Ty Roderick enfunda su fornido pollón a pelo en el culazo de Blain O’Connor que se corre sin manos mientras se lo folla | Rod’s Room & Next Door
La conexión entre Ty Roderick y Blain O’Connor fue instantánea. Ya vestidos se hicieron tilín. Ty por su atractiva cara que lo convertían en el mejor de los amantes, Blain por sus ojazos azules claros y su arrebatadora sonrisa. En cuanto les dijeron dónde iban a follar, el simple hecho de saber que iban a poder abandonarse el uno dentro del otro a places, les dio alas y, nada más cruzar la puerta del jardín del chalecito, semidesnudos, apenas con los calzones puestos, se tiraron la caña y empezaron a morrearse.
Unos segundos aguantaron con los rabos dentro de los calzones. A Ty se le empezó a formar un buen bulto en el paquete, incontrolable, que le levantaba todo el frontal y le dejaba los cojones expuestos. Pocos segundos más tarde, ambos se sacaban las pollas empalmadas demostrando de una forma incontestable lo mucho que se gustaban. Porque no hay mayor verdad que la de una buena polla dura.
No eran sus rabos lo único que les gustaba. Tenían una complexión parecida, musculosos, de cuerpo atlético, hombres de pelo en pecho. Sus pectorales eran una fantasía en la que perderse durante horas, tan fuertes, prominentes y varoniles. Después de encargarse de masturbar las pollas escupiéndolas encima como putas para manejarlas mejor, Blain fue el primero en arrodillarse y tomar verga.
Joder, desde arriba le había parecido más fina, pero en cuanto se metió el rabo de Ty en la boca, descubrió el pedazo de pollón que tenía. Estaba durísimo y era bien grueso, cubierto de unas buenas venas. No quería dar a Ty la impresión de que era un buen cerdaco comiendo rabos, pero nada mejor que descubrirse ante un tio como lo que eres desde el primer momento.
No, sus mamadas no eran a las que uno estaba acostumbrado, lo suyo era tragar, acoplarse los cipotes al fondo y hacerles hueco hasta que le sobrevenía una arcada, entonces la aguantaba como un hombre y aprovechaba la arcada para meterse más torzo de rabo dentro. Eso les volvía locos a los tios, que podían cerrar los ojos y fantasear con esos soniquetes de tragapollas y esa chupada sonora cuando recorría la polla con los labios succionándola.
Menudo come pollas estaba hecho. Ty sonrió satisfecho por el colega que le había tocado en suerte para pasar un buen rato, pero como siguieran por ese camino,l iba a terminar corriéndose dentro de su boca. Devovió la mamada a Blain, que en cuanto sintió el roce de los labios de Ty soibre su pene, se puso cachondo y empezó a gemir como si no le hubieran tocado el rabo en la puta vida.
Aunque la minga de Blain estaba apetitosa y casi le cabía entera en la boca, deseaba su culo, su señor culazo, hecho por y para su rabo. Intentó penetrarle de pie, en el jardín. Logró aproximar el cipote a su agujero. Al rozarle con él, Blain volvió a gemir como una putita en celo, pero Ty la tenía tan grande y gorda que el ojete de Blain se cerró en banda, temeroso de que se lo desgarrara.
Nada que las ganas no pudieran solucionar. Más cómodos dentro del chalet, Blain se puso de rodillas en el sofá, mirando hacia el respaldo, se abrió de piernas y ahora sí Ty le penetró hasta el fondo metiéndole su fornida y dura pollaza sin condón. Cómo gritaba de gusto el cabrón mientras se la metía y los pelos de la base de la polla de Ty, un buen bosque de pelazos negros, le rozaban el pandero donde en una de las nalgas llevaba tatuado su nombre. No el de Ty, sino el de cualquiera que le diera por culo y lograra verlo. Pues ahora era el culo de Ty y llevaba su nombre.
Le cubrió por detrás con ganas y luego se sentó en el sofá para dejarse cabalgar. Hasta ese momento no fue consciente del pedazo de maromo al que se estaba follando. La comodidad de estar sentado y verlo saltar ensartado en su verga, le hizo fijarse en él de arriba a abajo. Guapísimo, atractivo, cuerpazo, con un torso flipante, buenos biceps y un culo hermoso que nol paraba de rebotar encima de sus piernas bombeándole la polla.
Le abrió de piernas bocarriba en el sofá y se lo folló, por primera vez cara a cara, uno dentro del otro. Blain no paraba de gemir. Tenía la cara roja, estaba sudando, no paraba de mirar fijamente a Ty a los ojos, deseándolo. El sentimiento era mutuo y sacaba el lado más salvaje de Ty, que se empoderó y le metió una folladita bien rica de esas que no se olvidan.
Ocurrió encima del reposabrazos del sofá. Blain estaba bocarriba, Ty se la estaba metiendo. El simple roce del pene dentro del ano de Blain, atosigándole la próstata con el gustito que eso daba, hizo que Blain casi se corriera sin manos. Una gotita de leche turbia empezó a asomar por el cipote, Blain le dijo a Ty que parara un momento, él obedeció sacándole la polla del culo y vio cómo Blain se cogía el rabo estrujándolo de abajo a arriba. Un par de gotas de leche salieron de su rabo y le mojaron los pelos de la barriga.
Qué buena postura. Blain creía que Ty ya podía seguir y le invitó a entrar de nuevo. No podía estar más confundido. En cuanto Ty empezó a metérsela de nuevo, no pudo resistirse el gustazo y se corrió encima, sin manos, su rabo soltando ya una buena lefada, poquito a poco, la leche colgando entre la punta de su pene y los pelos. Dios, qué rico sabía correrse así. La leche fue saliendo sola por inercia. Ty le ayudó a sacarse la última gota y se lo siguió follando mientras a Blain le resbalaban los goterones d ela corrida por las caderas.
Ty continuó follándoselo unos minutos más, dándole por detrás y terminando de nuevo bocarriba en el sofá, hasta que no pudo aguantarse más las ganas. Estaban los dos pajeándose mano a mano, uno encima del otro, cuando Ty exhaló unos gemidos desgarradores de campeón. El lechero soltó toda la lefa encima de la mano de Blain, que enseguida la retiró para ver cómo Ty se corría encima de su polla y de sus huevos. Se la dejó bien embadurnada. Blain esparció el semen por encima de su rabo y se miró la mano pringoda con todo ese esperma de calidad pegajoso entre sus dedos. Se limpió la mano en los pelos del torso como un buen cerdaco. Disfrutaron un rato más de la presencia uno del otro. Dos hombres recién corridos, con los mofletes ruborizados de después de la follada, sudados, oliendo a macho y a semen.