Lobo Carreira, el seductor y guapísimo chulazo que lo tiene todo, al desnudo | Lucas Entertainment
Dicen que sólo hacen falta siete segundos para saber si la persona que tienes enfrente y a la que estás mirando, te atrae de una forma sexual. Con Lobo Carreira a mí me sobran esos siete segundos para darme cuenta, porque en cuanto le miro a la cara y en conjunto, sé que deseo ponerme en sus manos y dejarme hacer por él lo que quiera. Con tios como él, todas las puertas abiertas.
De arriba a abajo, este portugués, ex concursante de Below Deck, que tiene un maridito llamado Alex Ink que también se las trae de lo rico que está, es una delicia para los sentidos. Su pelazo castaño oscuro, su guapísima cara de machote empotrador, con barbita y bigote de varios días enmarcando sus facciones masculinas, cejas pobladas, ojazos marrones latinos de mirada penetrante. Sus labios, ay sus labios, para derretirse con sus besos con lengua.
La polla de cualquier tio se pone dura y dilata ojetes con una sola mirada suya, pero cuando se desabrocha la camisa, logra que el precum moje la huevera de los calzones de más de uno sin tocarse. Cuerpazo potente y musculado, con los pectorales bien marcados, perfectos para agarrarse cuando lo montes, un torso y unos brazos cubiertos de pelo, no en exceso, pero suficiente para destacar su virilidad. Fuertes y voluminosos biceps para agarrarte fuerte mientras te folla.
De cintura para abajo hay otro mundo por descubrir. Piernacas de macho, musculosas, buenos muslos, fuertes, esas sí que son bien peludas. Me imagino tocándolas y un flujo de leche me inunda el rabo. Se da la vuelta, gira la cabeza y me muestra una sonrisa que enamora a la vez que se baja la parte trasera del bañador tipo slip que lleva puesto. Su culazo de futbolista hace honor a todo lo que he visto antes. Es redondito, grande, más blanco que el resto de su cuerpo y casi sin pelitos, lo que le hace destacar y más deseable si cabe.
Todavía me queda una parte por ver, su desnudo frontal, a ver qué tal calza. Quiero saber si el tamaño de su polla se corresponde con su complexión. ¿Puede tener todo este hombre? Sí, puede. Levanta una pierna y la pone sobre la silla, empuja su pene duro para permitirme verlo entre sus piernas y una vez más me deja con la boca abierta. Unas buenas bolas entre los muslos y entre ellos asomando la pirula, bien larga, morenota, gruesa y venosa. Quiero que me folle, quiero follármelo. Entregarle mi virginidad si todavía la tuviera. A un hombre así, cualquier cosa.