Luccas Toblerone mete a Blessed Boy por el culo y a pelo su gigantesco pollón de 25 cm | Tim Tales
No recordaba Blessed Boy ninguna sensación tan parecida a tomarse el biberón que esa en la que estaba ahora, chupando el gigantesco miembro duro y venoso de Luccas Toblerone. Su boca quedó saciada sólo con meterse su cipote dentro, pero estaba tan rica y el hecho de que fuera tan grande, llamaba tan poderosamente su insitinto animal, que se rasgó las vestiduras y mamó unos cuántos centímetros más sólo por darse el gusto.
Que Luccas llevara puestas gafas y un pasamontañas para pasar desapercibido, aumentó el grado de morbo de Blessed, que después de chuparle la polla, se abrió de piernas y le puso a huevo los muslitos separados de sus piernas, rodillas al pecho y la raja del culo de par en par. El gigantesco pollón se introdujo por el interior de su culo a pelo y lo rebañó bien a fondo.
Menudos caderazos metió el colega cuando su ojete y su rabo se conocieron mejor y eso ya entraba como la seda. No tenía miramientos. Sus veinticinco centímetros de verga durísima y enorme follándoselo desde la punta hasta los huevos, sin dejarse una sola pulgada por meter dentro de ese suculento culazo tragón que era toda una delicia.
Al ponerse a cuatro patas, Blessed se dio cuenta de lo cachondo que se había puesto Luccas al verle el culete blanquito y redondo. El amor con el que lo penetró primero y luego la tunda de pollazos que le brindó, cascándole los grandes huevazos en el pandero una y otra vez, haciéndolos rebotar contra su raja, fueron grandiosos.
Entraba tan ajustada que hacía ventosa. Para acabar, Blessed se tumbó cómodamente en la cama, sosteniendo el pollón de Luccas en la mano como un cubata. Apreció cada centímetro de esa verga dura y enorme, morenota, con el capuchón puesto. Lo corrió hacia arriba y hacia abajo gozando del tacto del rabo en la palma de su mano cerrada y cerró la boca en torno a su capullo cuando empezó a correrse, devorándole todos los mecos.