Todd Rosset, Ariel Vanean, Jean-Daniel Chagall y Kevin Warhol se calientan en la sesión de fotos y acaban cruzando pajas | Bel Ami Online
Lidiar con jovencitos semidesnudos y viciosetes en un jardín de una casita de sudáfrica bajo la luz del sol, cuya mente a esa edad estaba pensando la mayor parte del tiempo en matarse a pajas o follar, era una tarea complicada para un fotógrafo. Intentando reunirles a todos, pilló detrás de unas plantas a Todd Rosset tirando de la goma de las bermudas de Ariel Vanean hacia afuera para verle la cola.
Lejos de asustarse y cortarse un pelo, los cabroncetes siguieron a lo suyo, morreándose, magreádose los paquetes, descubriendo el sexo del otro. Fue entonces cuando les propuso hacer una sesión de desnudo integral, a lo que ellos, Jean-Daniel Chagall y Kevin Warhol accedieron con gusto, porque por alguna causa que el fotógrafo no atinaba a entender, a esos cuatro parecía que les sobraba toda la ropa esa tarde.
Mentiría el artista si dijera que no se puso cachondo al ver a Todd sentado en el banco, con el rabo largo entre sus piernas rozando la madera, acariciando el pene flácido de Ariel con el dorso de la mano, con los dedos, consiguiendo que se le meneara ligeramente. Durante unos minutos consiguió que se pusieran serios y les sacó unas buenas fotos, pero la cosa terminó descontrolándose y lo que comenzó como una sesión de fotos, acabó con esos cuatro chavales dando la nota.
A Jean-Daniel se le empezó a poner durita. El cámara ya lo apreció por cómo le crecía la polla de forma desmesurada, cuando el pellejo del frenillo se le echó hacia atrás dejando al descubierto un grandísimo y deslumbrante cipote. Se tuvo que salir al jardín a cascarse una gayola y el fotógrafó no dudó ni un instante en inmortalizar esa batida de huevos para el recuerdo.
Más morbosa fue la situación al entrar en la casa. El jovencito Kevin y Todd estaban sentados en el sofá, muy juntitos, uno al lado del otro. Se resistían a besarse, pero lo estaban deseando, rozándose las narices, echándose el aliento mientras cruzaban pajote, cada uno con la mano en la polla del otro. Cerraron los ojos, se besaron y siguieron meneándosela con ganas. Era todo casi virginal e inocente. En cuestión de un par de minutos, soltaron unos gemiditos de placer y se corrieron encima.