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Paddy O’Brian se folla a pelo el culazo del jovencito Dean Young en la barra y el reservado del bar y deja que el chaval se corra en su cara de machote | MEN

Paddy's Raw Comeback

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Mamma mía, es lo que pasó por la cabeza de Dean Young al ver aparecer por la puerta de la cafetería a ese chulazo motorista del que se enamoró cuando se quitó el casco. Paddy O’Brian era la clase de tio que le ponía burraco, un daddy joven bien hecho y derecho, con pinta de cabronazo empotrador, tremendamente atractivo, seductor, con su chupa de cuero, barbita y ese pelazo repeinadito y engominado. Vamos, que se le hizo el culo pepsi cola deseando probar esa boca, esos labios.

Buah, empezó a hacer calor, mucha calor en la barra. Paddy se puso cómodo a la mesa y al quitarse la chaqueta, Dean pudo descubrir su maravilloso torso musculoso, con unos biceps y unos pectorales de traca, cadenita de oro al cuello y además se fijó en un detalle y es que a ese chulo parecía que los jovencitos como él también le hacían tilín porque había un sorprendete bulto que se le marcaba en los ceñidos vaqueros y que estaba fuera de lugar, no en el frontal de la huevera, sino levantando el forro del bolsillo.

El jovencito Dean se quedó mirando, soñando, pensando que no podía ser que además de estar tan bueno ese tio estuviera tan bien armado como para que la pija se le saliera por el bolsillo. Estabaa punto de descubrir que era tan grande como parecía. Paddy se acecó a la barra, se enfrentó cara a cara a Dean, casi rozando su boca con sus labios y le preguntó si le gustaban las pollas grandes.

Vaya que sí. Con una mano, Paddy se desabrochó el botón de los pantalones, se bajó la cremallera y se la sacó por toda la bragueta, hermosa, larga, grande y bien dura. La expresión de sorpresa en el rostro de Dean ya lo decía todo. Alargó una mano y se la masturbó suavemente mientras Paddy tenía una conversación banal con el camarero.

En cuando tomó nota de su pedido, Paddy volvió la cara y le comió la boca al chaval, que ya estaba enamorado perdido de ese tiarrón. Iba a tener suetr, porque Dean siempre iba preparado para hombres como él. Debajo del kilt no llevaba nada, así que le bastó con alzarse la faldita para enseñar a Paddy su redondo y hermoso culazo. Al motero le faltó tiempo para ponerse detrás del chico, bajarse un poco más los pantalones por las pantorrillas, levantarse la camiseta de tirantes hasta el pecho, enderezar la polla más dura que una roca y penetrarle sin condón hundiendo toda la verga dentro de ese apetecible culazo.

Dean se quedó atontado, enmudecido, sorprendido, todo a la vez. Qué puto justa le entraba y escuchar el gemidito apagado de Paddy en la oreja susurrándole sólo ayudó a que el ojete se le abriera aún más para ese tio que empezó a follarle por detrás, a arrastrar su pene durísimo por el orificio de su ano, metiéndosela hasta las putas bolas peludas.

Parecían dos perros en un callejón dándole al vicio. Ni siquiera frenaron cuando el camarero se acercó a ellos, indignado porque hicieran esas guarradas en su local. Pero no podían parar. Estaban excitados. Calmada el ansia del primer encuentro, el camarero tuvo a bien dejarles un reservado. Paddy apoyó su culo en la mesa y Dean se enfrentó cara a cara con la polla más alucinante que había visto en su corta vida.

Dura, venosa, fuerte, empinada, con un cipotón gordísimo y unos pelazos negros en la base del pollón que eran alucinantes. Colocó una manita en la base y le comió todo el palodú. Joder, la saliva se segregaba sola a cada mamada, en tal cantidad que ya se le salía por la boca. Sintió la mano caliente de Paddy en la nuca, empujando hacia él, obligándole a tragar. El cipote se le coló más allá de la campanilla, una arcada le sobrevino con el rabo dentro de la boca, culminando en más cantidad de saliva mojando esa polla.

Miró hacia arriba un momento. Ese tio se había desnudado por completo. Le daba igual si entraba algún comensal, se la sudaba fuerte. Qué Dios griego, qué pectorales, menudo six-pack, qué jodidamente guapo y atractivo, qué dotado. El tipo perfecto. Y ahí estaba, comiéndole los bajos a fondo. Paddy sentó al chico en su lugar, le levantó la falda y descubrió que la tenía durita. Se metió entre sus piernas y se la mamó.

Era lo último que Dean hubiera esperado de un tiarrón así tan cachas, que se tomara un tiempo para dedicarlo a su rabo, cuando hombres como él iban a meterla directamente sin tomarse tiempo para otros menesteres. Mamadas rápidas, labios apretados contra su pene, mucha saliva. No dejaba de mirar esa cara de tio guapo comiéndole la pija. Poco tardó en empujar sus muslos hacia arriba y abrirle de piernas para descubrir de nuevo la maravilla de su culazo.

Qué pedazo agujero tenía en medio. Un dedo le cabía perfectamente y entraba de lujo. Por si acaso, Paddy se lo trabajó un poquito más con la lengua y con una buena miradita a tiempo, que siempre conseguía con ella cosas alucinantes, como que los agujeros estrechitos dejaran de serlo. La mirada de Paddy era arrebatadora, penetrante, viciosa, cargada de rabia y masculinidad a tope, casi como si directamente te estuviera follando.

Así se sentía Dean, follado por ese tio al que lo que más le gustaba era dar por detrás a jovencitos como él. Por supuesto Dean le entregó una vez más su culo y se lo puso en bandeja para que lo rematara a pelo. Menudos pollazos le metía, apoyando un pie en la mesa para coger fuerza y trincárselo, empleando tanta energía al hacerlo que, tras unos minutos, a ese cabrón le estaba sudando hasta el culo.

El sofá del reservado fue su siguiente parada. Dean miró a ese hombre todavía sin creer que fuera real. Jodidamente atractivo, un cuerpazo para chuparse los dedos, torso musculado y peludito, una polla grande esperando que le dieran caña. Dean tomó asiento sobre sus piernas y se clavó toda la polla dentro. Pero las sorpresas no habían acabado todavía.

Paddy se abrió de piernas y pidió al benjamín que le comiera el culete. Sorprendido, pero con ganas de zorrear, Dean se agachó y se encontró con un culazo musculoso a tope de pelos. Era sacar la lengua, lamerle el ojete y llevarse el regusto de chupar pelos y zona blanda. Juró que como ese tio le dijera que se lo follara, se casaría con él. Pero no, Paddy le cogió en brazos, se lo llevó al asiento de un taburete alto y le machacó el culo a toda hostia.

El motorista no dejaba de sorprenderle a cada movimiento. Paddy bajó a comerle de nuevo el rabo y esta vez lo hizo para quedarse. Mientras se la machacaba duro con la mano, miró hacia arriba y le preguntó a Dean si le gustaría correrse en su cara. Dean asintió, tomó de nuevo el control de su pene y se lo pajeó sobre la jeta de ese cabronazo que ahora estaba con la boca abierta, la lengua por fuera y gimiendo como un cerdo esperando su leche.

Toma lefazo largo y directo encima de esa cara tan guapa, otro chorrazo caldoso mojando sus dientes, directo a su paladar, descargando sobre su lengua, su bigote y su barbita. Con la boca llena de lefa, casi sin poder pronunciar las palabras, Paddy le dijo que ahora le iba a dar a él. Se levantó polla en mano. Los pelos de su polla negros ahora estaban decorados con el semen de Dean. Era todo una locura insana.

No eran gemidos, eran gritos lo que soltó ese cabrón por su boca al correrse. Una gota espesa de precum precedió a un largo corridón que terminó en la cara de Dean, mojándole la mejilla, la oreja y el hombro. Luego un montón de lefotes como lluvia depositándose encima de su cara y por todas partes. Paddy llamó al camarero para que les trajera toallitas para limpiarse y luego invitó al chico a unas cervezas, brindando juntos por esa rica follada perversa.

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