandonaban todo. Sentir el pollón de Malik fundiéndose en sus entrañas fue una delicia para los sentidos.
Grande, dura, llena de energía. Mucho mejor que el mando de la Wii. Al principio entró super apretadita, pero en cuanto se la metió toda dentro y comenzó a follárselo por detrás, salió y entró varias veces por el ojete. Zack miró hacia atrás. Lo de Malik era de otro mundo. Menudo empotrador estaba hecho. Cómo movía la cintura para penetrar, todos sus músculos del cuerpo en tensió con un solo objetivo, follarse ese culito apretado sin condón.
Qué reventón le estaba metiendo. Se le puso bocarriba abierto de piernas para verle bien. El tio era una puta máquina de follar. Metía y sacaba su polla sin detenerse. Con tanto movimiento, Zack casi se cayó del sofá. Malik le cogió en brazos y lo volvió a poner en posición. Entonces Zack no debería haber hecho el gesto que hizo. Le miró retándolo, sacando una sonrisa. Debería haberlo visto venir. A un tio que estaba follando tan bien, sonreirle como si no te estuviera jodiendo el culo era retarle. Vio a Malik apretar los labios, poner cara de cabronazo y Zack supo que la había liado buena.
Efectivamente, Malik empezó a penetrarle a toda hostia, fusilando literalmente su culo, tan fuerte y a tal ritmo que todo su cuerpo empezó a sudar. Brazos, torso, culo, piernas, todo su cuerpo brillante a causa del sudor que emanaba por su piel por el esfuerzo de penetrar a cien por hora. Malik se sentó en el sofá y Zack se clavó su polla por el culo dándole la espalda, dispuesto a cabalgarle.
Apenas le había metido diez zurriagazos a ese rabo, Malik empezó de nuevo a culearle, esta vez desde abajo, levantando su culo del sofá y castigándolo. Era tanto el gusto que sentía que se corrió encima. Malik le cogió por las caderas, siguió arreándolo y en ningún momento permitió que escapara. Se aferró fuerte a él y le dejó dentro una buena preñada.