El guapísimo rubito de ojos azules James Connors se desnuda y se hace un buen pajote | GayHoopla
«Bienvenido a mi casa«, me dice James Connors abriéndome las puertas de su chalet de par en par. Sus padres se han ido de viaje, tenemos todo el fin de semana por delante y me ha jurado que la vamos a liar parda. No veo el momento. Ha llamado a chicos a los que no conocemos, «para follar» me cuenta. Va con pantalones cortos deportivos de algodón y una camiseta holgada, se la sube y me enseña sus abdominales guiñándome un ojo. Él va a triunfar y yo también gracias a su encanto.
Es tarde de sol. Salimos al jardín y James se sienta al otro lado, subiendo los pies a los sofales, con sus piernas apntando hacia mí. Ahora sólo lleva puestos los pantalones y las zapas. Me sonríe. El hijo de puta consigue ponerme nervioso. Es tan guapo que da rabia. Rubito, con cara de ángel, una sonrisa que enamora y encima está bueno. Le planto una mano encima de la pierna, a la altura de la espinilla. Está fuertaco. Me vuelve a sonreir sin decir nada, le digo, «¿qué?» y me responde que «nada«, pero se sigue riendo sin dejar de mirarle fijamente a los ojos, luego a los labios y de nuevo a los ojos. Entonces me doy cuenta de que sabe que me gusta. Demasiado.
Ha pensado que es buena idea que nos duchemos antes de que lleguen los chicos. A punto de entrar en la ducha, se quita los pantalones. Lleva calzones de pata larga oscuros. Está tremendo ahí de pie, con la toalla blanca al cuello, su torso musculadito marcando todo. Me mira, esta vez con el semblante serio, concentrado, como si estuviera pensando si hacer lo que está a punto de hacer. Mete el pulgar de su mano izquierda por debajo de la goma de los gayumbos y tira hacia abajo. Primero me deja ver su perfecta línea inguinal y luego la base de su pene, el nacimiento de sus huevos.
Se los vuelve a subir y se sienta junto al lavabo, impulsándose con las manos apoyadas en el mármol. Joder, si yo fuera más decidido, en ese momento le habría subido las piernas, le habría bajado los calzones y me habría puesto a comerle todo el culito antes de follármelo en esa esquina del baño, pero como no me decido, James vuelve a la ducha y se desnuda por completo.
Me encanta la forma de su rabo, de tamaño medio pero tirando a larguito y me flipan sus huevos colgando. Últimamente no acostumbro a ver a tios de nuestra edad que los tengan así y me molan, porque se prestan a innumerables juegos y porque da mucho gusto cuando te empotran y rebotan. El calorcito del agua de la ducha se la pone dura, sale del baño y me la enseña, empujándola con el pulgar hacia arriba para enderezarla. De nuevo esa sonrisa seductora, pero acabo de una vez por todas con ella cuando me acerco a él, me pongo a cuatro patas metiéndome entre sus piernas y voy a por todas, con la boca abierta, dispuesto a mamársela hasta que expulse toda la leche encima de mi cara. Y cuanto más le miro esa guapísima cara, más apetitoso está su rabo.